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Imagen por cortesía de © MarVista Entertainment | Netflix

#CriticadeMiedo

Sightless (A ciegas)

Reconocible thriller de mujer ciega en peligro que logra camuflar bastante bien que se trata de un cortometraje inflado y mantiene un cierto interés gracias, sobre todo, a su original acercamiento a la historia desde la percepción de la realidad de la protagonista con el resto de sus sentidos y paranoias. Lástima que no termine de explotar las buenas ideas expuestas y termine desenganchando y aburriendo al espectador.

Título original: Sightless (USA, 2020) Color, 89 mins.
Director: Cooper Karl
Reparto: Madelaine Petsch, Alexander Koch, December Ensminger, Lee Jones

★✰✰✰ Sightless (2020) on IMDb


La ópera prima del director Cooper Karl no puede resultar más reconocible. Karl, un desconocido director novel traslada el argumento de un corto anterior de 2017 al formato de largometraje, para contar la historia de una joven violinista que sufre una violenta agresión por parte de un desconocido que la deja sin visión. A partir de este momento, tendrá que aceptar su nueva condición y sobrevivir a una realidad donde nada es lo que parece ser, encerrada en el interior de su nuevo hogar como si fuera una trinchera.

Irremediablemente condenado a ser comparado con otros thrillers de mujer con discapacidad en apuros como Sola en la oscuridad (1967) de Terence Young o Sola en la penumbra (1993) de Michael Apted, con la que no solo comparte premisa argumental sino también el leitmotiv musical pues su personaje principal, interpretado por Madeleine Stowe, también es una violinista invidente, Sightless (A ciegas) es otro film de suspense psicológico con tonos feministas que sumar a la ya larga lista existente. Pero lo que diferencia al film de Cooper Karl es que, mientras en la mayoría de películas de este tipo se juega con la indefensión y la condición de víctima de la protagonista, con todo lo que representa como juego referencial y narrativo dentro de los parámetros del género terrorífico; es ahora la visión, la mirada de la joven ciega, donde se centra la atención.

El mayor acierto de Cooper Karl es enfocar su historia desde el punto de vista de la obligada invidente, alejar la cámara de una disposición voyeurista, o al menos objetiva, para centrarla en la manera en la que la propia protagonista percibe su nueva realidad, con el resto de los sentidos, sus recuerdos y sus temores paranoicos. Todo ello obliga al espectador a cuestionarse su propia percepción y replantearse lo visto, porque a partir de un determinado momento, simplemente las escenas son el pensamiento de la joven violinista, interpretada de manera convincente por Madelaine Petsch, una actriz a quien ya vimos en Polaroid (2019) crítica de Lars Klevberg. Todo ello queda explicado a la perfección en una escena en la que su cuidador (Alexander Koch) le regala un periquito y el animal cambia el color de su plumaje ante los ojos de los espectadores, cuando le pregunta de qué color se imagina que es porque la ceguera su imaginación es libre de las ataduras de la realidad. Creando un recurso narrativo muy interesante y, por otro lado, muy similar al empleado en Blind (2014) de Eskil Vogt, donde la fragilidad emocional de una mujer ciega la lleva a encerrarse en su apartamento y a recrear una diferente realidad en torno a ella, producto de sus temores y sus fantasías reprimidas.

Lo que resulta una lástima es que para conseguir ese efecto de aturdimiento en el espectador, Cooper Karl introduzca otras subtramas que no llevan a ningún lado, como la de la mujer maltratada en el apartamento contiguo, y que roban coherencia a la historia, por mucho que al final las dos historias converjan en una explicación un tanto disparatada y todo llegue al mismo desenlace. El conjunto acaba por ser un ejercicio meta narrativo sobre el punto de vista de una mujer ciega, que se desconecta en el desarrollo y pretende enganchar con numerosas pistas falsas, que termina en un desenlace tan prosaico como predecible.

En definitiva, Sightless (A ciegas) es un thriller psicológico que podría haber dado mucho más de sí, donde se utiliza la ceguera para potenciar la indefensión de su protagonista, pero también para intentar un acercamiento distinto y original a los tropos habituales de este tipo de historias. Desgraciadamente, Cooper Karl no termina de explotar las buenas ideas expuestas, como si estuviese timorato a la hora de manipular a su antojo al espectador y pillarle desprevenido. Y, para cuando aparecen las sorpresas y los giros inesperados, el espectador ya está demasiado desenganchado y aburrido como para ser afectado por el impacto pretendido.




terrorbit
terrorbit
Escritor y amante de cine de terror. Superfan de las películas de zombies, cuantos más zombies, mejor. Desde mis ojos, cuatro décadas viendo cine de terror os contemplan.