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Imagen por cortesía de © Universal Pictures España

#CriticadeMiedo

Tiempo

Film de terror existencial de la mano de un realizador conocido por los riesgos que asume en cuanto a sus propuestas narrativas, capaz de asombrar y consternar al público a partes iguales, que en esta ocasión nos plantea una aterradora e implacable alegoría del ciclo de la vida humana condensada en una experiencia cinematográfica tan singular como fallida y obvia, que parte inicialmente de un concepto elevado para terminar diluyéndose a medida que se suceden los acontecimientos, hasta convertirse en una idea absurda y demasiado simple como para convertirse en el concepto genuinamente perturbador que se quiso proponer al principio. Con todo, y sin ser el mejor trabajo de M. Night Shyamalan, estamos ante una película no del todo desdeñable, a la cual lo que peor la sienta son las innecesarias explicaciones para conectar los puntos fantásticos del guión y un final absolutamente decepcionante.

Título original: Old (USA, 2021) Color, 108 mins.
Director: M. Night Shyamalan
Reparto: Gael García Bernal, Vicky Krieps, Rufus Sewell, Alex Wolff

★★✰✰ Old (2021) on IMDb


El último trabajo del realizador de origen indio M. Night Shyamalan, conocido por los riesgos que asume en cuanto a sus propuestas narrativas y capaz de asombrar y consternar al público a partes iguales, se trata de un film de intriga fantástica con ciertos ramalazos de horror aligerado, con el aroma clásico de un episodio de La dimensión desconocida (TV, 1959–1964) . Adaptada de la novela gráfica Castillo de arena, publicada originalmente en 2010 por Frederik Peeters y Pierre Oscar Levy, que narra la historia de una familia de vacaciones en una playa tropical que oculta un terrible secreto, que sirve como excusa para proponer una reflexión sobre la inexorabilidad del transcurrir temporal, los conflictos generacionales, el racismo y la banalidad de ciertos roles sociales.

Como ya sucediera con El sexto sentido (1999) Shyamalan se aprovecha de una idea genial, ya expuesta en cierto modo en la magistral El ángel exterminador (1962) de Luís Buñuel, para narrar una aterradora e implacable metáfora del ciclo de la vida humana condensada en una singular experiencia cinematográfica, que rinde homenaje visual tanto a Tiburón (1975) de Steven Spielberg como a la maravillosa serie creada por Rod Serling, para centrarse en los detalles visuales antes incluso que en el conjunto: primeros planos holandeses, fondos desenfocados, panorámicas, y olvidarse del concepto elevado inicial para terminar diluyéndose en una idea absurda y demasiado simple como para convertirse en el concepto genuinamente perturbador que se quiso proponer al principio.

El habitual minimalismo con el que Shyamalan es capaz de crear escalofríos entre el público está presente en la manera en la que va introduciendo los elementos terroríficos en la historia: el envejecimiento de los niños, el descubrimiento del primer cadáver que desencadena toda la trama, etc. Su particular y talentosa manera de narrar es, en realidad, lo mejor de la película. Pero, desafortunadamente y muy a pesar del conjunto, el guión vuelve a contener las mismas trampas y artificios que plagan la filmografía del realizador y que impiden que ésta se convierta en verdadero referente en el universo fantaterrorífico contemporáneo. A pesar de todo y sin ser el mejor trabajo de M. Night Shyamalan, estamos ante una película no del todo desdeñable, a la cual lo que peor la sienta son las innecesarias explicaciones para conectar los puntos fantásticos del guión y un final absolutamente decepcionante.

Sobre todo porque Tiempo, con toda la fuerza de su comienzo y la elegancia de su puesta en escena, se pierde involuntariamente en el desarrollo para luego retomar fuerza junto antes del desenlace, como si a Shyamalan sólo le interesasen los extremos, y por último arruinar toda la historia con un final cerrado que nadie entiende su razón de ser. Porque, definitivamente, esta hubiese sido una mejor película si se hubiesen ahorrado tantas explicaciones, si se hubiese dejado a la imaginación de la audiencia y a las charlas posteriores a la proyección el raciocinio de lo expuesto. Entre medias, a medio camino entre lo sublime y lo ridículo, el reparto hace estragos para mantener la compostura y, sobre todo, el realismo en sus plasmaciones de unos diálogos ridículos e ingenuos, con los que resulta imposible sentir cierto interés. Donde cabría destacar a Rufus Sewell y a Abbey Lee, ambos clichés del hombre exitoso que busca juventud en una mujer modelo y la típica esclava narcisista del canon de belleza de Instagram.

Más allá de lo expuesto, M. Night Shyamalan continúa siendo un soplo de aire vigorizante en el universo fantaterrorífico contemporáneo, dominado por sagas interminables, reimaginaciones de clásicos (y no tan clásicos) que nadie ha pedido y por el aburrimiento generalizado de un público abotargado por el escapismo más ramplón. Pero, no por ello, resulta menos cierto que, más allá del prodigioso manejo del suspenso, Tiempo termina cayendo en los mismos errores que otras tantas películas del realizador, como El bosque (2004) o El incidente (2008) : cine de autor arriesgado en su concepción y su puesta en escena, cine comercial en su estructura y ritmo narrativos y en sus personajes estereotipados.




terrorbit
terrorbit
Escritor y amante de cine de terror. Superfan de las películas de zombies, cuantos más zombies, mejor. Desde mis ojos, cuatro décadas viendo cine de terror os contemplan.