Título original: La cueva (ESP, 2014) Color, 80 mins.
Director: Alfredo Montero
Reparto: Marcos Ortiz, Marta Castellote, Eva García Vacas, Jorge Páez
El subgénero del metraje encontrado o falso documental tiene inherente un atractivo instantáneo para el espectador que consiste básicamente en la familiaridad de esas toscas imágenes sin estilizar que se generan en los objetivos de las cámaras domésticas o las pantallas de los teléfonos móviles. El realizador Alfredo Montero recurre a esta técnica cinematográfica para tratar de extraer esas mismas sensaciones, popularizada en nuestro país por producciones como El proyecto de la Bruja de Blair (1999) , pero sobre todo por el éxito cosechado por [REC] (2007) de Jaume Balagueró y Paco Plaza.
Con una trama que se desarrolla a través del visor de la cámara de uno de los protagonistas, La cueva cuenta la historia de cinco amigos que se adentran en una cueva de Formentera para divertirse, sin ningún tipo de equipamiento ni preparación, y donde no tardarán en perderse y transformar toda la experiencia en una pesadilla claustrofóbica.
Con referencias más o menos evidentes como, las más exitosas, The Descent (2005) de Neil Marshall o La caverna maldita (2005) de Bruce Hunt. Así en la Tierra como en el Infierno (2014) de John Erick Dowdle es otro film de metraje encontrado ambientado en las catacumbas que se encuentran bajo la ciudad de París. Aunque, si bien es cierto que todas ellas tienen en común, al margen de los claustrofóbicos escenarios subterráneos, la presencia de amenazas de índole sobrenatural. El mayor acierto de La cueva es proponer un terror más cercano al de Bajo cero (2010) de Adam Green, donde se transmite la angustia y pavor sin acudir a elementos sobrenaturales, sino basándose en el comportamiento humano bajo condiciones extremas. Los monstruos internos que subyacen en la psique humana, traídos a la superficie por la desesperación, el hambre, la sed y el dolor.
La cueva no es una película perfecta. Más allá del mero ejercicio cinematográfico, se encuentra inevitablemente lastrada por el bajo presupuesto y la mala calidad de unos actores sin apenas carisma. Recurrir al formato del metraje encontrado puede parecer un acierto a priori pero es, por el contrario, su mayor limitación, convirtiéndola en otro de los numerosos bodrios surgidos en torno al éxito de dicha técnica. Tosca y primitiva como pocas, cae en todos los errores posibles del subgénero: la ausencia casi absoluta de guión, secuencias grabadas por la cámara doméstica en unos intervalos concretos y otros no, sin explicación aparente, etc.