Título original: Nightlight (USA, 2015) Color 85 mins.
Director: Scott Beck, Bryan Woods
Reparto: Shelby Young, Carter Jenkins, Chloe Bridges, Taylor Murphy
Con una estructura y características similares películas de metraje encontrado como El proyecto de la bruja de Blair (1999) , el dúo Scott Beck y Bryan Woods firman esta retorcida y absurda variación del subgénero que juega con la particularidad de que la acción no es observada desde el foco de la lente de una cámara o de un teléfono móvil, sino desde la perspectiva de una linterna supuestamente embrujada mostrando únicamente lo que ésta puede iluminar. Un artificio que si no fuera tan absurdo resultaría incluso hasta medianamente curioso y quizás más familiar para aquellos espectadores que también sean aficionados a los videojuegos en primera persona.
Tras el suicidio de uno de sus compañeros en un bosque cercano a su localidad, un grupo de adolescentes se internan en la espesura con la intención de jugar un macabro juego que consiste en una especie de escondite en la oscuridad que tan solo permite utilizar las linternas cuando se está realmente asustado en medio de la noche. Sin embargo, poco sospecharán que no se encuentran solos en el bosque y una fuerza sobrenatural comienza a acecharlos y a asesinarlos uno a uno.
No siendo Nightlight una película de metraje al uso, su mayor error es querer parecerse en exceso al ejercicio de estilo de El proyecto de la bruja Blair. La capacidad de innovar o aportar nueva imaginería por parte de Scott Beck y Bryan Woods es inexistente y durante buena parte del metraje apenas se distingue qué está pasando en pantalla, lo cual es inadmisible en una película. Es cierto que la perspectiva de la linterna permite ciertos puntos de perspectiva interesantes, pero también da lugar a una mayor confusión que una cámara doméstica. El acto intermedio de Nightlight tampoco ayuda demasiado y se limita a bombardear al espectador con un montón de premisas variopintas y conceptos difíciles de encasillar en una sola trama, hasta la aparición de la presencia demoníaca en uno de los momentos más afortunados de la película.
Pero, como sucediera con la película de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, una vez que el espectador logra aceptar el absurdo conceptual de la linterna y sumergirse en el resto de la película, Nightlight tiene algo de miga, sobre todo en su uso del fuera del campo visual, el bosque en la noche, y la interpretación de Shelby Young. Todo ello consigue crear una cierta atmósfera de inquietud en su última parte en la iglesia abandonada y un par de sustos bien colocados. Todo lo demás es tan absurdo y casi autoparódico como se temía.