Título original: Knuckleball (CAN, 2018) Color, 89 mins.
Director: Michael Peterson
Reparto: Michael Ironside, Munro Chambers, Luca Villacis, Kathleen Munroe
Esta producción indie canadiense del realizador Michael Peterson es una suerte de revisitación de la premisa de Solo en casa (1990) , pero trasladando la historia a un entorno más dramático y violento, donde el personaje infantil es forzado a sobrevivir a la presencia de un psicópata asesino en la aislada casa de su abuelo materno. Sin embargo, las pretensiones de Michael Peterson van más allá de filmar una versión para adultos de la popular comedia e incluso se permite la licencia de hacer un homenaje a El resplandor (1980) , mostrando al psicópata interpretado por Munro Chambers, cojeando a través de un ambiente nevado, bate en mano y soltando chascarrillos varios, en los que vienen a ser los momentos más acertados de la película, oscuros y realmente violentos. Además, es aquí donde los molestos y chillones acordes de cuerdas de la banda sonora se sienten más adecuados y amenazadores.
Desafortunadamente, todo se desequilibra y mucho, cuando Peterson regresa a la figura de los padres, dos personajes mal desarrollados y peor interpretados que tienen la mala costumbre de hacer que la subtrama de su matrimonio en crisis parezca del todo irrelevante y totalmente innecesaria. Y quizás dicho desequilibrio es la razón por la que, una vez denostada la fórmula del juego del gato y el ratón y las trampas más o menos ingeniosas con resultados extremadamente violentos, el director siente la necesidad de introducir en la historia un giro de guión inesperado y sorprendente, que desgraciadamente resulta demasiado improbable y termina por no sorprender a nadie. Y es una pena porque el regusto final de la película no es del todo satisfactorio y el espectador se queda con esa sensación de que podría haber visto una película memorable, pero se queda en otro thriller anodino que pasará sin pena ni gloria.