Título original: The House That Jack Built (DEN/FRA/SWE/GER/BEL, 2018) Color, 152 mins.
Director: Lars von Trier
Reparto: Matt Dillon, Bruno Ganz, Uma Thurman, Riley Keough
El danés Lars von Trier es un director admirado y odiado a partes iguales por un público entregado, desde que fuera uno de los creadores de la corriente cinematográfica Dogma 95 que supuso el regreso del realismo a la gran pantalla, y extremadamente crítico por sus continuas polémicas personales (las cuales le llevó a verse envuelto en varias acusaciones de acoso sexual) que se trasladan a su trabajo en forma de misoginia y provocación gratuita a través de escenas de violencia y sexo innecesariamente explícitos.
La casa de Jack no se libra de tales calificaciones. A lo largo de más de 150 minutos de metraje, cuenta las andanzas de un asesino en serie obsesivo compulsivo, que se dedica a asesinar a diestro y siniestro, mientras se afana en diseñar la casa magistral que cobije todas sus obsesiones perfeccionistas. Dividida en segmentos o incidentes, su estructura narrativa la hace irregular y, a ratos, inconsistente. Combinando momentos de absoluta maestría cinematográfica, como el primer asesinato o la ejecución de una familia, con otros de total aburrimiento; entremezclados con un encadenamiento de pretenciosas y charlatanas reflexiones metafísicas que pretenden analizar la psique del asesino, pero lo único que consiguen es aburrir aún más al espectador.
Lo cierto es que a Lars von Trier no parece importarle dirigir una película más o menos entretenida, sino un intento desesperado y artificioso por regresar a los altares cinematográficos y recuperar la confianza perdida por la crítica y el público. Y lo hace recurriendo al mismo ejercicio de misoginia y crueldad que le condujo al abismo del ostracismo la primera vez. Después de todo, von Trier tiene tanto de buen cineasta como de provocador nato.