Título original: La nuit a dévoré le monde (FRA, 2018) Color, 93 mins.
Director: Dominique Rocher
Reparto: Anders Danielsen Lie, Golshifteh Farahani, Denis Lavant, Sigrid Bouaziz
Una de las pesadillas recurrentes del apocalipsis zombie es la historia del hombre o mujer que despierta para descubrir que el mundo se ha ido al carajo y se han quedado solos al frente de una horda de criaturas deshumanizadas. Desde su plasmación por primera vez en la pantalla grande con El último hombre sobre la Tierra (1964) , la primera adaptación cinematográfica de la novela Soy leyenda (Ediciones Minotauro, 1993) de Richard Matheson, a la mejor representación del concepto general de 28 días después (2002) , diferentes versiones de la misma idea han ido sucediéndose hasta la actualidad.
En esta nueva versión del director novel Dominique Rocher, nos encontramos con una nueva adaptación literaria, en esta ocasión una novela del escritor francés Pit Agarmen, sobre un joven escritor que se encuentra, de la noche a la mañana, solo en una ciudad de París invadida por muertos vivientes. Desde un punto de vista minimalista pero formulario, Rocher nos introduce en un edificio parisino como único escenario del apocalipsis y de un sombrío ensayo sobre el aislamiento, donde el protagonista interpretado de manera solvente por Anders Danielsen Lie, mantiene largas conversaciones con un zombie encerrado en un ascensor y consigo mismo mientras trata de sobrevivir esquivando la amenaza que reside en el exterior. Nada nuevo, si recordamos el personaje de Neville y sus eternos monólogos. Porque, a pesar de todos los alardes de cine de autor que pueda tener Dominique Rocher y de que muestre más interés en la psicología que en la acción, su película transita por los mismos senderos que la mayoría de convencionalismos del subgénero y que cualquier aficionado conoce de memoria.
La idea genial de Dominique Rocher es pretender rodar un film de muertos vivientes que sea lo menos cine de zombies posible, prestando menos atención a las criaturas que a las cuestiones existenciales planteadas por su protagonista. Algo así como si, de repente, la isla de Náufrago (2002) se hubiese plagado de criaturas antropófagas que impidiesen abandonarla al personaje interpretado por Tom Hanks. Como resultado, La noche devora el mundo, es una pragmática y sobria visión del apocalipsis zombie que hará las delicias de los aficionados al subgénero más sesudos y ahuyentará como alma que lleva el Diablo a los amantes de emociones fuertes. Y este es el mayor problema que presenta, el desinterés por el aspecto amenazante y terrorífico de la trama, lo que tiene como consecuencia que una historia de zombies que trate únicamente de los desvaríos metafísicos de su protagonista se vaya rápidamente a la deriva y resulte incluso bastante aburrida e insufriblemente pretenciosa.
La noche devora el mundo no es un producto de Hollywood, es una minimalista versión del apocalipsis zombie que no pretende revitalizar el género como sus homólogas estadounidenses o británicas, con un ritmo lento, casi sedentario, que no ayuda nada a que resulte más entretenida, pero que resultará interesante tanto para los aficionados completistas del cine post-apocalíptico como los del cine de zombies, éstos además tienen unos maquillajes a la altura de cualquier producción mayor, aunque no aporte gran cosa al folclore de los muertos vivientes.