Título original: The Lighthouse (CAN/USA/BRA, 2018) B&W, 109 mins.
Director: Robert Eggers
Reparto: Robert Pattinson, Willem Dafoe, Valeriia Karaman, Logan Hawkes
La segunda película del realizador y guionista norteamericano Robert Eggers, quien ya deslumbró a la crítica especializada con La bruja: Una leyenda de Nueva Inglaterra (2015) , es una iteración de las premisas que elevó su opera prima a la condición de obra clave en el nuevo subgénero post-horror o terror elevado surgido en el nuevo milenio: drama minimalista, aislamiento opresivo, atmósfera de pesadilla, entorno natural hostil, etc. Aquí dos vigilantes de faro se encuentran aislados por motivo de una tormenta y comienzan a experimentar el deterioro en sus relaciones y un inexorable descenso a la locura que conducirá a la tragedia.
Rodada en blanco y negro con una relación de aspecto muy cercana a los clásicos de los años 30 y 40, El faro mezcla con habilidad la mitología marina con el deterioro mental y el análisis de la relación entre dos personajes marcados por la masculinidad y la perversa pugna por la dominación, magistralmente interpretados por Willem Dafoe y Robert Pattinson, y fundamentado en un lenguaje narrativo intencionadamente artificioso y visualmente próximo al Expresionismo alemán, donde la sencilla premisa argumental es reducida al estilo visual y a la puesta en escena. Eggers secciona la película en dos partes muy diferenciadas, la primera más centrada en el choque de voluntades y la segunda en un horror metafísico vinculado a la alienación producida por el aislamiento y el abuso al que se someten ambos personajes, con elevadas reminiscencias del acervo literario de H.P. Lovecraft, no tanto en el contenido sino en la iconografía de ese horror indecible que acecha al farero más joven.
El faro es una película dura, asfixiante desde el mismo formato de imagen casi cuadrado, que atrapa al espectador acostumbrado a las exuberancias de las relaciones panorámicas, y con un uso contrastado del blanco y negro, que acentúa las sombras de manera fundamental para generar una opresión escenográfica que acompaña perfectamente la oscura y peligrosa cerrazón del dúo protagonista. Visualmente, Robert Eggers se sumerge en una estética similar a la Kammerspielfilm, la corriente expresionista creada por Max Reinhardt que abandona la anormalidad escenográfica y la inspiración del cubismo por el drama cotidiano, en un espacio reducido y claustrofóbico, de gran simplicidad argumental (aquí, toda la trama gira en torno a dos personajes discutiendo constantemente) y destacable sobriedad interpretativa (Dafoe y Pattison hacen una labor tan encomiable, que su creciente enemistad se convierte casi en el tercer personaje atrapado en la isla).
A medio camino entre el horror expresionista y el drama psicológico, que se siente como un encuentro de Herman Melville y H.P. Lovecraft, definitivamente El faro no es un film para todos los paladares, aunque brinde una oportunidad indispensable para entender qué es exactamente el post-horror y su complejo y particular modo de entender el género.