Parásitos

Con contrastes musicales inesperados que evocan un sentido constante de incertidumbre, la partitura del compositor Jung Jae-il, un jovencísimo músico surcoreano a quien ya escuchamos anteriormente en Okja (KOR, 2017), insinúa la maldad que subyace bajo las apariencias superficiales de los personajes de Parásitos, una historia de terror y suspense cruda que dibuja una imagen desgarradora de la diferencia de clases sociales y de la violencia que genera el encuentro directo entre ellas.

Parásitos del realizador Bong Joon-ho fue la mayor sorpresa que nos deparó 2019, galardonada con el Oscar a la Mejor Película y con la Palma de Oro en Cannes, desbancó a la todopoderosa industria cinematográfica occidental y nos regaló una sátira social escalofriante y afilada como una navaja de barbero, donde una familia de clase social baja se cuela, a base de mentiras, en la casa de una familia burguesa y, poco a poco, va afectando a sus vidas y aprovechándose de la situación hasta llegar a un desenlace brutal y despiadado.

La partitura de Jung Jae-il tiene un delicado equilibrio entre belleza y fealdad, creando unos contrastes musicales muy acertados que evocan la constante sensación de incertidumbre que envuelve a la película. ¿Es la familia Kim mala o buena por intentar mejorar su precaria situación a base de mentiras? La banda sonora de Parásitos enfatiza esa pregunta recurriendo a estilos musicales dispares. Exultantes pasajes orquestales clásicos, melancólicas baladas de piano, o melodías siniestras para insinuar que debajo de la superficie de los personajes subyace un ramalazo malvado que pugna por salir y mostrarnos el terror de su verdadero rostro. Jung incluso recurre a efectos de sonido y entre medias de las pistas podemos escuchar el sonido de las lluvias torrenciales que cambian la dirección de la historia por completo.

Aunque es con la pista «The Belt of Faith» donde la banda sonora encuentra su voz, una lujosa suite clásica que alterna grandilocuentes y barrocas declaraciones orquestales, que recuerdan demasiado a Vivaldi, con solos de piano más personales. Son los temas más oscuros los que llaman más la atención, porque son los que realmente muestran la verdadera naturaleza oscura de la película de Bong Joon-ho.

Y entre estos, cabe destacar «Busy to Survive», una ominosa mezcla de piano y cuerdas que se intercambian en una letanía de tensión nerviosa que anticipa el terror que vamos a experimentar a partir de ese momento. Hasta que finalmente, la banda sonora sucumbe al terror de “Blood and Sword”, donde una quejumbrosa melodía de violonchelo se eleva por encima de la letanía discordante, acompañando a la tragedia final del sueño de la familia de parásitos.

#2019 #JungJae-il #MilanRecords