El género del terror siempre se las ha apañado para transformar los símbolos más inocentes e inocuos en los más terroríficos, y la figura de los niños no es una excepción. Niños asesinos, niños poseídos, niños fantasmagóricos, niños vampiros… a lo largo de los años los niños malvados se han ido convirtiendo en un arquetipo constante del género con personajes icónicos como Regan MacNeil de El Exorcista (1973) o Damien Thorn de La Profecía (1979). Sin embargo, estos son solo la punta del iceberg de una miríada de niños aterradores que han sobrecogido a los espectadores durante décadas. Estas cinco películas están protagonizadas por algunos de ellos.
Si Guillermo del Toro está implicado en la realización de una película ambientada en un recóndito orfanato en la España de posguerra, sabes que los moradores de dicho establecimiento no van a ser del todo humanos y que algún monstruo va a rondar por las instalaciones. En este caso, se trata de Santi, una fantasmagórica aparición infantil que hiela la sangre en las venas de Carlos, un muchacho recién llegado al orfanato, y de los sobrecogidos espectadores, cada vez que aparece en pantalla hasta el inesperado desenlace final.
El cine de terror francés de los últimos años, conocido como Nuevo Extremismo Francés, nos ha deparado más de una escalofriante e inolvidable pesadilla. En este caso la pesadilla se revela en la forma de un grupo de pre adolescentes encapuchados que invaden el aislado domicilio de una profesora francesa y su marido con muy malas intenciones y se dedican a aterrorizarles durante la noche como si fuera otro más de sus juegos infantiles.
El maestro del cine de terror David Cronenberg no podía faltar en una lista sobre niños espeluznantes y los mutantes homicidas infantiles de Cromosoma 3 deberían figurar por sí solos en las primeras posiciones de dicha clasificación. Sobre todo, una vez que descubrimos exactamente de dónde vienen y somos testigos de los brutales asesinatos que son capaces de cometer. De nuevo, la figura de inocentes niños encapuchados se convierte en la imagen central de otra pesadilla cinematográfica y su demencial alumbramiento es Cronenberg en estado puro.
«Me encontré a un niño de seis años de rostro pálido, sin emoción, y los ojos más negros que haya visto: los ojos del Diablo». Nada puede expresar mejor que estas palabras del psiquiatra Sam Loomis lo que es un niño terrorífico, y la excepcional e impactante secuencia en primera persona que abre la obra maestra de John Carpenter, y en la que acompañamos desde su propio punto de vista a un asesino hasta terminar apuñalando una adolescente no puede ser más sobrecogedora; sobre todo que cuando el espectador descubre la identidad del asesino: el hermano pequeño de la víctima.
Cuando el pequeño Gage es atropellado nada menos que por un camión, a su destrozada familia les parece una buena idea enterrarlo en un antiguo cementerio indio para animales sobre el cual corre el rumor de que está levantado en suelo impuro, y ¿adivinan qué sucede a continuación? Pues que el pequeño Gage regresa convertido en un auténtico psicópata dispuesto a aterrorizarnos armado con un bisturí y un eterno ceño fruncido que seremos incapaces de quitarnos de la cabeza.
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