Título original: Sea Fever (IRL/UK/BEL, 2019) Color, 95 mins
Director: Neasa Hardiman
Reparto: Hermione Corfield, Dougray Scott, Connie Nielsen, Jack Hickey
La directora irlandesa Neasa Hardiman firma este drama de terror en alta mar donde la tripulación de un barco pesquero se enfrenta a una extraña infección proveniente de un encuentro fortuito con una criatura submarina de origen desconocido que termina por contaminar su sistema de agua potable con unos parásitos altamente agresivos.
Sea Fever (Contagio en alta mar) es una multi coproducción filmada por entero en Irlanda por una directora desconocida para la gran pantalla pero con un largo recorrido en televisión, quien también firma el guión, y que es capaz de producir una tensa historia de suspense, con numerosas connotaciones ecologistas, que nunca recurre para generar desasosiego a los temibles jump scares o a las habituales secuencias de acción vertiginosa propias y cámara en mano propias de este tipo de producciones.
Por el contrario, Sea Fever (Contagio en alta mar) es una película que depende de las actuaciones y de los entornos claustrofóbicos, para crear suspenso y atraer el interés de los espectadores. más que de la presencia de una enigmática criatura asesina. En su mayoría, Sea Fever (Contagio en alta mar) tiene un tono demasiado serio, casi documental, y muy focalizado en la evolución de su personaje principal, interpretado por Hermione Corfield, una joven bióloga marina con serias dificultades para relacionarse socialmente, enclaustrada en un entorno cerrado y amenazada por un organismo letal que surge de las profundidades del océano.
Puede que Sea Fever (Contagio en alta mar) esté catalogada como un thriller ecológico, pero es en esencia una película de monstruo submarino. Una criatura que nunca sabemos de dónde vino o por qué ataca a la tripulación de un pesquero irlandés. Lo cual sea quizás su único defecto, ese reniego que la directora Neasa Hardiman demuestra hacia las raíces de su historia y que consigue que apenas se sienta como una película de terror. Y esto resulta francamente decepcionante, porque al final todo es demasiado limpio, demasiado insulso. Cierto es que hay alguna que otra escena gore, pero este se mantiene al mínimo, muy por debajo de la cuota habitual de este tipo de películas.
En resumen, Sea Fever (Contagio en alta mar) plantea un escenario muy interesante, basado en la desolación y el aislamiento que genera el mar abierto y en la certeza de que todos los tripulantes del barco están en mayor o menor medida contaminados y sus comportamientos son los que generan las mayores situaciones de peligro. Un concepto, por otro lado, que sustrae abiertamente la premisa original de La cosa (El enigma de otro mundo) (1982) de John Carpenter o si me apuran de Leviathan: El demonio del abismo (1989) de George P. Cosmatos. Sin embargo, decepciona a la hora de desarrollar adecuadamente una amenaza real. A pesar de algún momento de sangre y violencia, no hay nada realmente aterrador en el organismo invasor. Del mismo modo, queda sin explicar, muy probablemente de manera intencionada, el origen de la amenaza submarina o la ausencia de un mensaje ambiental específico y tangible, que puede estar en relación con la fractura de los ecosistemas marinos o el eterno concepto del depredador y la presa. Aunque da más la sensación de que la criatura está tratando de sobrevivir al avance del pesquero dentro de su territorio, más que considerarlo como su cena. Con todo, los pocos planos de la criatura submarina son utilizados con racanería y con un cierto tufo a efectos visuales de bajo presupuesto, aunque hay que reconocer que están hábilmente aprovechados.
Dicho esto, Sea Fever (Contagio en alta mar) es una película que cuenta con un excelente trabajo de cinematografía y con convincentes interpretaciones, pero ambos se antojan insuficientes para mantener el nivel de calidad y de tensión de la película. Junto a Corfield, el resto del reparto lo componen rostros conocidos como Connie Nielsen o Dougray Scott cuyas interpretaciones ayudan a crear una atmósfera de realismo que nunca pone en tela de juicio la relación casi familiar que existe entre los tripulantes. Aunque, es una verdadera lástima que su relevancia en la historia tenga tanta importancia como el grado de su relación con el personaje de Hermione Corfield. La verdadera protagonista.