Título original: Ofrenda a la tormenta (ESP, 2020) Color 139 mins.
Director: Fernando González Molina
Reparto: Marta Etura, Leonardo Sbaraglia, Carlos Librado, Francesc Orella
La conclusión de la Trilogía del Baztán , basada en las novelas de Dolores Redondo, que comenzase con El guardián invisible (2017) , a medio camino entre el thriller de asesinos en serie y el horror folk esotérico inspirado en las leyendas y el folclore de Navarra, y ambientada en claustrofóbicos pueblos lluviosos y bosques oscuros, para contar la investigación de una serie de siniestros asesinatos y suicidios ocurridos en la zona del Valle del Baztán, al parecer instigados por las supersticiones del lugar y la siniestra presencia de la fallecida madre de la inspectora de policía que trata de atrapar a los culpables.
Dirigida nuevamente por Fernando González Molina, Ofrenda a la tormenta vuelve a retomar el tono asfixiante y fatalista de la anterior entrega Legado en los huesos (2019) e incluso lo eleva con notas de truculencia exacerbada, como ese asesinato de un bebé en su propia cuna, con un guion que continúa chirriando en sus diálogos novelescos e innecesarios, que es capaz de cerrar dignamente algunas de las vías argumentales abiertas, el ocultismo en los asesinatos, el enfrentamiento entre madre e hija; y dejar otras aún más abiertas, si cabe, el acoso obsesivo del personaje interpretado por Leonardo Sbaraglia, la degradación afectiva del matrimonio de la protagonista. Y en el que los giros terminan siendo una constante arbitraria que emborrona la historia hasta hacerla prácticamente incoherente y finalmente se traiciona ese tono sobrenatural de brujería, que era lo que las elevaba por encima de la media de thrillers patrios, en beneficio de unos culpables tristemente prosaicos. E incluso el propio espíritu de suspense policíaco se desdibuja demasiado para resaltar el de drama familiar recalcitrante y excesivo.
Fernando González Molina además incide en los problemas personales de la protagonista, interpretada por Marta Etura con su habitual intensidad, como medio para despistar al espectador de las múltiples subtramas que se abren y cierran desbocadas y se sienten como innecesarios añadidos, haciendo incluso que el resto del reparto parezcan meros comparsas que personajes con profundidad propia y aporten más bien poco a la historia. Al final, entre tanta aparición anecdótica y tanto drama deprimente alrededor de la Etura, el espectador acaba extenuado y preguntándose cuándo va a terminar semejante suplicio.
Ofrenda a la tormenta repite los mismos errores que sus predecesoras, aunque resulte menos ambigua y dispersa, quizás porque se centra básicamente en tratar de cerrar los múltiples frentes abiertos y ello ayude al guión a focalizarse y no se sienta tanto como la parte de un conjunto. Además, el elemento sobrenatural es más evidente, así como el tono de culto esotérico, y ello la convierte en la más interesante de las tres películas. Pero, también, la más larga, dolorosamente larga.
En definitiva, el cierre de una historia de suspense policíaco con toques sobrenaturales sin demasiada originalidad, que podía haber sido mucho más interesante de hacerse condensado en una única película dejando de lado la mayoría de las subtramas y personajes que introduce, o quizás en una serie de televisión, si se quiere ser más fiel al texto. Lo peor es que encima Fernando González Molina la deja con un desenlace descafeinado y pretencioso que insinúa torturarnos con más entregas. Lo mejor la música de Fernando Velázquez y la atmósfera tenebrosa y mágica de la fotografía de Xavi Giménez, impecable en toda la trilogía.