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Caminantes

Serie de horror patrio, una de las interminables imitaciones surgidas tras el éxito de «El proyecto de la bruja de Blair (1999)», que trata de explotar el folclore y las leyendas urbanas que rondan alrededor del Camino de Santiago, recurriendo a la técnica narrativa del metraje encontrado para acercar al espectador el truculento destino de sus protagonistas. Cuya única originalidad reside en su cuidada factura visual, a pesar de haber sido rodada exclusivamente con teléfonos móviles.

Título original: Caminantes (ESP, 2020) Color, 8 episodios 20 mins.
Creador: Jose A. Pérez Ledo
Reparto: Alexandra Pino, Daniel Ibáñez, Songa Park, Lucas Miramón

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A caballo entre el subgénero de metraje encontrado y el backwoods horror o terror rural cuya fórmula plantea el enfrentamiento entre los urbanitas que viajan a través de un área rural o poco desarrollada y se topan de cabeza con la gente del campo, habitualmente trastornada y endogámica, pero presta a mostrarles de la manera más espantosa posible que el campo no es lugar para ellos. Caminantes es una serie de ocho episodios, de escasos veinte minutos de duración cada uno, producida por la plataforma de televisión digital interactiva de Orange España, y que cuenta una historia ambientada en el Camino de Santiago, sobre un grupo de jóvenes caminantes que desaparecen misteriosamente y cuyo viaje es reconstruido a partir de los vídeos y mensajes dejados en sus teléfonos móviles.

Creada por el guionista José A. Pérez Ledo y dirigida por Koldo Serra, a quien debemos la más que interesante Bosque de sombras (2009) , Caminantes no destaca precisamente en el ámbito de la originalidad pues vampiriza elementos de tantas otras películas y series de televisión anteriores que sería baladí mencionarlas aquí, aunque conviene destacar su influencia de films como El proyecto de la bruja de Blair (1999) o Las colinas tienen ojos (1977) .

Rodada con móviles de última generación, el mayor acierto es su montaje brillante e inmersivo, donde el hábil uso del encuadre permite que lo que se puede ver y lo que se queda fuera de cada plano forme parte de una experiencia espeluznante de supervivencia, tan directa como efectiva, que es inmediatamente compartida por los espectadores. El ritmo transcurre de manera ágil, casi precipitada en ocasiones, donde prima la acción por encima del desarrollo de personajes o el contexto de la historia, que Serra trata de establecer a base de repetitivos flashbacks, que no terminan de funcionar del todo pero resultan curiosos y adecuadamente ambiguos en su mensaje ecologista y de deshumanización de la multimedialidad.

Cabe destacar, en lo referente al reparto, que el grupo de jóvenes actores cumple a la perfección con sus roles de mochileros urbanitas, adscritos a unas personalidades perfectamente delimitadas desde el principio, a pesar de la mencionada falta de profundidad. Y entre los que destacan especialmente Alexandra Pino y Carlos Suárez.

En resumidas cuentas, una serie de horror patrio escasamente original, que quizás resulte entretenida por su formato ágil y vertiginoso, pero que podría haber sido mucho más interesante si hubiese ahondado en ese estudio de los medios contemporáneos como vehículo de la crueldad como distracción y la deshumanización que conlleva observar la muerte de una persona a través del filtro de una aplicación de mensajería multimedia. Lo mejor, su ambientación en la maravillosa Selva de Irati navarra y la meticulosa dirección de Koldo Serra.