Título original: Nocturne (USA, 2020) Color, 90 mins.
Director: Zu Quirke
Reparto: Sydney Sweeney, Madison Iseman, Jacques Colimon, Julie Benz
La tercera entrega de la antología Welcome to the Blumhouse, producida por la popular compañía para Amazon Prime Video, que toma como premisa argumental el competitivo entorno de los músicos prodigio, que ya vimos en La perfección (2018) de Richard Shepard y en la inferior The Sonata (2018) de Andrew Desmond. En todas ellas, el nexo común es la representación de la música clásica como un conducto hacia la obsesión o una fuerza sobrenatural indefinida.
Escrita y dirigida por Zu Quirke, quien debuta en la dirección de largometrajes, Nocturno narra la historia de una talentosa estudiante de piano que compite constantemente con su hermana por ver quién es mejor y que, cegada por los celos y la frustración, realiza una especie de pacto faustiano cuando cae entre sus manos una partitura aparentemente maldita que la llevará a descubrir el verdadero coste de alcanzar la perfección artística.
Siguiendo la tónica establecida por las anteriores entregas de la serie, Nocturno se maneja más en el universo del suspense psicológico que en el del terror sobrenatural, y trata de aprovechar al máximo el aspecto psicológico de una trama obsesiva que nos enfrenta a los sacrificios y a la presión que sufren quienes tienen como meta en la vida sobresalir en cualquier disciplina.
Protagonizada de manera competente por dos rostros jóvenes y reconocibles como Sydney Sweeney y Madison Iseman, a quienes los amantes del horror reconocerán por su aparición en Along Came the Devil (2018) de Jason DeVan y Annabelle vuelve a casa (2019) , respectivamente, Nocturno tiene los elementos necesarios para crear una buena película de suspense psicológico y, si además, te preocupas especialmente de aderezarla con algunas gotas aquí y allá de terror sobrenatural, todo el conjunto mejora considerablemente. Lamentablemente, Quirke no parece muy dispuesta a arriesgar su cómodo estatus de melodrama de adolescentes y las dosis de horror son realmente minúsculas, aunque ciertamente bien colocadas. La introducción de la partitura de tintes faustianos es, sin duda, su mejor acierto. Obviamente, no es una premisa enteramente original y el recuerdo de la magistral obra literaria de Goethe flota en la atmósfera de Nocturno como un miasma. Pero, mientras el original de Goethe trataba sobre el acceso al conocimiento, esta película trata sobre el resentimiento y la envidia, la protagonista ya poseé el talento y no necesita la partitura para ser mejor, sino para superar a su hermana. Pero, las referencias están ahí y son innegables.
El problema aparece cuando una vez consumida y agotada la parte inicial de la película, más centrada en indagar sobre la competencia en las escuelas de arte y la futilidad de dedicarle tanto esfuerzo a una disciplina que es apenas apreciada, Quirke se ve incapaz de desarrollarla como es debido. Nunca llega a suceder nada realmente impactante, nada que suba el nivel de intensidad, o esa vuelta de tuerca que nos deje sobrecogidos en el sofá. Nada. Una sucesión de situaciones que se suceden unas a otras; con fluidez, es cierto, pero completamente insustanciales. Por un lado, tenemos esa cuidada estética ambiental de academia siniestra del Suspiria (2018) de Luca Guadagnino, que con la excepción de un par de momentos, nunca llega a ser verdaderamente inquietante. La monotonía acaba siendo la nota predominante. A pesar de todo, Nocturno es la película más interesante de las que nos ha brindado la antología Welcome to the Blumhouse.