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Imagen por cortesía de © Paramount Pictures | Paramount Pictures Spain

#CriticadeMiedo

Smile

Smile, es un oscuro thriller de terror inmensamente bien hecho, de un pesimismo aterrador y que explora el trauma como tema narrativo, partiendo de una sencilla premisa: si ves a alguien suicidarse delante de ti, quedas marcado como el siguiente. Un film que oscila entre el horror elevado y el terror de maldiciones de la primera década del siglo XXI y que asusta de verdad, culminando en un tercer acto escalofriante e impactante.

Título original: Smile (USA, 2022) Color, 115 mins.
Director: Parker Finn
Reparto: Sosie Bacon, Jessie T. Usher, Kyle Gallner, Robin Weigert

★★✰✰ Smile (2022) on IMDb


Precedida de una exitosa promoción que incluía camuflar sonrientes actores entre los espectadores norteamericanos de varios partidos de béisbol y fútbol americano, la ópera prima de Parker Finn es un thriller psicológico que propone una aproximación en clave de película de terror al trauma y cómo su presencia, cuando irrumpe en la vida de una persona, determina su juicio y su estabilidad emocional a partir de ese momento.

Basada en un galardonado cortometraje del propio Parker Finn, titulado Laura Hasn’t Slept (2020), Smile centra su trama en una joven psiquiatra (Sosie Bacon) que es testigo del sobrecogedor suicidio de una paciente (Caitlin Stasey), quien se corta el cuello asegurando que algo maligno la persigue, mientras sonríe sin cesar, y ve cómo su cordura comienza a ser amenazada cuando padece una serie de alucinaciones en las que observa la misma sonrisa siniestra entre las personas que se cruzan en su vida, incapaz de decir si lo que está experimentando está en su mente o es real.

Con fuertes reminiscencias de la japonesa The Ring (El círculo) (1998) de Hideo Nakata y todas sus imitaciones posteriores sobre maldiciones que te persiguen y de las que resulta imposible deshacerse (como la mucho más interesante It Follows (2014) de David Robert Mitchell o el mismo remake norteamericano de The Ring (La señal) de Gore Verbinski), en términos de originalidad Smile no resulta un alumno aventajado. Sin embargo, la exploración que propone del trauma, partiendo de una premisa sencilla: si ves a alguien suicidarse, quedas marcado como el siguiente, funciona mejor de lo esperado. Y además cuenta con algún que otro susto inesperado que contribuye a elevar el conjunto.

Aunque tanto la campaña publicitaria, como el tráiler oficial, centraron el peso la trama en el poder terrorífico de la espeluznante sonrisa, en realidad, el guión de Finn gira alrededor del trauma emocional e incluso hace un intento elogiable de denunciar el estigma en torno a la enfermedad mental y el rechazo que ésta produce en la sociedad. Smile enhebra con destreza la aguja entre la espectacularidad de sus artificios para generar desasosiego y la delicadeza de la joven psiquiatra interpretada por Sosie Bacon. Un personaje principal desarrollado lo justo para que resulte creíble dentro de la categoría de «mujer neurótica», tan típica de la década de los 70. Es decir, un personaje femenino víctima de emociones inestables, objeto de recelos y, por lo tanto, susceptible de trastornos inimaginables.

Afirmar que Smile se sustenta sobre los hombros de Sosie Bacon no es revelar nada sorprendente. La hija del célebre actor Kevin Bacon se convierte en el perfecto hilo conductor de una historia donde el trauma es el eje del contagio maligno y los numerosos registros expresivos de la actriz nos permiten explorar a través de ella los numerosos clichés del horror tocados en la película: desde la confusión entre realidad y ficción, la soledad de la desconfianza, el descenso a la locura y la muerte propia como inevitable desenlace final.

A nivel técnico, Smile destaca por encima de la mayoría de los largometrajes de temática similar gracias a la fotografía de Charlie Sarroff y su uso de un enfoque poco nítido, repleta de encuadres aberrantes que sitúan a los actores en el centro de la pantalla con un efecto desconcertante. La escena más impactante de la película es el mejor ejemplo de ello. Consistente en un plano de Caitlin Stasey con la cabeza inclinada hacia abajo y los ojos fijos mirando a cámara por debajo de las cejas, antes de sonreír de manera macabra, en una técnica que en cine se conoce como «The Kubrick Stare» (la mirada de Kubrick). La sonrisa se vuelve escalofriante para los espectadores que esperan verla más a menudo, sin embargo a lo largo del metraje ésta queda como un simple macguffin que además no siempre es aprovechado como debiera.

Resumiendo, Smile es un oscuro y pesimista thriller de terror psicológico efectivamente espeluznante, con algunos sustos y muertes creativas. Un film que oscila entre el horror elevado y el terror de maldiciones de la primera década del siglo XXI, que quizás no invente la rueda pero que asusta de verdad, culminando en un tercer acto escalofriante e impactante, aunque los espectadores más avezados lo hayan visto venir de antemano.




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Escritor y amante de cine de terror. Superfan de las películas de zombies, cuantos más zombies, mejor. Desde mis ojos, cuatro décadas viendo cine de terror os contemplan.