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Imagen por cortesía de © Universal Pictures | Universal Pictures International

#CriticadeMiedo

Llaman a la puerta

Aséptico thriller de invasiones del hogar, con tintes de suspense apocalíptico, muy cercano en tono y forma a otros films del propio M. Night Shyamalan, que como viene siendo habitual se diluye en la estupidez fundamental de una premisa que desafía toda lógica y que termina obteniendo lo contrario de lo que pretende: en vez de atrapar al espectador en el dilema moral propuesto, lo aleja emocionalmente colocándole en una posición de observador desapasionado.

Título original: Knock at the Cabin (USA/CHN, 2023) Color, 100 mins.
Director: M. Night Shyamalan
Reparto: Dave Bautista, Jonathan Groff, Ben Aldridge, Nikki Amuka-Bird

★★✰✰ Knock at the Cabin (2023) on IMDb


Estrenado dos años después de su anterior película Tiempo (2021) crítica y con un impasse televisivo por medio, el último film de M. Night Shyamalan es un thriller de suspense apocalíptico, basado en una galardonada novela de Paul Tremblay de 2008, titulada en España La cabaña del fin del mundo, que funciona como una especie de metáfora sobre el fatalismo y las preconcepciones morales de la sociedad.

Mezcla de distintos tropos del género fantaterrorífico, Llaman a la puerta comienza como un típico film de invasiones hogareñas, en este caso una idílica cabaña de verano junto a un lago, donde un matrimonio del mismo sexo y su pequeña hija adoptada pasan unas tranquilas vacaciones, hasta que reciben la visita de cuatro extraños que asaltan con violencia la casa para hacerles una propuesta, a priori, demencial que introducirá la tortura psicológica y la muerte en sus vacaciones.

Es Llaman a la puerta una de esas películas, como casi toda la producción de Shyamalan, que no dejan indiferente a nadie, ni para bien, ni para mal. Cada encuadre, cada movimiento de cámara, están explotados al máximo con esa finalidad. Como el mismo comienzo de la película, donde la pequeña niña protagonista (Kristen Cui) se encuentra atrapando saltamontes en un enorme tarro de cristal hasta que se le acerca un hombre de aspecto amenazador (Dave Bautista) para entablar una extraña conversación, preñada de falsa suavidad y de un sencillo juego en torno a una flor, que sirve de apertura para introducir la amenaza que penderá sobre su cabeza y la de sus padres a partir de ese momento. Un juego que rememora una de las escenas más perturbadoras de la historia del género terrorífico, con el famoso monstruo de El doctor Frankenstein (1931) deshojando una flor junto a una inocente niña, antes de que el primero termine arrojando a la niña a las aguas del río.

Como Shyamalan es conocido por su afición a subvertir sus propias historias y sus personajes, rápidamente la premisa de invasión del hogar deja paso a una trama de terrores apocalípticos y suspense psicológico, en la que se presenta a los invasores como un grupo de personas comunes obligados a convertirse en monstruos, ofreciendo un dilema moral prácticamente imposible que da pie a las primeras zozobras de la película. No ya tanto argumentales: el director introduce por primera vez la posibilidad de que todo sea una especie de psicosis colectiva, lo cual refuerza la negativa generalizada a cumplir con las demandas, para luego disipar la incertidumbre en una explícita escena que muestra una especie de destello divino detrás de los invasores; sino también narrativas: la excusa para la invasión es de una ridiculez tal que, a medida que se van ofreciendo las oportunas explicaciones, los agujeros en la historia y las dificultades para mantener el suspense, tan brillantemente construido en los primeros compases, comienzan a aparecer como un sarpullido.

Del mismo modo, Shyamalan introduce también un engañoso mensaje sobre la intolerancia homofóbica a través de un puñado de banales y bajoneros flashbacks que remiten a las vicisitudes sufridas en el pasado por los padres homosexuales hasta llegar al momento presente. Pero que no conducen a ninguna parte en el meollo de la historia, por mucho que se esfuerce por meter con calzador una conexión entre esta subtrama y uno de los invasores, cuya relevancia se queda además sin esclarecer.

En el aspecto técnico, aparte de destacar el ambiente malrrollero creado por la banda sonora de la compositora islandesa Herdís Stefánsdóttir, Llaman a la puerta resulta un ejercicio de estilo más que satisfactorio, la pareja de directores de fotografía Jarin Blaschke y Lowell A. Meyer introducen al espectador en un caleidoscopio de desenfoques y ángulos inquietantes para subrayar el aislamiento de los protagonistas y el escenario claustrofóbico del interior de la cabaña, antes luminoso y placentero. El único problema radica en que todo está rodado con demasiada pulcritud, incluso las escenas más aterradoras quedan generalmente fuera de campo, lo que hace que el espectador no se implique emocionalmente en ellas y termine presenciando todo el asunto como un observador desapasionado.

En resumidas cuentas, Llaman a la puerta es un aséptico thriller de invasiones del hogar, con tintes de suspense apocalíptico, muy cercano en tono y forma a otros films del propio M. Night Shyamalan, como Señales (2002) o la mencionada Tiempo en las que sendas familias se enfrentan a amenazas invisibles, tan urgentes como inevitables, que ponen a prueba su unidad parental. Y que, como en otras tantas ocasiones en la filmografía de Shyamalan, se diluye en la estupidez fundamental de su surrealista propuesta y decepciona en sus conclusiones, no tanto por la intencionada ausencia de imágenes impactantes o la aplicación de ciertos efectos visuales muy poco convincentes, sino porque el cineasta se empeña en cerrar la película con un desenlace ambiguo, pero curiosamente sin sorpresas.




terrorbit
terrorbit
Escritor y amante de cine de terror. Superfan de las películas de zombies, cuantos más zombies, mejor. Desde mis ojos, cuatro décadas viendo cine de terror os contemplan.