Título original: A Haunting in Venice (USA/UK/ITA, 2023) Color, 103 mins.
Director: Kenneth Branagh
Reparto: Kenneth Branagh, Tina Fey, Michelle Yeoh, Jamie Dornan
La extensa obra literaria de Agatha Christie ha generado innumerables adaptaciones teatrales, televisivas y cinematográficas. Sagas notables, como las protagonizadas por Peter Ustinov en el papel de Hércules Poirot o Margaret Rutherford como Miss Marple, sus dos personajes más emblemáticos, han perdurado en la memoria de los espectadores con películas inolvidables como El tren de las 4:50 (1961) , Después del funeral (1963) , Muerte en el Nilo (1978) o Muerte en el Nilo (1978) . Películas llenas de asesinos implacables y crueles, pero muy alejadas del género del horror.
Sin embargo, la escritora inglesa también contribuyó a popularizar algunos de los tropos que hoy asociamos con el género cinematográfico de horror. Diez negritos (1945) de René Clair, basada en la novela homónima, podría considerarse como el prototipo de muchas películas slasher que ganaron popularidad en los años setenta y ochenta. Un grupo variopinto de desconocidos, aislados en un escenario aislado y llevados allí por un asesino misterioso, quien los irá matando uno a uno movido por la venganza, al compás de una espeluznante canción infantil. En Noche eterna (Editorial Molino, 1968), adaptada al cine como La noche sin fin (1972) por Sidney Gilliat, Christie describe a un protagonista con tendencias sociópatas. Y no es la primera vez que la escritora emplea el recurso del villano-protagonista, tan característico en los thrillers de terror, situándolo junto a su joven esposa en un terreno marcado por una maldición gitana, donde pronto comienzan a acumularse los cadáveres.
En su tercera adaptación de una novela de Agatha Christie, Kenneth Branagh ha decidido apartarse de la típica narrativa del género detectivesco para explorar elementos del horror. Traslada a la pantalla la penúltima novela que la autora dedicó a su personaje más emblemático, el detective belga Hércules Poirot. Un relato que en España llevó por título Las Manzanas (Editorial Molino, 1985), situado durante las festividades de Halloween y cuya trama está repleta de convencionalismos del terror popular o folk horror, que el cineasta irlandés ha desmontado y reinventado, junto al guionista Michael Green.
Partiendo del material original de “Las Manzanas” y su ingeniosa mezcla de elementos detectivescos y de horror, Branagh y Green van un paso más allá y construyen su propia narrativa de horror sobrenatural. La clásica fábula de “Pedro y el lobo”, protagonizada por Poirot y Ariadne Oliver, una escritora de novelas policíacas y amiga de toda la vida, se transforma en una historia de sesiones de espiritismo y venganzas ultraterrenales que la pareja Poirot-Oliver deberá descifrar, con los decrépitos palazzos de la ciudad de Venecia como escenario. Y que quizás tenga más similitudes con El misterio de Pale Horse (Editorial Molino, 1962), otra novela de Agatha Christie centrada en el espiritismo y también protagonizada por Ariadne Oliver.
La trama de Misterio en Venecia se sitúa poco tiempo después de los acontecimientos de Muerte en el Nilo (2022) y sigue a un Hércules Poirot (Kenneth Branagh) retirado de la investigación y semi-recluido en Venecia, que recibe la visita de Ariadne Oliver (Tina Fey) para invitarle a asistir a una sesión de espiritismo en un antiguo palazzo propiedad de Rowena Drake (Kelly Reilly), una ex-cantante de ópera, y supuestamente encantado por viejos fantasmas infantiles. Donde, en la víspera de Todos los Santos, una famosa médium (Michelle Yeoh) intentará contactar con el espíritu trágicamente fallecido de la hija de Rowena. La situación se complica cuando uno de los participantes es asesinado, llevando a Poirot a utilizar sus agudos poderes deductivos para atrapar al asesino y evitar nuevas víctimas.
Aunque mantiene la estructura detectivesca clásica de “¿quién lo hizo?” o whodunnit, Misterio en Venecia se presenta como un pastiche que mezcla elementos de horror sobrenatural. Poblada de médiums, sesiones de espiritismo, y máscaras fantasmagóricas, la película se sumerge en los oscuros rincones de una Venecia, muy inspirada en la que tan maravillosamente retrató Nicholas Roeg en Amenaza en la sombra (1973) . Este cambio del escenario británico original y el acertado giro al cine de terror fantasmagórico convierten añaden atractivo a la adaptación, pero también la alejan del ingenio del original literario. Y el resultado final resulta entretenido con un toque oscuro, pero sin sorprender.
Kenneth Branagh no innova especialmente en el uso de los tropos del horror. Los planos holandeses, las perspectivas forzadas, los juegos de luces y sombras, y los efectos de sonido para generar sobresaltos son correctos pero convencionales. Se destaca cierta originalidad en algunos primeros planos de objetos significativos, como un siniestro reloj de cuco, que son utilizados para ir desgranando la intriga y, al mismo tiempo, construir esa atmósfera fantasmagórica y de irrealidad que impregna cada escena. En este sentido, el director de fotografía Haris Zambarloukos, emplea composiciones donde los propios actores sirven como divisores del plano, creando fotogramas adicionales dentro del fotograma. Se trata de un escenario en el que es fácil perderse en retruécanos sombríos y pistas sobrenaturales, que a ratos parecen más cercanos a la obra de John Dickson Carr que a la de Agatha Christie.
Misterio en Venecia es la mejor de las películas de Kenneth Branagh sobre Hércules Poirot y, sobre todo, la más divergente de las adaptaciones cinematográficas sobre la obra de Agatha Christie. En la cual, como en las películas anteriores, el reparto juega un papel crucial para su éxito de audiencia. Estrellas de la talla del propio Kenneth Branagh, Michelle Yeoh, Tina Fey, Jamie Dornan o Kelly Reilly, ayudan a que el público acuda a las salas, y Branagh explota a la perfección los elementos terroríficos con los que salpica el suspense detectivesco.
El detective Hércules Poirot, mostrado aquí de manera más sombría y taciturna de lo habitual, ha visto demasiadas veces la oscuridad en la naturaleza humana, como para creer en la existencia de una vida después de la muerte y en fantasmas. A pesar de ello, la película plantea con acierto la posibilidad de que Poirot abandone por un momento su lógica y células grises para considerar la existencia del más allá. Aunque, al final reafirme su compromiso con la resolución del misterio: “¡Que nadie se vaya hasta que sepa quién la mató!”