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Imagen por cortesía de © Shudder | Adso Films

#CriticadeMiedo

Vermin: La plaga

Típica serie B terrorífica y ópera prima de su director, que explota la atracción/repulsión universal que despiertan los arácnidos y le suma los claustrofóbicos escenarios de un ruinoso edificio social parisino. Con aciertos francamente memorables como un oscuro pasillo plagado de arañas mortales, que los protagonistas tienen que cruzar para buscar la salvación antes de que finalice el temporizador de la luz. Lástima que su distribución en cines fuese reducísima, aunque ha obtenido una merecidísima segunda vida tras su estreno en formato de video bajo demanda.

Título original: Vermines (FRA, 2024) Color, 119 mins.
Director: Sébastien Vaniček
Reparto: Théo Christine, Sofia Lesaffre, Jérôme Niel, Lisa Nyarko

★★★✰✰ Infested (2023) on IMDb


En su constante esfuerzo por impresionar al espectador, el cine de terror y fantasía ha recurrido a animales peligrosos y no tan peligrosos como mecanismo para generar el miedo colectivo en la audiencia. Dentro del subgénero de animales asesinos, existe una categoría con personalidad propia como es la de los bichos. Desde las epopeyas catastrofistas como Cuando ruge la marabunta (The Naked Jungle, 1954) o El enjambre (The Swarm, 1978) , pasando por thrillers distópicos como Sucesos en la IV fase (Phase IV, 1974) o Nido subterráneo (The Nest, 1987) , hasta los terrores viscosos de Squirm. Gusanos asesinos (Squirm, 1976) y Slugs, muerte viscosa (Slugs, 1988) , abejas, gusanos, cucarachas y hormigas han sido responsables de algunas de las pesadillas cinematográficas más aterradoras de la historia del cine.

Y, por supuesto, las arañas. La aracnofobia es una de las fobias más comunes y probablemente la fobia a animales más extendida. Inicialmente, su representación en la gran pantalla era exagerada y monstruosa, amplificando su apariencia amenazante para crear mayor tensión y miedo en la audiencia. Películas significativas como Tarántula (Tarantula, 1955) de Jack Arnold, El increíble hombre menguante (The Incredible Shrinking Man, 1957) y La araña (Earth vs the Spider, 1958) mostraban al ser humano amenazado por arácnidos de proporciones descomunales. Después, en la década de los setenta, John ‘Bud’ Cardos presentó a las arañas con su terrorífica apariencia natural Tarántula (Kingdom of the Spiders, 1977) , una película de serie B, protagonizada por William Shatner, donde una invasión de tarántulas asesinas sembraba el pánico en una zona rural de Arizona. A esta le siguieron imitaciones inferiores como Tarantulas: The Deadly Cargo (1977) de Stuart Hagmann y, más tarde, ya en los noventa, llegó Aracnofobia (Arachnophobia, 1990) de Frank Marshall. Un hito en la historia del subgénero, con evidentes influencias del cine de Steven Spielberg y producida por Kathleen Kennedy (colaboradora cercana de Spielberg y esposa de Marshall). Esta comedia de terror familiar propuso un ataque de arañas venenosas sudamericanas en un pequeño pueblo de California y obtuvo un gran éxito de taquilla y de crítica, lo que sirvió para convertirla en un clásico del terror de los noventa. A Aracnofobia le seguirían otras películas de arañas asesinas, con mayor o menor éxito, como Arachnid (2001) , Arac Attack (Eight Legged Freaks, 2002) o Itsy Bitsy (2019) crítica.

Ya en el presente, en la pasada 56ª edición del Festival de Sitgess, el debutante Sébastien Vaniček sorprendió a crítica y público con Vermin: La plaga. Esta película, galardonada con el Gran Premio del Jurado (ex aequo con Stopmotion (2024) de Robert Murgan) narra la historia de un grupo de jóvenes marginales que deben enfrentarse a una plaga de arañas asesinas que se ha apoderado del ruinoso edificio social en el que viven. Se trata de un thriller de bichos asesinos que se toma muy en serio a sí mismo y que Vaniček, quizás inspirado por la también francesa La horda (La horde, 2009) de Yannick Dahan y Benjamin Rocher, utiliza como vehículo para denunciar la discriminación sufrida por las clases sociales más desfavorecidas de los suburbios parisinos, mayoritariamente compuestas por población inmigrante.

Además del mencionado filme de Dahan y Rocher, Vermin: La plaga también presenta referencias narrativas de otros terrores urbanos o suburbiales, como [REC] (2007) de Jaume Balagueró y Francotirador (Tower Block, 2012) . Estas películas comparten la premisa de un grupo de vecinos atrapados en un edificio convertido en una ratonera debido a una amenaza externa, ya sea una cuarentena policial o un francotirador invisible. Para Sébastien Vaniček, los arácnidos son la excusa perfecta para alegorizar sobre la imparable escalada de la violencia callejera en Francia. Cuantas más agresiones sufren las arañas por parte de los vecinos, más grandes y agresivas se vuelven. Una idea ingeniosa idea conceptual que funciona durante buena parte del metraje, gracias a la habilidad del director para rodar escenas de suspense y terror. Cada elemento arquitectónico y cada rincón del curioso edificio que sirve como escenario principal, ubicado en el complejo inmobiliario Les Arènes de Picasso en Noisy-le-Grand y apodado «Camembert» por los vecinos, es aprovechado por Vaniček para aumentar la tensión y la sensación de amenaza. Temporizadores de la luz que no funcionan, trasteros mal iluminados y llenos de humedad, un garaje en obras… todo se convierte en herramientas perfectas para mantener al espectador en vilo y provocar esa desazón primaria que producen los bichos en general, y las arañas en particular.

La primera mitad de Vermin. La plaga refleja este interés por el comentario y la denuncia social y se centra en Kaleb (Théo Christine), un joven que lidia con el duelo por el fallecimiento de su madre y con una terca ruptura afectiva con su hermana Manon (Lisa Nyarko), con quien no sabe cómo compartir sus sentimientos, y con su amigo de la infancia (Finnegan Oldfield). Por otro lado, Kaleb sufre el aislamiento y el acoso que vive su comunidad a manos de las autoridades y de un casero aporofóbico que lo acusa de traficar con drogas cuando, en realidad, se dedica a vender zapatillas de imitación. La historia da un giro vertiginoso cuando Kaleb adquiere una araña exótica para su colección de insectos, sin saber que se trata de una especie extremadamente peligrosa, que se reproduce a una velocidad alarmante y es capaz de aumentar su tamaño con cada generación para protegerse de las amenazas de su entorno.

En su mayoría, Vermin: La plaga se sostiene como puro entretenimiento, con sus gigantescas arañas acumulando cadáveres de vecinos a través de sus picaduras y utilizando los cuerpos como lugares para su masiva puesta de huevos. Además, actúa como una crítica social al retratar a una policía de estilo fascista que impone una despiadada cuarentena, aislando a los vecinos y dejándolos desamparados ante la amenaza mortal. En este sentido, Vaniček no aclara si las «alimañas» del título se refieren a los arácnidos, a la población marginal o a la propia policía. O quizás a todos ellos. Un recurso muy interesante que proporciona una dimensión distinta a la película dependiendo del punto de vista del que se observe. Al fin y al cabo, los arácnidos solo se defienden de las agresiones de su entorno, los vecinos hacen lo propio ante la invasión, y las fuerzas del orden intentan contener una situación que se encamina a hacia una catástrofe medioambiental.

Desafortunadamente, Sébastien Vaniček muestra algo de su inexperiencia, especialmente en la segunda mitad de la trama, al recurrir a explicaciones innecesarias y a algunas elipsis narrativas apresuradas que hacen que el potencial inicial se diluya y el ritmo se torne atropellado. Además, el guion adolece de cierta falta de credibilidad, presentando varias incongruencias que restan frescura y hacen que la película pierda fuerza a medida que las arañas crezcan y se multipliquen de manera bastante improbable. Para colmo, el desenlace resulta bastante anticlimático después de los tensos momentos de supervivencia vividos anteriormente.

Con todo, el director parisino se maneja con soltura en el género y logra reunir un buen puñado de imágenes espeluznantes que ponen la piel de gallina sin recurrir a excesivos artificios. No en vano, Sébastien Vaniček ha sido elegido por el propio Sam Raimi para dirigir la próxima entrega de la saga Evil Dead. En definitiva, mientras esperamos el estreno este mes de la otra película que cuenta con arañas como protagonistas: la australiana Sting. Araña asesina (2024) , cualquiera que se estremezca mínimamente ante la presencia de un arácnido de cierto tamaño, sabrá apreciar el valor para impresionar de Vermin: La plaga. Por supuesto, aracnofóbicos, abstenerse.




terrorbit
terrorbit
Escritor y amante de cine de terror. Superfan de las películas de zombies, cuantos más zombies, mejor. Desde mis ojos, cuatro décadas viendo cine de terror os contemplan.