Título original: Sous la Seine (FRA, 2023) Color, 104 mins.
Director: Xavier Gens
Reparto: Bérénice Bejo, Nassim Lyes, Léa Léviant, Sandra Parfait
Como viene siendo habitual, con la llegada del verano, se produce una curiosa proliferación de películas sobre tiburones asesinos que, todavía hoy, intenta aprovechar el descomunal éxito del clásico Tiburón (Jaws, 1975) de Steven Spielberg. En general, se trata de producciones de bajo presupuesto cuyas pretensiones se limitan a completar la oferta de los catálogos de las plataformas de video streaming y tratar de superar en la medida de lo posible sus costes de producción. Algunos ejemplos recientes incluyen Atrapados en el abismo (No Way Up, 2024) de Claudio Fäh, Something in the Water (2024) de Hayley Easton Street, The Last Breath (2024) de Joachim Hedén. Y, también, la última película dirigida por el francés Xavier Gens, uno de los precursores del «Nuevo extremismo francés».
Entre los aficionados al cine de terror, Xavier Gens es sinónimo de horror extremo y sin concesiones a las exigencias de la industria o del público. Nacido en Dunquerque, Gens debutó en la pantalla grande con Frontera(s) (Frontière(s), 2007) , una película que formó parte del grupo de films franceses que, a comienzos del siglo XXI, dieron origen a la corriente denominada «Nuevo extremismo francés». Junto a Alta tensión (Haute tension, 2003) de Alexandre Aja, Ellos (Ils, 2006) de David Moreau y Xavier Palud, Al interior (À l’intérieur, 2007) de Julien Maury y Alexandre Bustillo, y, por último, Mártires (Martyrs, 2008) de Pascal Laugier, todas estas películas se caracterizan por su elevado contenido de violencia brutal, que en muchas ocasiones provocó que espectadores abandonaran la sala, afectados o indignados por lo que estaban presenciando. Además, Frontera(s), introdujo un marcado contenido político, que se sumaba al tono de nihilismo transgresor generalizado en el «Nuevo extremismo francés», al narrar la historia de un grupo de jóvenes franco-árabes que, aprovechando las violentas manifestaciones parisinas contra un gobierno de extrema derecha recién elegido, deciden perpetrar un robo. Durante su huida de la policía, son secuestrados y torturados por una familia de neonazis que vive en una despoblada zona rural del país.
Con esa predilección por la denuncia socio-política y el cine de terror más extremo que le caracteriza, Xavier Gens presenta su particular incursión en el subgénero de tiburones asesinos, también conocido como sharksploitation, con En las profundidades del Sena. Un thriller de terror con tintes ecológicos estrenado por la plataforma Netflix, que narra la historia de Sophia (Bérénice Bejo), una bióloga marina especializada en la adaptación al cambio climático mostrada por algunos tiburones mako y cuya investigación en el llamado «séptimo continente», una isla de basura plástica que flota a la deriva en las aguas del Pacífico Norte, acaba en tragedia. Años más tarde, Sophia descubrirá que uno de los tiburones de su estudio se encuentra sembrando el terror en las aguas del río Sena de París, justo cuando la ciudad se prepara para acoger un triatlón como anticipo a los próximos Juegos Olímpicos. A pesar de que la alcaldesa (Anne Marivin) se niega a suspender la prueba, Sophia intentará detener al tiburón con la ayuda de la policía parisina y un grupo de ecologistas que buscan liberar al tiburón en alta mar.
Con una propuesta argumental tan descabellada e inverosímil como la presencia de un tiburón mako (conocido como marrajo en el Mediterráneo), en las aguas dulces del río Sena, En las profundidades del Sena podría confundirse con los bizarros mockbusters de The Asylum, como Sharknado (2013) y sus imitaciones. Sin embargo, Xavier Gens se aleja de esta serie de películas al tratar su película con toda la seriedad de la que es capaz. Incluso, logra presentar un producto moderadamente superior a la media.
El principal problema al que se enfrenta En las profundidades del Sena es su falta de originalidad. Su premisa única de trasladar la amenaza del tiburón desde su hábitat natural a un escenario urbano muy reconocido ya se ha llevado a la pantalla anteriormente en un telefilme inferior, Tiburones en Venecia (Shark in Venice, 2008) de Danny Lerner. Esta película, una especie de imitación de las aventuras de Indiana Jones, presentaba tiburones asesinos en los canales de la turística ciudad italiana. Al margen de este detalle, la trama de En las profundidades del Sena sigue el mismo camino establecido por el clásico de Steven Spielberg hace casi cinco décadas. Es decir, presenta una sucesión de ataques inesperados del tiburón, que va a acumulando víctimas mientras las autoridades, que buscan proteger sus propios intereses, se niegan a creer en su existencia, incluso a costa de una matanza. Esto lleva a una cacería del monstruo y a un final explosivo, que se adhiere al nihilismo propio del terror galo y rinde homenaje a Alexandre Aja, otro director destacado del «Nuevo extremismo francés», y su Piraña 3D (Piranha 3D, 2010) .
Por otra parte, a medida que avanza la trama y llega el momento de justificar lo que sucede en pantalla, el guion comienza a llenarse de agujeros de manera estrepitosa. Nunca se ofrece una razón plausible para la presencia del tiburón en las aguas del Sena, ni se explica cómo ha alterado su proceso de osmorregulación para nadar en aguas fluviales. Además, Xavier Gens tampoco desarrolla lo suficiente a los personajes principales, lo que impide que el espectador se conecte con alguno de ellos. Bérénice Bejo, actriz galardonada con un premio César a la Mejor Interpretación y nominada al Oscar como Mejor Actriz de Reparto, y a quien los aficionados pueden reconocer de la comedia de zombies ¡Corten! (Coupez!, 2022) , se encuentra como pez fuera del agua en su papel de acción. El resto del reparto resulta tan anodino como estereotipado: el policía con un pasado atormentado, el político villano, los activistas irresponsables, etc.
Es cierto que las películas sobre ataques de tiburones no destacan por la profundidad de su guion y, de hecho, cuanto más simple sea, mejor suelen funcionar. Historias como la de una pareja de buceadores abandonados en aguas infestadas de Open Water (2003) de Chris Kentis, o la de una surfista acorralada en una boya por una gran tiburón blanco de Infierno azul (The Shallows, 2016) , han sobresalido precisamente por su extrema simplicidad argumental. En las profundidades del Sena también parte de una premisa simple, al menos en un principio: ¿Qué pasaría si hubiera un tiburón en el Sena?. Sin embargo, el marcado mensaje ecologista que motiva la mayoría de las decisiones de los personajes, las abundantes referencias y homenajes a otras películas sobre tiburones, y los giros inverosímiles respecto a la fisiología del tiburón protagonista, van complicando el guion y abriendo arcos narrativos y subtramas que Gens y su equipo de escritores no se molestan en cerrar, dejando incluso la posibilidad de una secuela.
Sin embargo, siendo Xavier Gens un realizador muy visual, En las profundidades del Sena nos deja algunas imágenes memorables, cortesía del director y de la estilizada fotografía de Nicolas Massart. Su esfuerzo por introducir un mensaje ecologista tiene como resultado una de las escenas de terror submarino más curiosas de los últimos tiempos: el equipo de Sophia siendo atacado por un tiburón en la isla de basura, que culmina con Sophia emergiendo del agua ensangrentada, o un ataque en las fantasmagóricas catacumbas parisinas que convierte a un grupo de activistas ecológicos en carnada para tiburones, elevan el atractivo de una película que, por lo demás, no depara muchas sorpresas.
En definitiva, los espectadores más habituados al cine de tiburones probablemente no se impresionen demasiado con En las profundidades del Sena. Después de todo la sombra de Tiburón es muy alargada y tratar de replicar su éxito no resulta tarea sencilla. Sin embargo, aquellos que busquen una película sin complicaciones, típica de la oferta estival de Netflix, seguramente encuentren esta experiencia parcialmente entretenida.