Título original: Håndtering av udøde (NOR/SWE, 2024) 97 mins.
Director: Thea Hvistendahl
Reparto: Bjørn Sundquist, Renate Reinsve, Bente Børsum, Olga Damani
El escritor sueco John Ajvide Lindqvist alcanzó un merecido reconocimiento con la publicación de su novela Låt den rätte komma in (Déjame entrar. Editorial Espasa, 2008). La obra, que combina terror y humanismo, narra la amistad entre un adolescente y una vampira recién llegada a su edificio, aportando un enfoque fresco y original a la literatura de vampiros. Su éxito también se reflejó en la adaptación cinematográfica Déjame entrar (Låt den rätte komma in, 2008) , dirigida por Tomas Alfredson. Posteriormente, la historia fue reimaginada en un remake estadounidense, Déjame entrar (Let Me In, 2010) , dirigido por Matt Reeves y en una serie televisiva de 2022 para SkyShowtime, creada por Andrew Hinderaker.
Un año después de la publicación de Déjame entrar, Lindqvist escribió su segunda novela, Hånteringen av odöda (Descansa en paz. Editorial Espasa, 2009), en la que intentó aplicar el mismo enfoque humanista y subversivo al mito de los muertos vivientes. Sin embargo, en esta ocasión, su recepción fue menos entusiasta y no logró alcanzar el mismo impacto emocional que su predecesora.
Descansa en paz marca el debut en el largometraje de la directora noruega Thea Hvinstendahl y está basada en la segunda novela de John Ajvide Lindqvist, quien también coescribe el guion. La película narra una historia coral que sigue a tres familias, muy diferentes entre sí pero unidas por un vínculo común: el dolor por la pérdida de un ser querido. Un día extremadamente caluroso en Oslo y tras una serie de fenómenos electromagnéticos inexplicables, las tres familias observan cómo sus familiares recién fallecidos regresan a la vida, obligándolas a enfrentarse a las inesperadas y complejas consecuencias de dicho regreso.
Bastante alejada del cine estereotipado de zombies, Descansa en paz es un drama con elementos de terror que se enfoca más en el dolor y la conexión humana que se establece entre los vivos y los muertos vivientes, que en el horror convencional asociado a la figura del zombie. Un drama cotidiano que recuerda a The Innocents (De uskyldige, 2021) , otra película escandinava producida por la productora fundada por Lars Von Trier, Zentropa. Sobre todo, por el tono melancólico que las envuelve, su atmósfera de horror elevado y porque ambas películas exploran las consecuencias realistas de un evento antinatural. En el film de Eskil Vogt, el horror se construye a partir de la subversión del tropo de los superhéroes, reflejado en un grupo de niños que descubren que tienen poderes psíquicos y comienzan a jugar y experimentar con ellos con consecuencias funestas. Mientras que en el de Hvinstendahl, la subversión del horror se manifiesta en las familias que ven cómo regresan sus seres queridos convertidos en muertos en vida y el coste terrible que tienen que pagar por ello por mucho que se alegren de volver a tenerlos a su lado.
La diferencia entre las dos películas radica en que, mientras Vogt movía la cámara con intencionalidad para generar el mayor impacto, la directora noruega opta por explorar las interacciones de las familias con una parsimonia deliberada que termina por caer en un ritmo excesivamente lento y contemplativo, volviéndose tedioso y casi torturador por puro aburrimiento. A esto se suma la necesidad de suspender la incredulidad al inicio de cada historia, no solo por la reanimación de los muertos, sino por las reacciones irracionales de algunos personajes frente al regreso de sus difuntos. Un abuelo (Bjørn Sundquist) no se asusta al escuchar al cadáver de su nieto golpear la tapa de su ataúd; en su lugar, toma una pala y lo desentierra en plena noche. Una anciana lesbiana (Bente Børsum), que acaba de asistir al funeral de su pareja, apenas se sorprende al verla de regreso en casa, e incluso la prepara el almuerzo. Es cierto que se trata de personajes desesperados y destrozados por el dolor, pero resulta difícil creer que nadie se horrorice ante las evidentes señales de que algo no está bien y la actitud distante del regresado, o esté particularmente extrañado y se cuestione el sorprendente suceso.
Por otra parte, como espectadores, nos encontramos frente a la espinosa posición de saber lo que significan esos cuerpos grises, consumidos por la putrefacción y apenas animados por una leve respiración. Aunque Hvistendahl nunca utilice la palabra «zombie», entendemos perfectamente su naturaleza y funcionamiento. Lo que conduce a una gran frustración a la hora de ver cómo los protagonistas ignoran este detalle y se empeñan en alimentarlos, en abrazarles, en jugar con ellos. A pesar de que manejar a los no-muertos nunca termina bien (en este punto se entiende su título original). Para colmo, y como era de esperar, cuando todo sucede exactamente como se anticipa, lo hace sin sustos ni sobresaltos. Sin generar ni un ápice de terror genuino. Aunque haya cadáveres ambulantes en la película y algunos reaccionen de manera hostil, los pocos sustos que ofrece Descansa en paz resultan inofensivos y muy poco relevantes. De hecho, en el tercer acto, cuando la trama da un sutil giro hacia tropos de zombies más convencionales, no solo falla en añadir algo memorable, sino también provoca problemas de ritmo en una película que, hasta ese momento, había mantenido una cadencia precisa y controlada.
En definitiva, Descansa en paz es una sombría muestra de terror elevado sobre el duelo y también sobre cómo una posible resurrección no alivia el dolor, sino que lo agrava. Thea Hvinstendahl sugiere que la desesperación por aferrarse al pasado es lo que perpetúa el sufrimiento. Y que, como evidentemente nadie regresa de la muerte, la aceptación de esta realidad es fundamental para superar el dolor y seguir adelante.
Pero, claro, los espectadores fueron a ver una película de terror. Es cierto que Descansa en paz cuenta con un par de escenas inquietantes, como la que involucra a una mascota o la visceral reacción de una madre (Renate Reinsve) cuando ya no puede soportar más la ausencia de su hijo muerto. Ambas escenas sorprenden por su eficacia para poner los pelos de punta en medio de la sobriedad general, pero son rápidamente relegadas a un segundo plano, para continuar con el discurso sobre el sufrimiento que padecen los personajes.
El principal desafío al que se enfrenta el terror elevado, en su propuesta de temas complejos de la condición humana y su acercamiento a través del horror, es lograr un equilibrio entre la profundidad temática y la capacidad de entretener. El simbolismo y los subtextos que suelen acompañar estas películas requieren un nivel de atención y análisis que no todos los espectadores están dispuestos a entregar. Descansa en paz fracasa en este aspecto y no logra satisfacer a la mayoría de los aficionados al terror convencional, quienes probablemente habrían disfrutado más dejando «descansar en paz» esta película y eligiendo cualquier otra opción.