Título original: The Prodigy (USA/CAN, 2019) Color, 92 mins.
Director: Nicholas McCarthy
Reparto: Taylor Schilling, Brittany Allen, Colm Feore, Peter Mooney
Thriller psicológico sobre reencarnaciones, dirigido por Nicholas McCarthy, que plantea un punto de vista sobrenatural sobre el origen y la infancia de un potencial psicópata. Escrito por Jeff Buhler, un guionista que cuenta en su cartera con los remakes de La maldición: The Grudge (2020) crítica o Cementerio de animales (2019) crítica, también estrenadas a lo largo de 2019, cuenta la historia de una madre que empieza a sospechar que los motivos del extraño comportamiento de su niño prodigio podrían ser algo más siniestros de lo que jamás hubiera esperado, toma premisas de otras populares películas de reencarnaciones como La reencarnación de Peter Proud (1975) o Las dos vidas de Audrey Rose (1977) y, desgraciadamente, algo más que premisas, de Muñeco diabólico (1988) .
A pesar de su evidente falta de originalidad, The Prodigy se presenta como una película de terror competente, con actuaciones que sin ser sorprendentes caen dentro de la media destacada, algún que otro susto bien colocado y, en general, un buen tono atmosférico como para mantener al espectador encogido en su asiento buena parte del metraje. Lo malo es que no parece hacer lo necesario para elevarla hacia algo más que el simple estándar. Y es que desafortunadamente, The Prodigy no hace gran cosa por desarrollar sus personajes más allá del estereotipo, desde la madre empujada a recurrir a medidas excepcionales al asesino en serie con su víctima encerrada en el sótano. La música empeñada en repetir hasta la saciedad la misma canción infantil, tampoco ayuda demasiado.
The Prodigy podría haber sido mejor película, sin duda. Algo más cercano a Buenas noches, mamá (2014) en cuanto a las sutiles pinceladas que deja sobre la existencial lucha por la identidad y la ruptura de la confianza fundamental entre madre e hijo, pero Nicholas McCarthy ignora estos puntos fuertes para sustentar la historia en los más débiles como el paulatino reconocimiento de la madre hacia la naturaleza malvada de su hijo. Algo ridículo, si lo piensas, porque antes de que aparezca el rótulo con el título los espectadores ya conocen cuál es el verdadero sentido de la trama. Así que, con buena parte del misterio desvelado y los espectadores yendo siempre por delante de la desdichada madre, a McCarthy solo le queda para crear suspense el propio desenlace de la película. Y su plan resultante es tan ridículo, que lejos de ser todo lo impactante que se esperaba, resulta completamente anticlimático.