Título original: The Meg (USA/CHN, 2018) Color, 113 mins.
Director: Jon Turteltaub
Reparto: Jason Statham, Bingbing Li, Rainn Wilson, Cliff Curtis
Cuando Steven Spielberg aterrorizase a millares de bañistas un verano de 1975, decenas de calcos de serie B y producciones más ambiciosas e igualmente fallidas han tratado de imitar el enorme éxito de taquilla y, sobre todo, la impresión que dejó entre el público ese imparable tiburón blanco devorando incautos bañistas.
Inspirada en la novela MEG (Ediciones B, 1997) de Steve Alten sobre un tiburón prehistórico de veinte metros liberado por un grupo de científicos de su prisión natural en la Fosa Mariana, Jon Turteltaub se aprovecha del capital chino para rodar un film que combina el leitmotiv del tiburón asesino con conceptos extraídos de Parque Jurásico (1993) , otra película de Spielberg, y el típico carnaval de acrobacias imposibles y testosterona a raudales de Jason Statham.
Plagada de clichés y elementos familiares en otras tantas miles de películas de tiburones y del género de catástrofes, que abarcan desde el héroe traumatizado, la ex-esposa en apuros, la madre convertida en heroína forzosa para proteger a su hija, el monstruoso tiburón atacando a todo lo que se mueve, el millonario avaricioso, Megalodón compone una delirante amalgama de situaciones, a cada cual más descabellada y anti climática, pensadas exclusivamente para el lucimiento de Statham. Como si Turteltaub, un director más impersonal que otra cosa, se olvidase de que tiene entre las manos las innumerables posibilidades terroríficas que ofrece un coloso marino y se centrase únicamente en la fórmula, casi caricaturesca, Jason Statham contra el monstruo. El problema fundamental de Megalodón se resume en este desaprovechamiento de su potencial y en su acabado neutro y bobalicón de película del verano.
En resumidas cuentas, una película fallida en todos sus frentes. En el terrorífico porque apenas se aprovecha la vis terrorífica de un tiburón de 25 metros; salvo en el tramo final, donde el calco/homenaje de Tiburón se vuelve tan evidente como inevitablemente tardío. En el plano de la acción descerebrada y divertida, porque todo parece pretencioso y forzado, especialmente los chascarrillos de Jason Statham. En lo espectacular porque todo ese capital chino de casi 130 millones de dólares no lucen en ningún momento. Resulta ejemplarizante comparar esta película con Proyecto Rampage (2018) , otra producción que también enfrenta al esforzado héroe de turno (Dwayne Johnson) a bestias gigantescas y cuya espectacularidad resulta innegable.