Título original: Ku bei (TPE, 2021) Color, 99 mins.
Director: Rob Jabbaz
Reparto: Berant Zhu, Regina Lei, Johnny Wang, Apple Chen
Nacido en Canadá, pero residente en Taiwán desde hace mucho tiempo, el guionista, director y montador Rob Jabbaz presenta su opera prima, en plena época post-pandemia de COVID-19, y descaradamente inspirada en la serie limitada de comics Crossed guionizada por Garth Ennis y dibujada por Jacen Burrows, publicada por Avatar Press entre 2008 y 2010. The Sadness, aún inédita en nuestro país, aunque pudo verse fuera de concurso en el Festival de Cine Internacional de Sitges y galardonada, en su estreno norteamericano, en el Fantasia International Film Festival celebrado en Montreal, con el premio a la Mejor Ópera Prima.
Al igual que la historia de Garth Ennis, The Sadness es una nihilista y distópica exploitation que gira en torno a una misteriosa infección que se extiende por la superpoblada Taipei y que transforma a sus habitantes en monstruos rabiosos que practican todo tipo de perversiones en forma de sangrientos asesinatos, agresiones sexuales y canibalismo. Y, en medio del caos, un joven desempleado (Berant Zhu) trata por todos los medios de mantenerse a salvo para reunirse con su novia (Regina Lei).
Desde el comienzo, The Sadness sigue la misma fórmula de las películas de brotes epidémicos y horrores corporales como Vinieron de dentro de… (1975) de David Cronenberg o The Crazies (1973) de George A. Romero, y todas aquellas imitaciones que ponen el acento en las truculencias que cometen los infectados, pero que no se olvidan de incluir algún tipo de moraleja social o política entre la sucesión de pulverizaciones de sangre y estallidos de violencia. Sin embargo, lo que la hace más aterradora es que juega con el clásico concepto del brote zombie, pero lo subvierte utilizando la crueldad como adhesivo narrativo. Los infectados de The Sadness, de alguna manera, conservan parte de su personalidad mientras pierden el control sobre sus pulsiones, por tanto, son susceptibles de tener remordimientos. Lo que se traduce en la aparición de lágrimas mientras cometen sus atrocidades y en «La Tristeza» del título original. Resulta inmensamente chocante ver a los infectados debatirse entre la liberación que supone entregarse a sus impulsos animales con una sonrisa rictus en la cara, mientras que al mismo tiempo les brotan lágrimas de tristeza por el dolor que están infligiendo a las víctimas.
En su forma más básica, The Sadness es una experiencia cinematográfica visceral que no desaprovecha ninguna oportunidad para revolver el estómago de los espectadores y poner a prueba su capacidad para ver atrocidades en pantalla. Jabbaz aglutina una serie de retablos delirantes que mezclan el gore extremo con el ingenio a la hora de filmarlos y, sobre todo, de aplicar unos impactantes efectos prácticos derramadores de litros de sangre falsa. El salvajismo comienza con un brutal ataque en un restaurante de comida rápida, para ir en aumento en un tren de cercanías de Taipei, donde víctimas e infectados se amontonan en una orgía de depravación y violencia inusitada y el claustrofóbico escenario se tiñe irremediablemente de rojo hemoglobínico. Sin duda, la parte más perturbadora y despiadada de la película. Lo malo es que, para cuando Jabbaz vuelve a subir el tono de los actos de violencia y torturas por última vez, utilizando como escenario un hospital; el amontonamiento de cadáveres resulta tan agotador y la violencia está tan extendida que deja sin sentido cualquier tipo de atracción.
Un análisis más profundo quizás pueda extraer una suerte de sátira social sobre lo poco que hace falta para que la sociedad se desmorone, víctima de la crueldad y la depravación intrínsecas al ser humano. El trasfondo pandémico y sus similitudes con la realidad que hemos vivido los últimos años: la politización de la pandemia, el negacionismo que termina agravando el problema, etc., resultan inquietantes pero no ciertamente a un nivel demasiado profundo. El horror de The Sadness radica en la crueldad humana, en el origen de la depravación de los infectados, ¿es endógena o exógena? ¿Se encuentra en nuestro interior como un instinto o es aprendida cuando hemos sido víctimas de violencia, de sadismo o de cualquier otro tipo de agresión?
A lo largo del metraje, Rob Jabbaz intenta encontrar algo importante que decir: la premisa de «La tristeza» que sienten los agresores es bastante buena y hay también algunas pinceladas de denuncia machista, cuando Regina Lei es acosada por un infectado que la ha molestado previamente camino a su trabajo. Sin embargo, The Sadness nunca sabe muy bien qué tipo de mensaje quiere transmitir. No hay suficientes lágrimas en la película como para que lo primero cale entre unos espectadores insensibilizados por la truculencia gratuita. A Jabbaz no parece importarle tanto encontrar el justo equilibrio entre el gore grotesco y la supuesta lección moral que parece querer ofrecer y que, desde la aparición del clásico de George A. Romero La noche de los muertos vivientes (1968) se convirtió en una denuncia sobre el racismo institucional, parece ser algo obligatorio entre los filmes clásicos de zombies.
Básicamente, The Sadness es una desagradable y misógina apología a la violencia exacerbada, donde cada una de sus escenas está diseñada para causar la conmoción en la audiencia y en la que la línea entre el absurdo y la eficacia de su truculencia acaba más en el campo del absurdo como para que sea tomada en serio. Tristemente, es un festival de sangre y vísceras apto únicamente para los amantes más incondicionales del terror gore extremo, y poco más.