Título original: Scream VI (USA, 2023) Color, 122 mins.
Director: Matt Bettinelli-Olpin, Tyler Gillett
Reparto: Melissa Barrera, Jenna Ortega, Courteney Cox, Jasmin Savoy Brown
Los directores Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett regresan un año más tarde con la secuela de su propia reinvención del clásico Scream (1996) de Wes Craven, coincidiendo además con el 25 aniversario de la película original, y que se convierte automáticamente, como su propio título indica, en la sexta secuela de una franquicia que, aún en nuestros días, cuenta con una capacidad de convocatoria sorprendente.
Alejándose cada vez más de la línea narrativa de parodia del ecosistema hollywoodense del slasher, que tan atinadamente imbuyeron Wes Craven y Kevin Williamson en los noventa, esta nueva entrega de la saga gira en torno a las hermanas supervivientes de la anterior matanza (Melissa Barrera y Jenna Ortega), quienes se han mudado de su ciudad natal californiana a Nueva York para huir de su terrible pasado y empezar una nueva vida, pero que se ven de nuevo envueltas en una serie de brutales asesinatos, cuando alguien con la máscara de Ghostface comienza a matar en las calles neoyorquinas y a incriminarlas públicamente de las muertes.
Dirigida, sobre todo, a las nuevas generaciones más que a los espectadores nostálgicos, por mucho que hayan recuperado a Courteney Cox y a Hayden Panettiere de los repartos originales, Scream 6 es un slasher más contemporáneo que el resto de secuelas de la franquicia. Mientras que sus predecesoras destacaban por el enfoque autorreflexivo, los giros narrativos y la búsqueda de equilibrio entre horror y humor negro, ahora la pareja de realizadores parecen dar un cambio de rumbo definitivo, dejando de lado los ingredientes que determinaron la saga y, en gran medida, buena parte de su propia reinvención de 2022, para aumentar el nivel de truculencia en cuanto a los asesinatos en sí y reducir la pretensión conceptual de meta-slasher que propuso Wes Craven en beneficio de la glorificación del villano Ghostface, convertido ahora en esencia fundamental de la película.
Lo cual es el mayor problema que plantea Scream 6, porque a Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett parece importarles poco si lo que están contando en pantalla tiene mucha congruencia o lógica, con tal de brindar nuevas motivaciones a un Ghostface, que nunca fue tan brutal, ni sus muertes tan sangrientas (su cuchillo siempre busca el órgano humano más truculento como los ojos o la boca), y darle un aire más moderno, aumentando el número de apuñalamientos y localizándolos en un paisaje urbano como Nueva york. Lo que lleva a que el guión vaya saltando de un ataque a otro intentando impresionar a la audiencia, aunque todo ello no tenga mucha, o ninguna, coherencia.
Por otra parte, todo lo anterior presenta un curioso dilema, porque lo que hace que Scream 6 sobreviva a la escasez de ideas frescas son las secuencias de los ataques de Ghostface, magníficamente diseñados y ejecutados, desde el chupinazo inicial con una elaborada doble escena de muerte protagonizada por Samara Weaving (que es lo más próximo al tono y estilo conceptual de la saga que vas a ver), un espeluznante encuentro con decenas de viajeros disfrazados de Ghostface en el metro o la trepidante persecución en el apartamento de Courteney Cox. Scream 6 atraviesa el metraje como un incendio forestal con la cámara enfocada en todo momento sobre la tabla de carnicero, sin pensar demasiado a quien se lleva por delante, porque la mayoría de personajes son estrictamente prescindibles.
En resumidas cuentas, pensada para la nueva generación de espectadores, Scream 6 es, como toda segunda entrega del «Nuevo Universo» de cualquier historia, más grande y más espectacular que su predecesora y disfruta de un villano más contundente y superior, pero no es necesariamente mejor sino todo lo contrario. Con todo, el cambio de escenario y la notable truculencia de alguna de sus escenas, se antoja suficiente como para contentar a los aficionados incondicionales de la saga, a pesar de las pocas ideas frescas que presenta.