Título original: Renfield (USA, 2023) Color, 93 mins.
Director: Chris McKay
Reparto: Nicholas Hoult, Nicolas Cage, Awkwafina, Ben Schwartz
Tras el relativo éxito comercial de El Baile de los Vampiros (1967) de Roman Polanski, en años posteriores numerosos realizadores persiguieron el mismo tratamiento paródico del mito vampírico, mezclando elementos clásicos del subgénero con un enfoque más ligero y humorístico, con ejemplos ilustres como Amor al primer mordisco (1979) de Stan Dragoti. Pero, no fue hasta la década de los 80 cuando las comedias sobre chupasangres se pusieron realmente de moda y se produjeron una variedad de películas que siguen siendo recordadas y apreciadas por los amantes del cine de culto como Vamp (1986) de Richard Wenk o Besos de vampiro (1988) de Robert Bierman.
Sin ninguna duda con la mente puesta en la explotación como figura de culto del actor Nicolas Cage, no en vano ya estuvo involucrado en la anteriormente mencionada Besos de vampiro, el realizador estadounidense Chris McKay se une a Robert Kirkman, creador de la franquicia de zombies The Walking Dead, para presentarnos esta reinvención de las viejas parodias de vampiros, donde Cage interpreta nada más y nada menos que al mismísimo Conde Drácula.
Inspirada en uno de los personajes imaginados por Bram Stoker para su magistral novela, Renfield gira en torno al fiel sirviente (Nicholas Hoult) del Conde Drácula, quien empieza a tener serios problemas existenciales y acude a un grupo de autoayuda para personas con relaciones codependientes en la Nueva Orleans actual. Allí conocerá a una agente de policía (Awkwafina) que anhela detener a un cruel clan de narcotraficantes y a quien decide ayudar a pesar de que ello signifique enfrentarse al mismísimo Drácula.
Rodada desde la perspectiva de una comedia de acción, pero con bastantes elementos de gore explícito, Renfield enlaza escenas de vistosas peleas brillantemente coreografiadas y en las que abunda la hemoglobina, con momentos autoparódicos de los tropos vampíricos más reconocibles. La originalidad de la propuesta de McKay reside en centrarse en uno de los personajes de Stoker más intrascendentes y presentarlo como una especie de antihéroe que come bichos para tener superfuerza y que está tratando de superar su apego o sumisión emocional hacia su jefe, para narrar una parábola sobre las relaciones abusivas y el narcisismo de Drácula, presentado como una figura egocéntrica y grandiosa que busca el poder y la dominación sobre los demás.
El problema de la película es que Chris McKay pronto se olvida de estas cuestiones, en favor de aumentar el ritmo y volcarse en la caricatura splatstick, casi de dibujo animado para adultos, que busca la complicidad de las nuevas generaciones tanto de los puristas del género con sus homenajes a las distintas etapas y transformaciones por las que ha pasado el personaje de Drácula a lo largo de la historia, con una introducción que inserta a Hoult y Cage en los momentos más inolvidables del clásico de Tod Browning y un tratamiento del color exageradamente saturado que recuerda al goticismo de la era Hammer. Lástima que todo esto no funcione tan bien como debiera y resulte demasiado frívolo, escaseando los momentos de terror verdadero.
Afirmar que el histriónico y siempre excesivo Nicolas Cage es el epicentro de todo lo que merece la pena en pantalla, es quedarse corto. Tras haber reconducido su carrera, desde que sorprendiese a propios y extraños con Mandy (2018) , son varios los títulos fantaterroríficos en los que ha trabajado y que han servido para que el prolífico actor se convierta en una especie de actor fetiche para muchos aficionados al género. Lo más sorprendente es que en Renfield ni siquiera es el protagonista de la película, pero el caso es que su pasión por entregarse a la actuación pasada de vueltas, como ese desquiciado momento en el que aparece sorbiendo sangre en una copa de Martini, hace que su interpretación del Conde Drácula se baste para mantener a flote esta parodia gamberra del cine de vampiros. Tanto que, cuanto más extravagante se vuelve, mejor se disfruta.