#CriticadeMiedo

Fenómenas

Terrible y poco inspirado híbrido entre comedia y cine de terror sobrenatural, algo así como una especie de «Mujeres al borde de un ataque de fantasmas», dirigido por un cineasta experto en lo primero y absolutamente inoperante en lo segundo. Cuenta con un reparto sólido y reconocible como principal aliciente que, sin embargo, se muestra incapaz de rescatar el conjunto del tedio más absoluto.

Título original: Fenómenas (ESP, 2023) Color, 94 mins.
Director: Carlos Therón
Reparto: Belén Rueda, Gracia Olayo, Toni Acosta, Emilio Gutierrez Caba

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Con una filmografía llena de producciones del género terrorífico y del suspense, la actriz Belén Rueda se ha ganado un lugar en el estrellato de las reinas del grito españolas. Su regreso al género que la recibió con alabanzas tras el estreno de El Orfanato (2007) , la ópera prima de Juan Antonio Bayona, se produce cuatro años más tarde del batacazo de crítica y público que supuso el thriller El silencio de la ciudad blanca de Daniel Calparsoro.

Inspirada en las investigaciones parapsicológicas de un sacerdote jesuita en el Madrid de finales de los 80, interpretado por Emilio Gutiérrez Caba, Fenómenas es un híbrido entre comedia y cine de fantasmas dirigido por Carlos Therón, un realizador experimentado en el ámbito de la comedia pero absolutamente neófito en lo que al género fantaterrorífico se refiere, que narra el encuentro de tres mujeres con fuerzas sobrenaturales, en la casa de un anticuario, donde supuestamente un espíritu maligno ha dejado en coma al líder del Grupo Hepta, una asociación dedicada al estudio de fenómenos paranormales, al que pertenecen.

Sostenida sobre todo en las interpretaciones de su trío protagonista, Belén Rueda, Toni Acosta y Gracia Olayo, Fenómenas es una película de terror con toques humorísticos, cuyo errático guion nos conduce por un camino lleno de tópicos sobrenaturales, inspirados sin duda en otros ejemplos más serios como la saga Expediente Warren , donde Therón demuestra no dominar las claves imprescindibles del subgénero: la creación de atmósferas, la tensión y angustia crecientes, etc., ni tampoco las de la comedia terrorífica: la inserción de gags dentro del contexto de miedo o el equilibrio entre tensión y comedia.

Con una falta absoluta de enfoque, el guion escrito por Fernando Navarro y Marta Buchaca resulta enormemente aburrido y poco coherente en su tono, que en algunos momentos roza la parodia kitsch (hay algo almodovariano en esos peinados cardados o incluso de Alex de la Iglesia, en la presentación del exagerado personaje interpretado por Miren Ibarguren) y en otros es tremendamente seria, con una Belén Rueda esforzándose para dar el contrapunto dramático con su papel de viuda obsesionada con contactar con el espíritu de su difunto marido. Fenómenas presenta en su primera mitad su tono más cómico, que da más juego en su premisa inicial (tres mujeres de mediana edad, fumadoras empedernidas y algo borrachuzas, que se dedican a destapar posesiones infernales y atrapar fantasmas) que en la práctica, puesto que sus gags cómicos apenas arrancan alguna que otra sonrisa forzada. Para, a medida que avanza la trama, ir dando pie al terror ligero y un poco de acción, sin que nada de ello se eleve a un nivel medianamente interesante para un aficionado al terror.

En el aspecto técnico, tampoco resulta nada deslumbrante. Para empezar, cuenta con una desastrosa dirección de arte que parece ambientar la película mucho antes de finales de la década de los 90. Y la fotografía de Ángel Amorós, a pesar de que se esfuerza en buscar planos diferentes para generar suspense, resulta demasiado oscura y poco inspirada.

En resumen, se trata de una película fallida y predecible que tenía previsto su estreno en salas de cines, pero finalmente acabó en el catálogo de Netflix, posiblemente debido a su falta de originalidad. Hay pocas cosas dignas de destacar, excepto el trío protagonista, aunque también presenta cierta irregularidad. Por ejemplo, Toni Acosta se siente como pez fuera del agua en los momentos más intensos y en el estrambótico desenlace provoca más risas involuntarias que miedo.