It: Capítulo 2

Benjamin Walfisch, quien también compuso la partitura para la entrega anterior, regresa para completar la duología musical inspirada en el universo de Stephen King y basada en su novela más popular: It. Al igual que la partitura de la primera película, la banda sonora del Capítulo 2 logra conmover y aterrar al mismo tiempo, a lo largo de sus 100 minutos de música.

Han pasado 27 años en la historia y el álbum abre apuntalando la fecha con un animado tema de piano que casi parece alegre, hasta que un sutil cambio de tono recuerda que no es alegre en absoluto sino más bien aprensivo. Detrás de las notas más brillantes subyace una serie de ominosas cuerdas que no permiten olvidar que se trata de una partitura de terror y que, como tal, no habrá relajación de ninguna clase. Resulta curioso que el primer álbum también comenzase con un tema que hacía referencia a esos 27 años transcurridos, pero de tono bien diferente. Aquel introducía una de las melodías corales más siniestras de los últimos años, una nana para adultos que será recurrente a lo largo de las dos composiciones.

Ese primer tema, «27 Years Later» ya insinúa cómo va a ser lo que viene a continuación, y las siguientes pista continúan a lo largo de líneas similares, consolidando el tono siniestro general de la partitura con sonidos de cuerdas distorsionados y tensos, violines rasgados en su registro más alto que aumentan rápidamente de volumen y tono para sobrecoger al oyente, ritmos de percusión oscuros e intensos. Y esa corriente subterránea de música ominosa en casi cada pieza. Pero son las voces las que realmente ponen los pelos de punta. Piezas corales de voces confusas, como si llegaran a través de mucha estática, que asoman en algunas pistas, sin previo aviso, y que suenan realmente horripilantes.

Claramente, Wallfisch ha cuidado al detalle la atmosfera de esta banda sonora y su audición se convierte en una experiencia bastante escalofriante. El álbum captura a la perfección el espíritu de la película de Muschietti y se adapta a su horrible naturaleza con gran efectismo para elevar el grado de terror de las imágenes hasta su punto más álgido. Algo que no todas las composiciones para películas de terror pueden decir.

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