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Imagen por cortesía de © Universal Pictures

#CriticadeMiedo

El hombre invisible

Eficaz drama de suspense terrorífico que trata de revitalizar la figura de El Hombre Invisible, trasladándola a un contexto más moderno, que brilla con luz propia cuando está en pantalla Elisabeth Moss y zozobra en cuanto el suspense cede terreno a los efectos especiales.

Título original: The Invisible Man (USA, 2020) Color, 124 mins.
Director: Leigh Whannell
Reparto: Elisabeth Moss, Oliver Jackson-Cohen, Harriet Dyer, Aldis Hodge

★★★✰  El hombre invisible (2020) on IMDb


En plena crisis de su proyecto conocido como Dark Universe, una campaña comercial centrada en revitalizar la figura de los monstruos clásicos que tan rentables resultaron hasta mediados del siglo XX y cuya película inaugural, La momia (2017) de Alex Kurtzman resultó un absoluto fracaso de crítica y público, la productora Universal Pictures decide darle continuidad y entregar la adaptación de El Hombre Invisible al guionista y director australiano Leigh Whannell.

Whannell, siendo más escritor que director y al que conocemos sobre todo por su relación con la saga de Saw (2003) , aleja su versión casi por completo del original de H.G. Wells , y traslada su premisa principal al moderno contexto de la violencia de género, donde los monstruos resultan más reales y amenazadores, para relatarnos la historia de una mujer, que trata de huir de su marido, un hombre controlador y abusivo, buscando refugio en casa de un amigo policía, donde no tardará mucho en experimentar la imposible sensación de que una presencia invisible se cierne a su alrededor, amenazando no solo su cordura sino también la vida de quienes la rodean.

El moderno «Hombre Invisible» de Whannell es ahora un auténtico villano. Ya no se trata de un inocente científico víctima de sus propios experimentos, sino un abyecto maltratador cuya única motivación consiste en atormentar emocionalmente a su mujer. En clave de suspense psicológico, aderezado con inteligentes dosis de cine social, Leigh Whannell somete al escenario de la mujer maltratada a un infierno más aterrador si cabe que el de los propios abusos. Introduciendo un mundo en el que todo puede pasar y donde para la víctima no existe seguridad alguna. Y lo peor de todo es que nadie va a poder ayudarla puesto que su relato es puesto en duda automáticamente, sufriendo un genuino «luz de gas» cukoriano a plena vista de todos.

Elisabeth Moss es una de esas actrices que parece haber venido al panorama cinematográfico para ser sufridora. Pero no una sufridora convencional, sino una que junto con el dolor y el tormento de sus personajes es capaz de transmitir una resiliencia superior a la media. Decir que la soberbia interpretación de Moss es lo que verdaderamente mantiene a flote esta película es quedarse corto. La sutileza del manejo de cámara de Leigh Whannell, centrándose mucho en los espacios vacíos, para insinuar que probablemente se encuentren ocupados por el acosador invisible, no sería ni la mitad de efectista sin el rostro entre incrédulo y aterrado de Elisabeth Moss en primer plano. Ella y su expresividad es quien consigue terminar de cuajar un guión con muchas inverosimilitudes y algún momento innecesario, como ese doble giro argumental del final.

Aunque es cierto que en ciertos momentos, sobre todo en los más terroríficos, recuerda un poco a un viejo clásico de los 80, firmado por Sidney J. Furie, y que llevaba por título El ente (1982) , esta revitalización de El Hombre Invisible es un eficaz drama de suspense psicológico que brilla con luz propia cuando está contenido en ese aterrador juego del gato y el ratón entre la mujer y su incorpóreo acosador, pero que zozobra un poco en cuanto la amenaza se rebela y los efectos especiales toman el relevo del suspense. Afortunadamente para cuando esto sucede, el espectador ya ha recibido suficientes dosis de la fuerza interpretativa de la Moss y de la brillantez, tanto conceptual como formal, de la propuesta de Leigh Whannell, como para perdonarle cualquier cosa.




terrorbit
terrorbit
Escritor y amante de cine de terror. Superfan de las películas de zombies, cuantos más zombies, mejor. Desde mis ojos, cuatro décadas viendo cine de terror os contemplan.