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Cuando llega un extraño: el subgénero ‘home invasion’

¿Son las películas de allanamientos de morada más aterradoras que nunca? Desde la invención del género de terror, los cineastas han estado rebuscando en los rincones más oscuros de su imaginación para recrear el momento de terror más puro e inolvidable. Desde el apocalipsis zombi de George Romero hasta el tiburón asesino de Steven Spielberg. Los directores que más nos han aterrorizado son aquellos que ha sido capaces de corromper las situaciones más comunes, más inocuas, hasta convertirlas en auténticas pesadillas.

Es por esta razón que no existe un subgénero más genuinamente aterrador que el de intrusos asesinos o home invasion como le denomina la industria hollywoodense. Los filmes sobre siniestros intrusos que amenazan nuestro hogar se alimentan del miedo real que se siente cuando nuestra casa, el lugar más privado de nuestras vidas y donde nos sentimos más seguros, se convierte en un genuino foco de angustia y desasosiego. En las últimas décadas, innumerables películas han sido las que han tratado el tema, desde Sola en la oscuridad (USA, 1967) o Funny Games. Juegos divertidos (AUT, 1997) hasta las más modernas Navidad sangrienta (USA, 2019) o Parásitos (KOR, 2019), pasando por No dejes de mirar (USA, 2017) o The Purge: La noche de las bestias (USA, 2013). La lista es interminable.

El subgénero del intruso asesino o invasiones del hogar es tan antiguo como la primera década del s.XX, cuando el director D. W. Griffith, el padre del cine moderno, estrenó El teléfono (USA, 1909), un drama mudo sobre un grupo de ladrones que se introducen en la mansión de una familia adinerada para robar mientras en el interior se encuentra la familia, encerrándose en una habitación mientras espera ayuda. Desde la temprana producción de Griffith se establecieron las bases y se definieron los tropos del subgénero: una historia cuya temática gira en torno a la entrada por la fuerza de uno o más individuos en el interior de un hogar ocupado por sus moradores. Tales historias reflejaban un miedo real a la violación de los espacios privados, considerados como seguros, frente a las amenazas del mundo exterior visto como más peligroso e impredecible que las amenazas domésticas.

Imagen por cortesía de © Biograph Company

En estos días en que todos nos encontramos encerrados entre las paredes de nuestros hogares a causa de la pandemia del Covid-19, las películas sobre invasiones de morada pueden llegar a aterrarnos más que nunca, y no hay vampiro, hombre-lobo o presencia sobrenatural que nos de más miedo más que ese grupo de ladrones sin escrúpulos, dispuestos a cualquier cosa, que se cuelan en nuestro hogar mientras cuando somos más vulnerables y estamos más desprevenidos. Los tropos se definen entonces, y comienzan a evolucionar con el paso de las décadas y las producciones, incluso a subvertirse en la narrativa. Por ejemplo, la premisa propuesta en Llama un extraño (USA, 1979) donde una niñera se encuentra una noche cualquiera cuidando a los niños de una familia anodina y empieza a recibir llamadas siniestras en las que un desconocido la pregunta insistentemente si ha ido a ver cómo se encuentran los niños para descubrir más adelante que las llamadas se realizan desde la propia casa. Es decir, se ignora la idea de la invasión per sé, introduciendo la amenaza en el interior del hogar desde un primer momento, y con ello reforzando la sensación de que no hay escapatoria alguna.

Imagen por cortesía de © Columbia Pictures

Pero no es hasta finales de la primera década del s.XXI, cuando Bryan Bertino hizo su propia contribución al subgénero con la película sobre invasiones del hogar que ha marcado la hoja de ruta para las últimas producciones. Estrenada en 2008, Los extraños es increíblemente simple en su tratamiento, una pareja de vacaciones en una remota casa en el bosque reciben la enigmática visita de una joven en medio de la noche, para poco después ser aterrorizados por un trío de misteriosos enmascarados que se cuelan en la casa, sin más razón que porque se encontraban en casa y se sentían aburridos. Tal revelación es la escalofriante premisa que propone Bryan Bertino, que los sádicos asesinos que invaden nuestra casa para torturarnos y asesinarnos no necesitan un motivo significativo o explicable de manera razonable para convertirte en su próxima presa. La realidad, como se muestra en Los extraños, es que tu pacífica existencia puede saltar en mil pedazos simplemente porque estabas en tu propia casa cuando el asesino psicópata pasó por allí.

Las películas de intrusos asesinos no hacen que tengas miedo a ir visitar a tus familiares fallecidos al cementerio, o a aventurarte en las oscuras aguas del océano por la noche, este tipo de películas hacen que tengas miedo de estar solo en tu propia casa cuando se pone el sol. Porque nunca se sabe quién puede llamar a la puerta y estar solo en casa podría ser motivo suficiente para morir. ¿Puede haber algo más aterrador que eso?

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