Título original: The Wretched (USA, 2019) Color, 95 mins.
Director: The Pierce Brothers
Reparto: John-Paul Howard, Piper Curda, Zarah Mahler, Kevin Bigley
Los Hermanos Pierce firman este thriller de terror independiente que tiene más en común con el cine de terror adolescente típico de los años 80 que con las películas modernas de la factoría Blumhouse o el terror más artístico que intenta imponer las producciones A24. Madre oscura, que curiosamente ni siquiera fue seleccionada el año pasado en Sitges, se estrenó en España tras haberse convertido en el éxito sorpresa de las taquillas de autocines norteamericanos durante el confinamiento.
Jugando con una variedad de conceptos de terror tan dispares, como familiares, que oscilan entre el cine para adolescentes y el terror rural, pasando por las clásicas historias de brujas, los hermanos Brett y Drew T. Pierce han construido una historia que quizás no tenga la fuerza, ni la personalidad, de las producciones Blumhouse o A24, pero sí parece acercarse lo suficiente tanto al cine más comercial, con un buen puñado de sustos bien colocados, como al cine de autor de los Peele, Aster, Eggers y compañía, como para satisfacer a los aficionados de ambos.
La historia de Madre oscura propone un regreso a las brujas más aterradoras, a las de los cuentos clásicos y dan más miedo, no al aquelarre de adolescentes aburridas e incomprendidas que se entregan a la magia negra para saciar su angustia juvenil. Para ello, nos presenta a un adolescente rebelde, profundamente afectado por la separación de sus padres, que pasa las vacaciones con su padre en una pequeña localidad costera, donde empieza a sospechar que su nueva vecina ha sido poseída por el espíritu de una bruja milenaria surgida de las entrañas de un árbol místico y que se alimenta de niños indefensos, borrando todo recuerdo de ellos de las memorias de sus familiares y amigos. Con un argumento que recuerda a otras películas como La tutora (1990), a la que debe no sólo buena parte de su iconografía argumental sino también visual, Noche de miedo (1985), donde toma la premisa del adolescente testigo del secreto de su monstruoso vecino, o La bruja (2015) del propio Robert Eggers, a quien mencionamos anteriormente, y su concepto del mal como elemento corruptor de la familia, no es de extrañar que esta reinterpretación del folk horror o terror rural, tan de moda en estos días, haya triunfado en taquilla.
Madre oscura cuenta además con un tratamiento visual muy acertado, su puesta en escena juega hábilmente con las perspectivas forzadas de los planos holandeses y la iluminación, o más bien la ausencia de ella, con la silueta de la bruja apareciendo en sombras mientras sus ojos brillan gélidamente gracias a los efectos CGI. Además, tiene ciertos momentos gore inesperados para el tono general de la película, pero bien recibidos. Lástima que luego recurra a clichés tan sobados como los símbolos atávicos que marcan lugares supuestamente maléficos o efectos de sonido como el crujido de huesos para alimentar sustos fáciles y seguir manteniendo el nivel de tensión.
Aunque es muy probable que esta película pase a la historia más como un acierto de la distribuidora IFC Midnight que se atrevió a estrenarla, y en autocines nada menos, cuando todas las demás compañías dejaban sus películas en las latas o se decidían por el mercado del vídeo bajo demanda, no deja de ser una buena película de serie B que recurre a las referencias del cine de terror más clásico y a ciertos giros argumentales, algunos más perceptibles que otros, para asustar y sorprender, respectivamente, a los espectadores. En definitiva, lo habitual pero bien aprovechado.