Título original: Crimes of the Future (CAN/UK/GRE, 2022) Color, 107 mins.
Director: David Cronenberg
Reparto: Viggo Mortensen, Léa Seydoux, Scott Speedman, Kristen Stewart
Crímenes del futuro es la última película del canadiense David Cronenberg, el maestro del terror corporal o body horror, que sigue mostrando las mismas inquietudes y el mismo talento para mostrar imágenes provocadoras y viscerales desde su irrupción en las pantallas de todo el mundo con Vinieron de dentro de… (1975) , imbuido ahora de una inevitable y melancólica sensibilidad post pandémica y cierto aire crepuscular.
Retomando ciertas premisas y un título que ya utilizara en su segunda película, Crimes of the Future (1970) , un film oscuro y de difícil digestión sobre clandestinas organizaciones médicas que pretenden adaptar quirúrgicamente a los hombres a un mundo desprovisto de mujeres en edad de procrear, Cronenberg propone una historia enrevesada y conceptual, incluso para estos tiempos actuales de cuerpos esculpidos quirúrgicamente y de discursos transgéneros donde las identidades se exponen públicamente para someterse al juicio popular, sobre un artista de performance vanguardista (Viggo Mortensen) que centra su inspiración artística en mostrar al público las transformaciones que sufre su cuerpo, en forma de órganos vitales crecidos de manera anormal debido al Síndrome de Evolución Acelerada que padece (otra referencia al film homónimo de 1970, donde un personaje se dedica a imitar el parto femenino insertándose órganos en su cuerpo para luego extraerlos posteriormente), y que una ex cirujana (Léa Seydoux), obsesionada con la elevación humana a través de la metamorfosis corporal, decora por medio de tatuajes para convertirlos en objetos artísticos.
Afortunadamente, la nueva Crímenes del Futuro es más sofisticada y autorreflexiva que su predecesora, una prolongación natural de las obsesiones de su creador y del body horror al que nos tenía acostumbrados tras los estrenos de Videodrome (1983) y, sobre todo, eXistenZ (1999) , donde los personajes ya mostraban puertos de juegos unidos a sus cuerpos de manera casi orgánica para poder jugar un nuevo videojuego de realidad virtual. Aquí, por ejemplo, esos objetos de aspecto alienígena como una cama con forma de útero suspendida en el aire donde duerme el personaje de Mortensen y a la que se conecta por medio de apéndices orgánicos, o esa mesa de autopsias desde donde Seydoux realiza todas sus pigmentaciones internamente para luego extirpar los órganos a la vista de todos. En este sentido, Crímenes del futuro posee toda la concreción y la fascinación narrativa, casi seductora, de Cronenberg. Los espectadores no pueden apartar la mirada del desfile de cicatrices, prospecciones corporales y del erotismo degenerado que impregna cada fotograma. Tanto da, que las manifestaciones gore no resulten del gusto de todos los paladares o de que el dolor infligido quirúrgicamente sea sienta como un acto sexual.
Cronenberg es un cineasta que siempre ha sabido construir imágenes perversas y perturbadoras para plasmar su particular y apocalíptica visión de la humanidad, saturándolas en este caso con un convincente y ambicioso tono de sci-fi noir que funciona a la perfección. Pero también peca de una retórica aburrida, en exceso dialogada (como si con las imágenes explícitas no fuera suficiente), repleta de las florituras autorales del director, y de cierta falta de dramatismo. Las supuestas amenazas que plantea, no son tales, empezando por esa subtrama sobre un grupo de evolucionistas radicales, que no aporta nada. Asimismo, el mensaje de denuncia ecologista subyacente en la historia, que intenta mezclar los horrores del terror corporal con la crisis medioambiental, tampoco termina de convencer del todo. La pretenciosa reflexión que sugiere sobre la relación entre la vida orgánica y la materia plástica resulta cuanto menos fallida e irrisoria.
Rítmicamente, además, Crímenes del futuro mantiene un obstinado sentido de lentitud que puede llegar a ser un poco exasperante, sobre todo para aquellos espectadores que se acerquen a la película buscando las emociones propias de un thriller de ciencia ficción o el Cronenberg más terrorífico de los años 70 y 80 y clásicos como Cromosoma 3 (1979) o Scanners (1981) .
Cabe destacar, que la película se anima cada vez que aparece Kristen Stewart en pantalla, mientras que Mortensen y Seydoux se desenvuelven de forma más o menos eficaz y directa, Stewart construye un personaje ambiguo que refleja a la perfección ese espíritu de anhelo y de atracción sexual por el lado más oscuro y monstruosamente enfermo del alma humana que impregna toda la historia.
¿Es la cirugía el nuevo sexo? Pues, la verdad, no lo sé. Si eres un fan incondicional del director canadiense, disfrutarás de esta película como si te hubieran teletransportado de regreso a su mejor época creativa. Y, si no perteneces a ese grupo, probablemente termines preguntándote qué diablos has visto. Y, sobre todo, ¿por qué? Porque seguro que no podrás olvidar algunas de sus imágenes de pesadilla en mucho tiempo. En definitiva, Crímenes del futuro resulta una experiencia desconcertante cuanto menos, con creaciones tremendamente imaginativas e interpretaciones interesantes, en especial por parte del trío protagonista, pero al mismo tiempo, confusa narrativamente, donde nada parece tener sentido, y sobre todo monótona como pocas.