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Imagen por cortesía de © Showtime Networks

#CriticadeMiedo

Let the Right One In

En medio de un pequeño repunte de series televisivas sobre vampirismo estrenadas en los últimos meses del año, esta sobria y elegante adaptación de una exitosa novela del sueco John Ajvide Lindqvist, ya llevada con anterioridad a la pantalla hasta en dos ocasiones, sobre la relación de incipiente amor que surge entre un niño humano y una vampira preadolescente, consigue destacar por encima de sus competidoras, sobre todo, por sus aciertos de casting y por la serenidad y la pausa con la que su creador, Andrew Hinderaker, se acerca a los temas más espinosos de la historia.

Título original: Let the Right One In (USA, Serie TV 2022– ) Color, 10 episodes 53 mins.
Creador: Andrew Hinderaker
Reparto: Demián Bichir, Anika Noni Rose, Grace Gummer, Madison Taylor Baez

★★✰✰ Let the Right One In (2022) on IMDb


Cuando en 2004 el escritor sueco John Ajvide Lindqvist sorprendiera al mundo con su novela Déjame entrar, poco se iba a imaginar que daría a lugar a dos adaptaciones cinematográficas en 2008 y 2010, en las cuales participó de manera activa en sus respectivos guiones suavizando sobre todo los aspectos más controvertidos y, más recientemente, bajo el aspecto de una innovadora adaptación teatral británica de 2013. Ahora, volvemos a revisitar la historia propuesta por Lindqvist en una serie televisiva, creada y coescrita por Andrew Hinderaker para Showtime. Let the Right One In está aún pendiente de estreno en España, pero ya se ha convertido por méritos propios en una de esas series que no deberías perderte.

Andrew Hinderaker es un habitual de Showtime, autor del guión de la aclamada Penny Dreadful (TV Series, 2014–2016) , y en sus manos ha confiado el canal de televisión por suscripción, propiedad de Paramount Media, para recuperar esa excelente mezcla de horror y tristeza que empapaba cada fotograma de sus hermanas de la pantalla grande. Aunque resulta cierto afirmar que cada adaptación del original literario de John Ajvide Lindqvist se ha alejado paulatinamente del retorcido mensaje de sexualidad desviada que contiene, o incluso del comentario de denuncia social sobre la forma en que la ignorancia de la gente se enfrenta a la diferencia de género, Hinderaker respeta el concepto central: la relación de amor preadolescente que surge entre un niño solitario y retraído (Ian Foreman), que sufre el proceso de separación de sus padres y el continuo acoso de sus compañeros de colegio, y una niña vampira (Madison Taylor Baez) que se muda junto con su padre al piso contiguo.

Hay algo de revisión de la tradición vampírica clásica en Let the Right One In, pero también de actualización. Descrita más como una inspiración de la novela que como una adaptación fiel, es por ello que, aunque la relación entre los niños sigue siendo el corazón de la serie, pronto se desvía por otros derroteros que, por inesperados, no resultan menos interesantes. Andrew Hinderaker, quizás conocedor de que la relación entre los protagonistas infantiles no resulta a priori material suficiente para alimentar todo un serial televisivo, introduce también dos subtramas en las que, por un lado, se hace hincapié en los peligros y penurias del padre de la niña, interpretado por Demián Bichir, para obtener la sangre que precisa su hija de una manera regular y su infructuosa búsqueda de una cura, en una ciudad de Nueva York sombría y extrañamente vacía, que comparte con el escenario de la novela las calles nevadas y la misteriosa ola de crímenes en los que las víctimas aparecen exangües. Y, por otro, presentando la condición vampírica como una especie de enfermedad contagiosa poco conocida, que un magnate farmacéutico (Zeljko Ivanek) y, posteriormente, su hija (Grace Gummer) tratan de comprender, experimentando con chimpancés, para ayudar a su hijo/hermano (Jacob Buster), también convertido en vampiro.

La presentación del personaje de Bichir, como padre viudo marcado por el trauma de la muerte de su mujer, cuya esforzada búsqueda de una cura y, al mismo tiempo, del sustento hemoglobínico que su hija necesita, hasta el extremo de convertirle en un asesino, sustenta a la perfección el sentimiento de rechazo y de aislamiento que conlleva la convivencia con la naturaleza monstruosa del vampiro. La manera en la que Hinderaker encauza su historia y cómo introduce, con cuidadas pinceladas, las escenas de verdadera violencia que protagoniza sin que afecte a su lado más empatizante son más que destacables y la audiencia nunca deja de estar a su lado en todo momento. Además, es de ascendencia mexicana, por tanto poseedor de un poderoso trasfondo de culpa católica («tú no eres así», le grita a su hija cuando insinúa que la permita salir a buscar una víctima con la que saciar su sed de sangre). Sin lugar a dudas, uno de los mayores aciertos de casting convertido en un ingrediente clave para el éxito de la serie.

Es, sin embargo, la tercera línea argumental, la cual pretende abordar el fenómeno del vampirismo desde un punto de vista médico y, en cierta manera, utilizarlo como una metáfora de la adicción a la drogas, la parte más floja. Nada en la historia de la familia que busca una cura para el vampirismo, financiándose con la venta de un opiáceo altamente adictivo, resulta esencial para la historia. Más allá de presentar ciertos paralelismos innecesarios entre las compañías farmacéuticas, creadoras de los verdaderos monstruos de la moderna sociedad norteamericana, y el vampirismo más parasitario. Tanto Grace Gummer como Nick Stahl se muestran cumplidores en sus papeles, pero tampoco resultan demasiado significativos. El tono narrativo, además, de esta parte se muestra más frío que en los momentos en los que se diserta sobre el drama humano del padre convertido en asesino forzoso o de la niña vampira que atrapa en un cuerpo preadolescente a una joven veinteañera. Por otro lado, también es el que contiene, todo hay que decirlo, la mayor parte de las notas terroríficas de la serie y sus momentos más monótonos se ven rotos en numerosas ocasiones por efectivas explosiones de violencia y gore. Con lo cual, en cierto modo, todo se equilibra de alguna manera.

En resumidas cuentas, hacer un eficaz remake de terror es siempre una propuesta difícil, sobre todo si la historia ya ha sido contada en más de una ocasión y por producciones mucho más interesantes. Aunque Let the Right One In no posee la fuerza narrativa y visual de las películas de cine, sigue manteniendo el espíritu de una triste historia de amor con tintes fatalistas entre dos personajes solitarios e inadaptados y el horror descarnado del vampiro como animal depredador que no puede evitar su compulsión hacia la sangre. Y quizás Andrew Hinderaker deba sopesar olvidar su tendencia a ofrecer respuestas explícitas donde la historia podría ganar más enteros si es dejada a la interpretación subjetiva de la audiencia. Pero, dejando las nimiedades al margen, Let the Right One In es una buena serie de terror, sobria y elegante en su narración, que sin ser una historia de vampiros al uso, respeta la concepción vampírica tradicional lo suficiente, como para agradar a los fans más incondicionales.




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Escritor y amante de cine de terror. Superfan de las películas de zombies, cuantos más zombies, mejor. Desde mis ojos, cuatro décadas viendo cine de terror os contemplan.