Título original: Viejos (ESP, 2022) Color, 95 mins.
Director: Raúl Cerezo y Fernando González Gómez
Reparto: Zorion Eguileor, Gustavo Salmerón, Paula Gallego, Irene Anula
Le hacía falta un cambio de aires a la producción fantástica española, acomodada en la creación uniformada de thrillers de suspense más o menos terroríficos, como Tin & Tina (2023) crítica o Lobo feroz (2023) . Filmax, una de las compañías productoras cinematográficas españolas más reconocidas, se ha desmarcado de esta tendencia con el estreno en salas de cine de Viejos, la segunda película del tándem formado por los cineastas Raúl Cerezo y Fernando González Gómez, quienes se dieron a conocer entre los amantes del horror cinematográfico con La pasajera (2021) crítica, y que se muestra como una metáfora oscura y caótica sobre la vejez, tan extraña como perturbadora.
Lo primero que sorprende de la película de Raúl Cerezo y Fernando González Gómez es la decisión de estos de abandonar el tono ochentero de su anterior película para apuntarse a una corriente actualmente de moda, como es la de la gerontofilia o la aversión hacia las personas mayores o el proceso de envejecimiento en sí mismo. Una corriente a la que ya se han sumado con anterioridad producciones como la alemana Los ancianos (2022) de Andy Fetscher, La abuela (2021) crítica de Paco Plaza y, anteriormente, La visita (2015) de M. Night Shyamalan o La posesión de Deborah Logan (2014) de Adam Robitel.
A través de una historia fusionadora de diferentes géneros y recurrente de tropos familiares, Viejos cuenta la historia de Manuel, un octogenario (Zorion Eguileor) cuya mujer se acaba de suicidar inesperadamente, y que comienza a mostrar un comportamiento extraño cuando se muda al apartamento de su hijo y su nuera, con quien no mantiene una buena relación. Mientras que, al mismo tiempo, una terrible ola de calor desencadena una serie de sucesos misteriosos entre los viejos de la ciudad.
Partiendo de una idea original del propio Raúl Cerezo y de Javier Trigales, quienes también participan en la escritura del guión junto a Rubén Sánchez Trigos, Viejos aborda la vejez y su progresivo deterioro como un viaje turbio y sofocante que conduce inexorablemente a la falta de compresión y al aislamiento de los ancianos por parte de una sociedad egoísta y prejuiciosa. El temor de la antipática nuera (Irene Anula) de que la supuesta demencia del anciano ponga en peligro la seguridad de su futura familia, y la confusión que experimenta el hijo (Gustavo Salmerón), contrastan con el cariño que aún le muestra la nieta (Paula Gallego). La película alegoriza claramente sobre el rechazo social hacia las personas de edad avanzada, convertidas en envejecidos objetos de abyección que conviene ocultar a la vista en sórdidas habitaciones de residencias geriátricas.
Sin embargo, Viejos no es simplemente un drama de denuncia social, sino una película de ciencia ficción terrorífica con muy mala leche. Un ejercicio de suspense cocido a fuego lento, que afortunadamente se muestra generoso en momentos de espeluzno que harán estremecer al espectador. Con habilidad funambulesca, la película logra mantener un equilibrio entre la crítica social y el terror fantástico. No en vano, el guión deja suficientes muestras de terror como para satisfacer a los aficionados más exigentes. Entre las cueles destacan esa secuencia que podríamos definir como «body horror cañí» protagonizada por Eguielor y el clímax apocalíptico y gamberro a lo Invasión de los ultracuerpos , el inolvidable clásico setentero de Philip Kaufman.
Resulta innegable que Viejos no contentará a todo el mundo y que, tras su visionado, pesa sobre ella la sensación de que se deja algunas ideas por explorar, como el origen del comportamiento aberrante de los ancianos, que es cerrado de manera torpe y bastante anticlimática, o esa reflexión sobre el distanciamiento entre los mayores y sus hijos que, de no haberse producido, igual hubiese podido evitar la tragedia con la que comienza la película. A pesar de esto, Viejos no escapa de la moraleja habitual de las historias de terror con ancianos.
Con una dirección de fotografía que utiliza una paleta de amarillos y naranjas intensos para generar una sensación asfixiante y reflejar el aumento de la temperatura, y una música de cuerdas estridentes a modo de contrapunto a los numerosos silencios, a cargo de Eneko Vadillo, Viejos es una película cuidadosamente planificada, con la cantidad justa de terror, tensión y drama para llenar los 95 minutos de duración y conmocionar, de alguna manera, tanto a los espectadores habituales del género como a los demás. Y eso es mucho.