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Imagen por cortesía de © Samuel Goldwyn Films | Acontracorriente Films

#CriticadeMiedo

Something in the Water

Otro intento más de explotar la fórmula del tiburón asesino, esta vez con la particularidad de contar con un reparto exclusivamente femenino. La película, que mezcla elementos de «Open Water» e «Infierno azul», marca el debut cinematográfico de la directora Hayley Easton Street. Sin embargo, falla estrepitosamente en su intento de transmitir el horror de la peligrosa situación en la que se encuentran cinco amigas a la deriva en mar abierto y acechadas por un tiburón hambriento.

Título original: Something in the Water (USA/FRA, 2024) Color, 86 mins.
Director: Hayley Easton Street
Reparto: Hiftu Quasem, Lauren Lyle, Natalie Mitson, Nicole Rieko Setsuko

★✰✰✰✰ Something in the Water (2024) on IMDb


En el abarrotado universo de películas sobre tiburones asesinos, que nos invaden cada verano desde el estreno de la seminal Tiburón (Jaws, 1975) , dos títulos han logrado destacar por encima de la multitud de producciones de baja calidad que han intentado replicar la fórmula del maestro Steven Spielberg: Mar abierto (Open Water, 2003) de Chris Kentis, que dio lugar a dos secuelas, e Infierno azul (The Shallows, 2016) de Jaume Collet-Serra. Ambas películas supieron adaptar los conceptos del clásico para situar a sus protagonistas en tensas luchas por la supervivencia, enfrentándolos a uno de los peligros más aterradores del océano en un entorno hostil para el ser humano.

Something in the Water es la más reciente adición al subgénero de tiburones asesinos que ha llegado a nuestras salas de cine. Se trata del debut cinematográfico de la británica Hayley Easton Street, una cineasta con amplia experiencia en efectos especiales y dirección artística, pero sin trayectoria previa como directora. Una película que además destaca, curiosamente, por contar con un reparto casi exclusivamente femenino.

La trama de Something in the Water sigue la historia de cinco amigas que, mientras celebran la boda de una de ellas en un paradisíaco resort caribeño, se ven envueltas en una pesadilla mortal cuando deciden visitar una apartada isla, con la intención de ayudar a Meg (Hiftu Quasem) y Kayla (Natalie Mitson) a reconectarse, tras haber sufrido un brutal ataque homófobo un año atrás, que dejó a Meg con un trastorno de estrés postraumático. Sin embargo, una vez en la isla, las amigas son atacadas por un tiburón blanco que las deja a la deriva en mar abierto, obligándolas a luchar por sus vidas.

Los elementos de aventura y terror que contribuyeron al éxito de Tiburón, Mar abierto e Infierno azul se perciben también en el guion de Cat Clarke, aunque de manera menos afortunada. Si bien las situaciones a las que se enfrentan las cinco protagonistas se desarrollan de forma creíble, sus decisiones y comportamientos no resultan igual de verosímiles (como el hecho de permitir que la más inexperta del grupo conduzca la lancha). Todas ellas responden básicamente a los arquetipos jungianos: la heroína, la rebelde que desafía las convenciones, la ingenua que se enfrenta a un nuevo ciclo en su vida, etc. Sin embargo, la dinámica entre ellas no refleja la amistad verdadera que Eaton Street pretende desarrollar. No comparten el mismo ritmo ni la misma actitud, y la subtrama sobre la relación rota entre Meg y Kayla se siente forzada y poco convincente.

Aunque es común que el cine de terror, incluso en una película sobre tiburones asesinos, aborde temas traumáticos de la vida real, simplemente insinuar un sufrimiento por un ataque homófobo sin profundizar en él (como cuando dejan a las dos mujeres solas en una playa para hablar, un enfoque ingenuo del problema) puede hacer que todo se sienta superficial y con poca repercusión emocional. Además, las actuaciones deficientes del reparto y los diálogos torpes, que parecen haber sido grabados en un estudio, dificultan que el espectador empatice con la desesperada situación de las protagonistas.

Por otro lado, Hayley Easton Street no logra filmar las escenas de acción con el tiburón de manera impactante. Aunque la película se realizó con un presupuesto limitado y recursos básicos, la directora no hace ningún esfuerzo por ofrecer algo nuevo o refrescante. En cambio, opta por imitar los elementos que hicieron exitosas a sus películas de referencia. Y, aunque algunas secuencias están filmadas de manera competente, especialmente las tomas aéreas realizadas con drones que transmiten la desesperación de estar a la deriva en mar abierto, Something in the Water resulta ser un ejemplo de cine muy básico en cuanto a la grandiosidad de lo que sucede en pantalla. Todo discurre en un universo de planos medios de las cuatro amigas flotando y parloteando en medio del océano, esperando el próximo ataque del tiburón. Y cuando este aparece, los deficientes efectos CGI no contribuyen a mejorar la experiencia.

Dado que Hayley Easton Street proviene del mundo de los efectos especiales, no es sorprendente que intente mostrar una cantidad considerable del tiburón asesino para garantizar impacto entre las muchas escenas de chapoteo en el mar abierto. Sin embargo, es decepcionante que lo haga de una manera tan deficiente, sin un encuadre adecuado o efectos sólidos que logren la ilusión de realismo del tiburón. La misma toma aérea que enfatiza la desolación de las protagonistas se vuelve casi ridícula cuando se le agrega un efecto CGI que parece hecho con una aplicación para móviles de última generación. Además, en la predecible confrontación final, cada vez que el tiburón salta del agua para atacar, el efecto resulta inesperadamente cómico, más parecido al espíritu de Sharknado (2013) que al de un thriller de tiburones que se tome con seriedad lo que está mostrando.

En definitiva, Something in the Water fracasa en su intención de convertirse en el nuevo sharksplotation del verano; para eso ya está la francesa En las profundidades del Sena (Sous la Seine, 2024) crítica de Xavier Gens. Primero, porque como espectadores no nos importa demasiado el destino de un grupo de molestas turistas inglesas, que se esfuerzan demasiado en un resort caribeño. Y segundo, porque no ofrece una acción con tiburones que cumpla con las expectativas. Además compite en el tiempo con otro estreno británico de características similares, El último aliento (The Last Breath, 2024) , disponible en las habituales plataformas de streaming en España, que resulta al menos más interesante de ver y cuenta con la última presencia en pantalla del fallecido actor Julian Sands. Finalmente, aunque, en Something in the Water haya «algo en el agua», no tiene mucho donde hincarle el diente y se convierte en una experiencia fundamentalmente tediosa.




terrorbit
terrorbit
Escritor y amante de cine de terror. Superfan de las películas de zombies, cuantos más zombies, mejor. Desde mis ojos, cuatro décadas viendo cine de terror os contemplan.