¡Octubre ha llegado y con él, la emoción de Halloween se siente en el aire! Las hojas caídas cubren las aceras, los escaparates se llenan de disfraces espeluznantes y, lo mejor de todo, es el momento ideal para disfrutar del cine de terror y todos los divertidos escalofríos que puede proporcionarnos.
Y como en Terrorbit queremos que todas las noches sean Halloween te invitamos a unirte a nosotros en una nueva muestra del #OctubredeMiedo, donde cada día recomendaremos una película que te hará temblar de miedo. Desde los slashers más sangrientos hasta los thrillers psicológicos que te mantendrán al borde del asiento, pasando por historias sobrenaturales llenas de monstruos y fantasmas, nuestra selección de 2024 está diseñada para satisfacer todos los gustos.
Así que, saca tus dulces favoritos, acomódate con tus palomitas y sumérgete en el terror con las mejores películas clásicas y contemporáneas que han dejado una marca indeleble en el género. ¡Prepárate para un octubre lleno de sustos y emociones con el V #OctubredeMiedo Terrorbit 2024!
Justo cuando el giallo comenzaba a decaer en su país de origen, uno de los intentos de imitarlo más serios, producido en Estados Unidos, bajo el auspicio de la productora Califilm de Roger Corman. Su trama sigue a un detective veterano (Ray Sharkey) y un agente del FBI (David Beecroft), mientras dan caza a un asesino en serie que comete sus crímenes en la época de lluvias torrenciales en Los Ángeles. Las sombras profundas, la iluminación colorida, los giros argumentales improbables y un asesino con guantes acechando con un cuchillo afilado delatan fácilmente sus influencias, mientras que la cinematografía de Janusz Kaminski crea un ambiente oscuro y maravilloso. Aunque recibió críticas en su momento, esta mezcla de cine negro y thriller psicológico merece su revisión, aunque solo sea para verla como un referente directo a la reciente MaXXXine (2024) de Ty West.
Basada en una historia poco conocida de Bram Stoker, la película sigue la clásica narrativa de terror ocultista o satánico, donde un demonio es liberado y amenaza a un pueblo rural, repleto de las oportunas referencias religiosas para conferirle «autenticidad» al asunto. El padre Vassey (Michael Rooker) es un cazador de lo sobrenatural que debe enfrentarse a una entidad oscura que toma la forma de una sombra (de aquí el título del relato y de la película) pero que va cobrando forma a medida que absorbe almas humanas. Aunque el filme plantea interesantes reflexiones sobre la luz y la oscuridad, y contiene algunos momentos espeluznantes, la trama se ve obstaculizada por la sobreabundancia de personajes secundarios y giros innecesarios que diluyen el enfoque central de la película. Con todo, destacan las actuaciones de Rooker y Tony Todd, aunque el final puede generar más risas que tensión. Pero, a pesar de nunca alcanza todo su potencial, tiene suficientes elementos de interés como para que su visionado resulte muy entretenido.
Este thriller británico de terror significó el debut del director Tom Shankland. Su trama sigue a un sombrío detective (Stellan Skarsgård) y su compañera (Melissa George) en la búsqueda de un asesino en serie que actúa en los barrios marginales de Nueva York. Aunque gran parte del film se centra en la investigación policial, y en ocasiones no logra enganchar completamente, el factor terror se intensifica exponencialmente cuando se revela la identidad del asesino. Este aporta un giro inesperado al subgénero del Torture Porn, obligando a sus víctimas a presenciar la tortura de sus seres queridos. La película también introduce una intrigante motivación para el asesino, basada en una ecuación matemática (la fórmula WΔZ o W delta Z, que da nombre al título), basada en un concepto que explora la capacidad de una especie para sacrificar a algunos de sus miembros por el bien del grupo. Selma Blair y Tom Hardy completan el reparto.
Excepcional thriller de vampiros dirigido por Abel Ferrara con una impecable puesta en escena, que explora conceptos como la atracción del mal como motor liberador, la adicción a las drogas y el Übermensch o «Súperhombre» nietzscheniano. Aunque en la película nunca se menciona la palabra vampiro explícitamente, la trama narra la historia de una estudiante de filosofía (Lili Taylor) que, tras se atacada por una misteriosa vampira (Annabella Sciorra), se enfrenta a su transformación, desde la confusión inicial hasta su depravada necesidad de alimentarse de víctimas. Las escenas sangrientas y la ambientación lóbrega de Nueva York, que se aprovecha del contrastado blanco y negro de la cinematografía de Ken Kelsch, se complementan con diálogos filosóficos algo pretenciosos y unas actuaciones soberbias, en las que destaca la presencia de Christopher Walken. Una de las mejores aportaciones al subgénero de vampiros de todos los tiempos, inquietante e imprescindible.
Dirigida por George A. Romero y basada en una novela de Stephen King, esta película de terror sobrenatural explora la capacidad humana para cometer actos atroces. La historia sigue a un escritor de novelas de horror (Timothy Hutton), que guarda ciertas similitudes con el propio Stephen King. El protagonista lucha por deshacerse de su alter ego literario, un autor ficticio que, de forma inexplicable, cobra vida y se embarca en una serie de asesinatos brutales. El conflicto entre el bien y el mal que habita en el alma humana sirve como subtexto en una trama algo confusa, que combina elementos sobrenaturales y psicológicos dentro de la fórmula del slasher. A pesar de algunos efectos especiales poco convincentes, la película presenta una fascinante exploración del lado oscuro del ser humano que cautiva desde el principio. Timothy Hutton ofrece una excelente actuación en los dos papeles, tanto de antihéroe como de villano, acompañado por un elenco que incluye a Amy Madigan, Julie Harris y Michael Rooker.
Actualización moderna del mito del hombre lobo que combina horror con drama corporativo. Jack Nicholson interpreta a un editor en crisis, al borde de perder su trabajo, que tras ser mordido por un lobo, comienza a experimentar una transformación tanto física como psicológica. Con un guion sólido y un ritmo deliberadamente pausado, el director Mike Nichols utiliza la licantropía como metáfora de la competitividad empresarial y la evolución personal. Con un reparto estelar que incluye nombres como Michelle Pfeiffer, Christopher Plummer, James Spader, Kate Nelligan y que ofrece actuaciones memorables, quizás lo mejor de esta película no sea su acción licantrópica sino la historia que construye alrededor del monstruo, sigue siendo una notable película de hombres lobo que logra destacar dentro del subgénero. A resaltar la banda sonora de Ennio Morricone y la presencia de un jovencísimo David Schwimmer en una de sus primeras apariciones en la pantalla grande.
Clásico del cine de explotación italiano dirigido por Bruno Mattei, que combina zombies y caníbales en una trama alocada y desvergonzada. Inspirada por el éxito de Zombie (1978) de George A. Romero, Mattei intenta crear su propia versión, añadiendo influencias de Holocausto Caníbal (1980) . La película sigue a un equipo de operaciones especiales enviado a investigar un accidente nuclear en Nueva Guinea, solo para encontrarse con una epidemia zombie. Aunque el guion es caótico, la película destaca por su enfoque sin complejos, donde el director mezcla acción, gore y elementos del euro-splatter con una evidente falta de medios, lo que no resta en entretenimiento. Los ataques zombies y las secuencias de acción están rodados con un estilo enérgico, y la música está formada por extractos de otras bandas sonoras, incluída la del clásico de Romero, compuestas por el grupo Goblin de Claudio Simonetti. Película de culto indispensable para los amantes del cine de explotación y el trash italiano.
Clásico ómnibus de la productora Amicus Productions, menos conocida que Hammer Films y a menudo confundida con este icónico estudio de terror, famosa por sus películas de terror antológicas, como es el caso de Refugio macabro, uno de los mejores films jamás rodados mediante la fórmula de colección de episodios o sketchs. Cuenta con un guión de Robert Bloch en el que un joven psiquiatra debe descubrir cuál de los internos es el exdirector del sanatorio en el que acaba de empezar a trabajar y que enloqueció de manera misteriosa. A lo largo de sus episodios, se encuentran historias sobre asesinatos, magia negra y psico-robots, con actuaciones de estrellas como Peter Cushing, Charlotte Rampling, Robert Powell, Britt Ekland y Herbert Lom. Aunque ninguno de estos episodios resulta realmente aterrador, ni sus giros es particularmente reveladores, sin embargo, la película logra desarrollar un ambiente suficientemente macabro e inquietante.
Una joya olvidada de los legendarios Estudios Hammer británicos y la tercera de las películas de terror psicológico que Jimmy Sangster escribió y produjo para la afamada productora. Oscura intriga de suspense terrorífico en la mejor tradición del gótico británico, que presenta una sobresaliente actuación de un jovencísimo Oliver Reed, quien persigue por todos los medios volver loca a su hermana Eleanor (Janette Scott) para quedarse con la herencia familiar y cuya creciente paranoia da título a la película. Esta cinta marcó el debut como director del excelente director de fotografía Freddie Francis, aunque su estreno se produjo un año más tarde de su producción, y cuenta con una impresionante fotografía en blanco y negro, curiosamente no del director, sino de Arthur Grant, otro habitual en las producciones Hammer. Aunque no es tan conocida como otras obras del género, su habilidad para jugar con la percepción de la realidad y evocar inquietud la convierten en una joya del cine de terror psicológico de los años 60. A destacar la eficaz música de Elisabeth Lutyens.
Un título mítico dentro no ya del terror italiano sino incluso en la historia del género, y la segunda película en la que colaboraron Antonio Margheriti y la diosa del horror gótico, Barbara Steele. Aunque no está a la altura de su primera colaboración en Danza macabra (1964), rebosa esa magia tan indefinible, tan dificil de pormenorizar pero identificable al instante del cine de Margheriti, que evoca visualmente al de Mario Bava pero mantine su personalidad propia, con pasillos oscuros y una atmósfera impresionantemente inquietante fotografiada en blanco y negro por Riccardo Pallotini. Aunque el guion se siente algo predecible en ciertos momentos, los giros sobrenaturales y las actuaciones de Barbara Steele y las no menos inolvidables de Halina Zalewska y Giuliano Raffaelli, aquí bajo el pseudónimo de Jean Rafferty.
Thriller terrorífico sobre asesinos en serie que, aunque no es el mejor de su género, destaca por su atmósfera y el inquietante retrato de una Nueva York desolada. Willem Dafoe interpreta a un detective atormentado por un caso de su pasado que persigue un psicópata que recrea crímenes similares, donde las escenas de los crímenes revelan pistas desde ángulos específicos, de aquí el título Anamorph (anamorfosis). A pesar de un guion algo predecible, la dirección de Henry Miller, en su debut como director de largometrajes, y, sobre todo, la excepcional fotografía de Fred Murphy crean una atmósfera opresiva, deslavada y granulosa que se apodera de la película, casi eliminando todo color y sumiendo al espectador en una constante sensación de incomodidad. A destacar la interpretación de Willem Dafoe, acompañado por Scott Speedman.
Extraña y sofocante joya del cine gótico que aborda de manera oscura y crítica la relación entre los niños y las figuras de autoridad de los adultos. La historia sigue a un grupo de siete hermanos que, tras la muerte de su madre, deciden ocultar el fallecimiento para no ser separados y enterrarla en el jardín, para comunicarse con ella a través de sesiones espiritistas. Los temas de la película giran en torno a la fragilidad de la inocencia infantil frente a la corrupción adulta y la pérdida de la fe en las figuras parentales. La dirección de Jack Clayton captura esta atmósfera de decadencia y traición, con un guion que critica la doble moral y los discursos moralistas vacíos de los adultos. La película, basada en la novela de Julian Gloag, se erige como una obra maestra que necesita un mayor reconocimiento por su cruda representación del paso de la niñez a la madurez en un entorno desprovisto de amor y seguridad.
Típico film de terror de Monogram Pictures que combina elementos del clásico relato de Jekyll y Hyde, con escaso presupuesto y un metraje de apenas 62 minutos, dirigido por Joseph H. Lewis y protagonizado por Bela Lugosi en el ocaso de su carrera cinematográfica. Un respetado médico se convierte en asesino hipnotizado por su esposa para cometer una serie de crímenes impunemente, mientras su familia y la policía intentan resolver los misterios que lo rodean. Aunque la trama es simple y a veces pierde intensidad, la película se sostiene por la actuación de Lugosi, quien con sus expresiones faciales captura la lucha interna de su personaje y su transformaciones entre hombre decente y asesino sin voluntad. A pesar de una narrativa que en ocasiones pierde intensidad y en la que los sustos reales escasean, Joseph H. Lewis consigue mantener su atmósfera de suspense la mayor parte del tiempo. A destacar, la interpretación del actor afroamericano Clarence Muse como el educado y eficiente mayordomo de Lugosi, aportando una presencia digna y no estereotipada en una época en la que los roles para actores afroamericanos eran a menudo limitados.
Secuela de la película de 1985, esta entrega marca un cambio significativo en el tono al pasar de la dirección de Dan O’Bannon, co-guionista de la icónica Alien, el octavo pasajero (1979) , a Ken Wiederhorn, un director experimentado en el género. A diferencia del enfoque oscuro y punk de la original, Wiederhorn opta por una comedia slapstick, priorizando la risa sobre el horror y buscando un equilibrio más ligero entre comedia y terror. La película incluye algunos momentos memorables, como un zombie partido por la mitad que sigue tras los cerebros, y cuenta con el regreso de James Karen y Thom Mathews, protagonistas de la primera entrega. Aunque los efectos de maquillaje siguen siendo impresionantes, queda claro que la película se conforma con ser un entretenimiento ligero, ofreciendo una atmósfera menos inquietante que la de la obra de O’Bannon.
Considerada un referente absoluto del giallo italiano y objeto de numerosos plagios, este es el segundo thriller de Mario Bava, que consolidó los elementos estilísticos que definirían al subgénero. Ambientada en un taller de alta costura en Roma, la historia sigue a un inspector de policía que investiga los brutales asesinatos de varias modelos a manos de un misterioso psicópata enmascarado. La película destaca por su intensa paleta cromática de rojos y azules contrastados, lograda gracias a la fotografía de Ubaldo Terzano y el propio Bava, que crea una atmósfera hipnótica y voyeurista, especialmente en las gráficas escenas de los crímenes. Curiosamente, fue recibida con indiferencia por la crítica y el público en su estreno, debido a las inevitables comparaciones con los éxitos previos de Bava, La máscara del demonio (1960) y Las tres caras del miedo (1963) . La banda sonora exótica de Carlo Rustichelli merece una mención especial.
Excepcional vuelta de tuerca a las películas de vampiros que explora el vampirismo como metáfora del deseo y la adicción y que se encuentra entre los filmes referentes del Nuevo Extremismo Francés de comienzos del siglo XXI, acuñados por el crítico James Quandt. Presentada fuera de concurso en el Festival de Cannes de 2001, debido a su fuerte contenido violento rápidamente se convirtió en una de las películas malditas de dicho festival y de culto para los aficionados al terror de arte y ensayo. Con un magnífico enfoque visual expresionista logrado gracias a la cinematografía de Agnès Godard, Claire Denis usa el vampirismo para aludir al SIDA, presentando personajes incapaces de amar sin destruirse mutuamente. La narrativa destaca por su ritmo enervante, el uso de silencios y la presencia de tres impactantes secuencias de violencia que exploran los límites del consentimiento y el castigo, culminando en un final perturbador y extremadamente sangriento.
Terror gótico, ambientado en la Inglaterra victoriana y beneficiado por un reparto estelar, que incluye a Basil Rathbone, Lon Chaney Jr., John Carradine, Tor Johnson y Bela Lugosi, en una de sus últimas apariciones cinematográficas. La trama explora el subgénero de experimentos médicos con un enfoque que combina horrores quirúrgicos con un propósito más humano: la desesperada búsqueda de un científico por curar la catalepsia de su esposa. Sin embargo, sus experimentos descontrolados generarán una serie de grotescas criaturas. Bajo la dirección de Reginald Le Borg, la película saca provecho de sus talentosos actores y de un guion cargado de diálogos extensos y escenarios que se repiten, creando una atmósfera de inquietante melancolía que contrasta eficazmente con la galería de escenas espeluznantes. Aunque no alcanza la categoría de obra maestra del género, anticipa en cierto modo el resurgimiento del terror gótico que posteriormente encabezaría Hammer Films.
El regreso de Guillermo del Toro al género del terror, aunque finalmente renunciara a la autoría debido a desacuerdos con los hermanos Weinstein, se materializó en este thriller ambientado en Nueva York. La trama sigue a una doctora, interpretada por Mira Sorvino, que intenta detener una epidemia infantil eliminando a las cucarachas portadoras del virus. Sin embargo, sus esfuerzos provocan la mutación de los insectos en peligrosos depredadores. Del Toro, quien coescribió el guion, logra crear una atmósfera efectiva de miedo y suspense, especialmente en las escenas claustrofóbicas del metro y en los oscuros callejones de un Manhattan empobrecido. La tensión se ve reforzada por la inquietante partitura de Marco Beltrami, la fotografía sombría y los sobresalientes efectos especiales realizados por The Character Shop, la compañía de Stan Winston. A pesar de estos méritos, la película no fue bien recibida por el público, lo que marcó el fin de los esfuerzos de Miramax en el cine de terror durante los años noventa. El reparto incluye nombres reconocidos como Jeremy Northam, Charles S. Dutton, Josh Brolin, F. Murray Abraham, Giancarlo Giannini, y un joven Norman Reedus en su debut cinematográfico.
Thriller surrealista dirigido por Neil Jordan y una de las películas más perturbadoras, visualmente hermosas y subestimadas de los años 90. Basada en una novela de Bari Wood y protagonizada por Annette Bening como una mujer con una vida aparentemente idílica en Nueva Inglaterra, que empieza a tener visiones perturbadoras sobre un asesino en serie y su próxima víctima. La trama sigue los elementos convencionales del género pero Jordan subvierte estas expectativas con una narrativa cargada de simbolismo y oscuridad, explorando temas de locura, trauma y la conexión con lo sobrenatural. Robert Downey Jr., en el papel del perturbador antagonista, aporta una intensidad inquietante que contrasta con la lucha emocional de Bening. A destacar la cinematografía de Darius Khondji, con imágenes inolvidables que capturan la atmósfera siniestra del filme.
Modernización de un clásico del horror a la moda de la Era Atómica, que marcó el cine de horror de los años cincuenta. Dirigida por Fred F. Sears, conocido principalmente por sus westerns, y producida por Sam Katzman, un veterano de las producciones de explotación de la época, esta peculiar monster movie, mezcla elementos de ciencia ficción y horror, para prescindir del tradicional enfoque sobrenatural de la licantropía y optar por una explicación científica. Con un toque de drama humano y unos efectos prácticos aceptables, el filme logra mantener la tensión a lo largo de sus escasos 80 minutos, destacando la interpretación de Steven Ritch en el papel de un hombre desafortunado que, tras ser utilizado como conejillo de indias por dos científicos sin escrúpulos en experimentos con radiación nuclear, se transforma en un hombre lobo, no con la luna llena, sino cuando se enfurece. A pesar de su bajo presupuesto, la película resulta una pieza entretenida de horror clásico que, además, ofrece interesantes reflexiones sobre la Guerra Fría, especialmente en la forma en que la policía y los habitantes del pequeño pueblo reaccionan con desconfianza ante la presencia de un recién llegado.
Aunque en el momento de su estreno fue considerada el punto más bajo de la serie, la sexta entrega de la saga de Pesadilla en Elm Street, escrita y dirigida por Rachel Talalay en su debut como directora, es más una comedia desenfrenada que una película de terror. La cinta incluye secuencias de animación psicodélica, homenajes a los filmes de LSD de los años 60, televisores que devoran a los espectadores, e incluso un clímax en 3D. En esta ocasión, descubrimos que Freddy tiene una hija adulta, quien es arrastrada de nuevo a su vida cuando viaja con un grupo de jóvenes inadaptados del psiquiátrico donde está ingresada a la ciudad donde Freddy cometió sus crímenes. Talalay demuestra un notable dominio en la combinación de comedia y horror, aunque la ligereza de algunas escenas y la falta de desarrollo de los personajes impidieron que la película alcanzara el nivel de sus predecesoras. Sin embargo, en retrospectiva, puede verse como una continuación adecuada para una saga que, de todos modos, parecía destinada a la autoparodia.
Uno de los grandes éxitos comerciales del cine de terror de la década de los setenta, dirigida por Stuart Rosenberg y basada en el libro de Jay Anson, que dio lugar a una de las franquicias más extensas del género, aunque las posteriores películas de la saga se consideraron muy inferiores en calidad. Desarrollada inicialmente como un telefilme, la película se benefició de la imaginería católica puesta de moda tras el éxito de El Exorcista de William Friedkin y el enorme sensacionalismo de la historia real, sobre los brutales asesinatos de una familia entera a manos del cabeza de familia en 1974 y su terrible influencia sobre otra familia que se muda a la misma casa un año más tarde. Ejemplo de película de casas encantadas, cuenta con una construcción narrativa muy efectista, aunque no exenta de incoherencias, y unas excelentes interpretaciones de James Brolin, Margot Kidder y Rod Steiger. Memorable también fue la inquietante partitura de Lalo Schifrin.
Uno de los clásicos célebres de la Edad de Oro del horror y penúltima película del maestro Tod Browning. Se trata de un escalofriante relato sobre la locura, el asesinato y la venganza, adaptado libremente de una novela de Abraham Merritt, que Browning aprovecha para explorar una de sus obsesiones: la tragedia de personas atrapadas en destinos grotescos. La película, con efectos sencillos pero eficaces, logra transformar una premisa aparentemente ligera y melodramática en un thriller de serie-B memorable y emocionalmente matizado, sobre un honesto pero vengativo banquero, injustamente encarcelado por un crimen que no cometió, que utilizará los experimentos de un científico loco para crear seres humanos diminutos y castigar a los responsables de su encarcelamiento. A destacar la grandiosa y camaleónica interpretación de Lionel Barrymore disfrazado como una anciana y motivado tanto por la venganza como por el amor hacia su hija, la brillante Maureen O’Sullivan.
Secuela de uno de los éxitos más memorables de los años ochenta, gracias a un buen puñado de sustos genuinos y a un guion que combinaba con habilidad lo sobrenatural y el drama doméstico. Dirigida por Brian Gibson, un cineasta con poca experiencia fuera de la televisión en ese momento, la película expande los eventos de la primera entrega de manera directa pero con resultados desiguales. Aunque la trama puede volverse predecible en ocasiones y algunos elementos carecen de la profundidad necesaria, Poltergeist II logra sostenerse gracias al regreso del elenco original, el inquietante personaje de Kane (interpretado por Julian Beck, quien en ese momento sufría de cáncer terminal y cuyo aspecto demacrado añade un toque aterrador), y los efectos especiales de Boss Films. Sin alcanzar la genialidad del original, Brian Gibson ofrece una secuela entretenida, con suficientes momentos escalofriantes para mantener vivo el legado de la primera y preparar el camino para una tercera entrega.
Slasher de principios de los 2000 que sigue fielmente la fórmula clásica del subgénero: un grupo de personajes es asesinado uno a uno por un psicópata desfigurado que acecha en los pantanos de Nueva Orleans. Dirigida por Adam Green, la película no se desvía de los clichés del género, pero se destaca por su ritmo rápido, violencia explícita y un toque de humor que suaviza la brutalidad sin sacrificar la atmósfera de terror ni la diversión. El asesino, una imitación de Jason Voorhees, se convierte en un villano memorable gracias a su salvajismo y a la creatividad con la que utiliza el entorno para cometer sus asesinatos, lo cual se ve acentuado por la calidad de los efectos especiales prácticos. Resultó lo suficientemente exitosa como para dar inicio a una franquicia que se extendió hasta 2017 con un total de cuatro secuelas. Hatchet puede no ser el slasher más original, pero demuestra que Adam Green entiende las reglas del género y sabe cómo satisfacer a sus seguidores.
Siniestro thriller de terror británico centrado en dos amigas que quedan atrapadas en un laberíntico edificio de trasteros en Nueva York, donde acecha una siniestra criatura. La película destaca por su eficaz uso del entorno claustrofóbico y sombrío, con interminables pasillos y un sistema de iluminación por sensores que intensifica la tensión. La primera parte del filme logra mantener una atmósfera escalofriante, con escenas sangrientas que aumentan el impacto. Sin embargo, un giro en la trama reduce la sorpresa y hace que la historia se vuelva más predecible, afectando a su fluidez. A pesar de esto, el director Matt Winn aprovecha al máximo el escenario y el diseño de la criatura para crear una atmósfera opresiva que sostiene el suspense durante la mayor parte de la película, mientras que el elenco, liderado por Mischa Barton y Robert Knepper, ofrece actuaciones adecuadas. La película también se conoce bajo el título The Bunker.
Fiel adaptación de una novela corta de Stephen King, que marca el debut como director de Daniel Attias. La historia se sitúa en un pequeño pueblo estadounidense, donde una serie de asesinatos inexplicables desata el pánico, y un joven en silla de ruedas, interpretado por Corey Haim, sospecha que el verdadero responsable podría ser un hombre lobo. Aunque la trama no resulta especialmente innovadora, combina eficazmente el característico terror de King con la mitología del licántropo, añadiendo un giro inesperado. A pesar de las limitaciones de presupuesto, Attias consigue equilibrar el humor adolescente con el horror, logrando una película entretenida que destaca por la química entre el elenco principal, especialmente Haim, Megan Follows y Gary Busey. Los efectos especiales del legendario Carlo Rambaldi y la cinematografía de Armando Nannuzzi aportan un toque distintivo al film. Sin llegar a convertirse en un clásico, Silver Bullet mantiene su relevancia en el subgénero de la licantropía gracias a su aire nostálgico y a la fiel representación de los elementos habituales en la obra de King. Las actuaciones de Everett McGill y Terry O’Quinn también merecen ser destacadas.
Continuación directa del magistral clásico de Alfred Hitchcock, que se sitúa 22 años más tarde de los eventos originales, con Norman Bates regresando a casa después de curarse, aparentemente, de los brotes psicóticos que lo llevaron a cometer una serie de asesinatos en el motel familiar. Claro está, no está a la altura de Psicosis (1960) , pero su enfoque inteligente y respetuoso, el guion de Tom Holland y sus giros en torno a la ambigüedad en el estado mental de Norman y la habilidad del artesano Richard Franklin hacen que la secuela tenga una atmósfera bastante intensa, cargada de suspense, homenajeando dignamente el estilo del maestro Hitchcock. Algunas muertes son sorprendentemente violentas, en sintonía con la tendencia slasher de la época. Como puntos más destacables, a interpretación de Anthony Perkins, cuya química con Meg Tilly añade vulnerabilidad a la historia, y la excepcional banda sonora del genial Jerry Goldsmith, que evita intencionadamente el tema clásico de Bernard Herrmann, aportando un aire único a la secuela.
Adaptación cinematográfica de una novela de Ramsey Campbell, que marca el debut en largometraje del director valenciano Paco Plaza, quien aprovecha el texto homónimo para explorar el oscuro mundo de las sectas pseudoreligiosas y su insidiosa influencia en la institución familiar, representada aquí como una organización oculta. Premiada en el Festival de Sitges de 2002, la trama sigue a la joven Daniella (Erica Prior), mientras investiga el sospechoso suicidio de su padre, vinculado a una misteriosa secta llamada los Abrahamitas. La atmósfera sutilmente inquietante y la tensión constante caracterizan a este thriller psicológico, que se apoya en giros inesperados, aunque no siempre efectivos, para mantener el interés y sostener el suspense sin caer en el exceso. Sin embargo, el filme padece cierta irregularidad, especialmente por un ritmo algo lento y un desenlace que podría resultar insatisfactorio para algunos espectadores. A destacar la reaparición en un breve papel de la actriz Teresa Gimpera y la presencia del californiano Craig Hill, en uno de sus últimos papeles.
Comedia de terror slasher, dirigida por el británico John Hough a finales de la década de 1980, que retoma la fórmula habitual del subgénero para enfrentar a un grupo de universitarios con una familia de dementes asesinos en una isla remota. La trama comienza cuando la avioneta de los jóvenes sufre una avería y deben amerizar de emergencia cerca de la mansión de la excéntrica y psicótica familia. A pesar de su premisa repleta de clichés, Hough introduce un elemento psicológico poco común en los slashers, centrándose en el duelo y la inestabilidad mental de la protagonista, Cynthia (Sarah Torgov), quien acaba de perder a su bebé y se convierte en una final girl singular, heredera legítima de la demencia homicida que flota en el ambiente. Aunque carece de escenas de gore explícito, la película logra recrear una atmósfera inquietante similar a clásicos del backwoods horror, como Las colinas tienen ojos de Wes Craven o La matanza de Texas 2 de Tobe Hooper, al combinar humor negro con elementos de terror. En conjunto, Escóndete y tiembla consigue un brillante equilibrio entre lo perturbador y lo absurdo, destacando las actuaciones de las estrellas veteranas Yvonne De Carlo y Rod Steiger, quienes aportan una cierta teatralidad que eleva una trama que, de otro modo, podría resultar poco cautivadora.
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