Título original: Piercing (USA, 2018) Color, 81 mins.
Director: Nicolas Pesce
Reparto: Christopher Abbott, Mia Wasikowska, Laia Costa, Maria Dizzia
Este impactante drama de terror psicológico es la segunda película del aclamado director Nicolas Pesce. Adaptación de una novela de Ryu Murakami publicada en 1994, Piercing cuenta la historia de un desquiciado padre de familia que contrata a una prostituta para una sesión de S&M y liberar sus impulsos más oscuros planeando su asesinato. Desafortunadamente para el hombre, la incauta víctima tendrá otros planes para la velada.
En Piercing, Nicolas Pesce mezcla con habilidad la comedia negra y el drama psicosexual para presentarnos un cóctel perfecto, preparado a base de una encomiable puesta en escena, sencilla pero muy eficaz, y unas magníficas actuaciones de Christopher Abbott y Mia Wasikowska, que van poco a poco desenvolviendo el embalaje de sus personajes hasta descubrir, junto con el espectador, las verdaderas motivaciones de cada uno. Y todo ello acompañado de una banda sonora, cuando menos curiosa, que incluye temas extraídos directamente de filmes como Rojo profundo (1975) y Tenebre (1982) , ambos dirigidos por Dario Argento. Y esta referencia al maestro italiano no es en vano porque, aunque Piercing se percibe como un honrado homenaje al Audición (1999) de Takashi Miike (no por casualidad, otra adaptación de Murakami), su estilo y tono son mucho más cercanos al giallo de los 70, con su imitación de la sofisticada estructura visual y narrativa de Argento o el uso de la pantalla partida, una técnica cinematográfica popularizada en los 60 y 70 por directores como Alfred Hitchcock o Richard Fleischer.
El mayor problema que nos encontramos con Piercing, y sin arruinar el final de la película, estriba en que Nicolas Pesce insiste en mantener una película sencilla (dos personas, una habitación de hotel…) alejada de la desasosegante complejidad de la novela de Murakami. Por ello, el espectador se queda nadando complaciente en la superficie de lo que está viendo, en lugar de zambullirse profundamente en la extrema relación sadomasoquista de la pareja protagonista y las causas que les han arrastrado hasta esa situación (los traumas infantiles, la canalización de la frustración y de la ira, la psicopatía de los protagonistas…) De ahí que las alucinatorias imágenes provocadas por las drogas que ingieren resulten tan anti climáticas y confusas. Es como si Pesce entendiese y abrazase el potencial de la historia de Ryu Murakami pero tuviese ciertos reparos a la hora de hacerlo demasiado perturbador. Aun así, Piercing no es una película para todos los gustos.