Título original: Blood Hunters a.k.a. One Drop (CAN, 2016) Color, 90 mins.
Director: Tricia Lee
Reparto: Lara Gilchrist, Benjamin Arthur, Torri Higginson, Julian Richings
Siguiendo los pasos de otras producciones de terror que utilizaban la oscuridad como leitmotiv, En la oscuridad (2003) o Vanishing on 7th Street (2010) , donde los pasillos oscuros son sinónimo de amenaza y el elemento terrorífico en torno al que gira la trama, la canadiense Tricia Lee, quien ya cosechó un cierto éxito con Silent Retreat (2013) , otra película donde la adicción y las criaturas asesinas tienen un papel predominante, vuelve a colaborar con el guionista Corey Brown en esta curiosa historia, que parte de una premisa muy prometedora: una madre soltera con problemas de adicción se despierta de una sobredosis en un oscuro hospital, inexplicablemente embarazada de nueve meses y rodeada de cadáveres.
Presentada en el 17º Festival FrightFest londinense, Blood Hunters contaba a priori con todos los elementos para resultar una sólida película de terror biológico, con un par de actores reconocibles, donde destacan Lara Gilchrist y Julian Richings, un tipo al que aprendimos a reconocer desde Km.666 (2003) y un buen puñado de sustos protagonizados por unas criaturas de diseño muy similar a las de The Descent (2005) . Desgraciadamente, a medida que avanza la trama y Lee trata de resolver los misterios, más ridícula resulta y más aparecen los sinsentidos de la historia, como la reacción de la protagonista ante su misterioso embarazo. Despertar en un entorno desconocido y amenazador con un embarazo aberrante es una historia oscura y perturbadora como la que más, una que tan solo un mujer sabe exactamente el horror y el asco que ello implica y, sin embargo, ni Gilchrist, ni la trama son capaces de convertirlo en un momento de terror absoluto. Para colmo, muchas de las criaturas se limitan a deambular sin motivo aparente por pasillos oscuros y cuando el espectador tiene la ocasión de verlas en detalle, tienen demasiado aspecto de ser figurinistas encorvados por lo cual no resultan tan aterradoras como se esperaba.
Hay que destacar, sin embargo, su más que aceptable estilo visual, donde la fotografía de Ryan Knight hace un eficaz uso de las luces y las sombras, así como cierta iluminación fluorescente, que confiere a las instalaciones médicas subterráneas donde se desarrolla la acción, esa indispensable atmósfera tensa necesaria para este tipo de historias, donde un grupo de desconocidos intenta escapar de una laberíntica instalación después de despertar misteriosamente allí. Los efectos de maquillaje y el gore hacia el final también ayudan a mejorar el nivel.
Es cierto que Blood Hunters cuenta con un presupuesto minúsculo y todo resulta muy indie: reparto reducido, escenografía limitada, toda la película se desarrolla básicamente en tres escenarios escasamente iluminados. Pero, esto no es excusa para que el tono de la película sea excesivamente serio y sus personajes absolutamente increíbles y poco empatizantes. Del mismo modo, resulta de alguna manera una decepción a la hora que ofrecer situaciones verdaderamente terroríficas. Una lástima porque podría haber quedado una mejor película.