Título original: Blood Red Sky (GER/USA, 2021) Color, 121 mins.
Director: Peter Thorwarth
Reparto: Peri Baumeister, Graham McTavish, Dominic Purcell, Roland Møller
La plataforma de vídeo bajo demanda Netflix ha encontrado un verdadero filón dentro del género de terror y, sobre todo, en la fusión de premisas para disfrazar de originalidad los viejos tropos del género y otorgarles un soplo de aire fresco para las nuevas generaciones de suscriptores. En esta ocasión, el director y guionista Peter Thorwarth, conocido por ser uno de los autores del libreto de La ola (2008) de Dennis Gansel y co-creador de una miniserie de Netflix basada en el mismo concepto, es el encargado de presentar una mezcla del cine de acción noventero, representado por películas como Decisión crítica (1996) de Stuart Baird o Air Force One (1997) de Wolfgang Petersen, con el género terrorífico, en una trama que nos muestra hasta dónde está dispuesta a llegar una madre para proteger a su hijo, cuando el vuelo transoceánico en el que viajan con destino a los Estados Unidos, para tratarse una misteriosa enfermedad sanguínea, es secuestrado por una supuesta célula islamista.
Interpretada por un desconocido reparto de actores europeos, incluída su esforzada protagonista Peri Baumeister, más Dominic Purcell como reclamo comercial, Cielo rojo sangre parte de un concepto divertido que vampiriza, si me permiten el juego de palabras, una premisa del género ya vista en Serpientes en el avión (2006) de David R. Ellis o en la más interesante Train to Busan (2016) de Sang-ho Yeon, donde un variopinto grupo de personas es sometido a una determinada amenaza: serpientes venenosas, zombies o vampiros, en un espacio reducido y claustrofóbico del que no pueden escapar, para trasladar un mensaje algo infantiloide y decididamente empapado de espumarajos de sangre, donde la protagonista se dedica a gruñir y a mostrar los colmillos para defender a su hijo a toda costa, mientras trata de convencer a todo el mundo que no es tan mala como aparenta. Algo así como que no juzguemos a las personas por su apariencia, sino por su personalidad.
Parece obvio que el director Peter Thorwarth tenía más o menos claro en su cabeza cómo quería contar su historia, pero la verdad es que su previsibilidad y la mediocridad de su segunda mitad hacen que sea un poco complicada de digerir. Fundamentalmente, porque todo resulta muy destartalado y sin mucha convicción. Sin embargo, sorprendentemente la acción y el ritmo trepidante hacen que el espectador se mantenga pegado a la butaca, con cierta curiosidad morbosa, esperando ver qué otro ingenioso giro argumental se le ocurre a Thorwarth para alargar la mezcla de thriller de acción y cine de vampiros que propone. De aquí que Cielo rojo sangre se sienta un poco alargada, aunque las partes de gore y acción superen los momentos más lentos, porque el número de veces que se puede echar mano de otro pasajero o secuestrador transformándose en criatura de la noche es más bien limitado.
Cielo rojo sangre, qué duda cabe, es una película de verano. Si bien, gracias a las plataformas VO, este tipo de producciones ya no se consumen al amparo del aire acondicionado de las salas de cine, sino en innumerables salones hogareños sobre mesas rebosantes de cerveza y restos de pizza. Y claro, para quienes crecimos en la penumbra de un patio de butacas, no resulta lo mismo, no se disfruta igual. En este sentido, Peter Thorwarth no termina de sacarle todo el jugo a una fórmula, que David R. Ellis ya estrujó adecuadamente quince años atrás. Del mismo modo, tampoco se muestra tan habilidoso como Sang-ho Yeon a la hora de construir atmósfera y tensión, incluso comete el grave error de revelar antes de tiempo la verdadera naturaleza de la protagonista y dinamitar el escaso suspense de la historia. Pero regresando al punto de inicio de esta conclusión, como película de verano resulta una más que aceptable película teñida de rojo para consumir con amigos.