Título original: Halloween Kills (USA/UK, 2021) Color, 105 mins.
Director: David Gordon Green
Reparto: Jamie Lee Curtis, Judy Greer, Andi Matichak, Anthony Michael Hall
La propuesta del realizador David Gordon Green para modernizar una de las sagas más prolíficas y populares del universo terrorífico de todos los tiempos, creada en 1978 por el tándem John Carpenter y Debra Hill y convertida en obra referente del subgénero slasher, en forma de recreación diligente y casi académica de la atmósfera y la textura de los films de Carpenter, que presenta a Laurie Strode, interpretada nuevamente por Jamie Lee Curtis, malherida en un hospital tras enfrentarse por última vez al psicópata asesino que está atormentando a su familia desde su adolescencia, mientras el resto de supervivientes se unen para dar acabar con el mal de una vez por todas. Una continuidad narrativa habitual en las películas originales que ayudaba a seguir las andanzas del psicópata de la máscara blanca, orquestadas como una colección de atrocidades en forma de recuento de muertos, y que aquí evoluciona con un sincero homenaje a los supervivientes de la saga.
Halloween Kills se enmarca en la parte intermedia de una trilogía que comenzó con La noche de Halloween (2018) , lo que podría llevar a alguien a pensar que, siendo la parte interior de esa especie de bocadillo cinematográfico que son las trilogías, debería ser la parte con mayor sustancia, pero no es así. Esta secuela es una enorme decepción en comparación con su predecesora y todo lo que entonces eran halagos: el despliegue de hemoglobina, la nostalgia elevada, los sustos a la vieja usanza, ahora se transforman en una especie de autoparodia de sí mismos. Por otra parte, en el esfuerzo autorreferencial de Gordon Green se comete el grave error de dejar a un lado a su luminosa estrella Jamie Lee Curtis, quizás en un intento de imitar lo que hiciera el propio Carpenter en Halloween 2: Sanguinario (1981) , quien relegó a su heroína al confinamiento de las cuatro paredes de un hospital con la finalidad de acentuar la sensación de inevitabilidad de su muerte a manos del asesino y añadir el escenario claustrofóbico a la lista de horrores a los que son sometidos los espectadores. Pero esto solo consigue degradar al personaje a una especie de tedioso altavoz de la conciencia colectiva, una especie de nihilista comentario fuera de cámara que permite al espectador más despistado entender qué está sucediendo realmente en pantalla, más allá de la sucesión de asesinatos aleatorios y gratuitos presumidos en el título. Y es que David Gordon Green trata de elevar la ya consabida premisa del mal encarnado en una brutal máquina de matar con cierta denuncia social, reminiscente del clásico M, el vampiro de Düsseldorf (1931) de Fritz Lang, contra la histeria colectiva y los alzamientos populares, tan tristemente de actualidad en la Norteamérica del Trumpismo. Definitivamente, un innecesario y confuso mensaje antirepublicano que lejos de elevar la trama no consigue destacar más allá de lo puramente testimonial, dado que el propio Gordon Green justifica al mismo tiempo que los personajes de Jamie Lee Curtis y Judy Greer insistan en todo momento en aplicar su particular versión de la Ley del Talión.
En definitiva, a pesar de que Halloween Kills presenta una importante falta de ideas originales y de no añadir nada reseñable al folclore de la saga, más allá de los fabulosos y brutales retablos con los que deleita a los fans de las tablas de carnicero más clásicas y la excelente partitura escrita entre el propio Carpenter y su hijo Cody Carpenter, hay algo entretenido, sin caer en la autorreferencialidad barata, en la manera en que consigue plasmar la mitología del clásico y explotar los cánones más nostálgicos del slasher. Algo que de cara a la tercera entrega sugiere que, aunque se encuentre en su cota más baja, la saga de Halloween aún tiene mucha más sangre guardada en el zurrón.