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#CriticadeMiedo

Estamos muertos

Parte telenovela adolescente, parte pesadilla zombie, la nueva serie de Netflix es una montaña rusa de emociones y acción hipercinética, brillantemente coreografiada, cuyas generosas dosis de violencia gore mantienen al espectador al borde del asiento, aunque a ratos su trama caiga en una extenuante repetición de lugares comunes y personajes estereotipados. Lo mejor, su metáfora sobre la naturaleza cruel e implacable del bullying y la atrofia emocional que padecen los adolescentes coreanos.

Título original: Ji-geum u-ri hak-gyo-neun (KOR, Serie TV 2022– ) Color, 12 episodes 60 mins.
Creador: J.Q. Lee, Kim Nam-Soo
Reparto: Park Ji-hu, Chan-Young Yoon, Sang-Yeon Son, Jeon Bae-soo

★★✰✰ All of Us Are Dead (2022) on IMDb


Desde el considerable éxito de Train to Busan (2016) de Sang-ho Yeon, el K-horror ha confiado en la temática zombie para producir largometrajes y series de televisión de enorme calidad. Tal fue el caso de Kingdom (2019–2020) también distribuida por Netflix y quizás inspiradora directa para esta nueva unión entre el gigante de contenido streaming y los muertos vivientes.

Estamos muertos es una intensa y trepidante serie surcoreana, creada y dirigida por J.Q. Lee y Kim Nam-Soo y basada libremente en un webtoon (formato de cómic digital creado originariamente en Corea del Sur y publicado exclusivamente a través de Internet) creado en 2009 por Joo Dong-Geun y titulado Jigeum Woori Hakkyoneun, que recurre a la familiar fórmula del apocalipsis zombie pero focalizado en un instituto infestado de muertos vivientes.

Argumentalmente hablando, la premisa de la serie es sencilla y no inventa nada nuevo. Una estudiante de secundaria es mordida por una rata de laboratorio y se infecta con un misterioso virus que la convierte en un muerto viviente que rápidamente infectará al resto de sus compañeros de colegio y, antes de que concluya el primer episodio, la pequeña ciudad de Hyosan se verá invadida por hordas de zombies agresivos sin que las autoridades se muestren capaces de contenerlos. En medio del caos, un grupo de estudiantes se parapeta en un aula y tratará por todos los medios de no engrosar las filas de infectados que merodean por los pasillos y el exterior del instituto.

En tiempos de Covid, no cuesta mucho ver la analogía entre las líneas generales de la historia que propone Estamos muertos y la pandemia real que aún estamos padeciendo. La implicación es evidente puesto que no tardamos en descubrir que, tanto en el origen del virus como en la incapacidad gubernamental para ayudar a los afectados, se encuentra la ineficacia y la corrupción del sistema. Sin embargo, lo que me parece mucho más interesante y lo que en última instancia diferencia a Estamos muertos del resto de series de temática zombie, es la denuncia que subyace sobre la naturaleza cruel e implacable del bullying y la atrofia emocional que padecen los jóvenes coreanos, dado que por muy feas que se pongan las cosas, nunca dejan de mostrarse preocupados por sus problemas de adolescentes y por estereotipos banales. Existen varias alusiones muy concretas que definen esto a la perfección: por un lado, la insistencia en mostrarnos las ñoñas desilusiones sentimentales de dos compañeros de clase y amigos desde la infancia (Park Ji-hu y Yoon Chan-young); y, por otro, mucho más oscuras, la relación entre el acoso entre adolescentes y la creación del virus, así como el hecho de que una víctima de acoso escolar (Oh Hye-soo) se muestre más interesada en impedir que ciertas fotos suyas no deseadas sean subidas a Internet, que en protegerse de la violencia sangrienta que la rodea.

Desgraciadamente, una década después de que The Walking Dead (2010–2022) y sus insufribles imitaciones dieran lugar a una interminable saturación del género, existe un número limitado de cosas que se pueden hacer con una historia de zombies, y a lo largo de sus doce horas de duración, repartidas en capítulos de 60 minutos, los jóvenes estudiantes se pasan el tiempo repitiendo la mismas escenas básicas, los mordiscos y las carreras, en un extenuante carrusel de tropos de segunda mano, aunque curiosamente nunca lleguen a cansar del todo. Gracias, fundamentalmente, al hábil uso de los cliffhangers demostrado por el guionista Seong-il Cheon y a la eficaz progresión narrativa que siempre se dirige hacia adelante, a veces sin prisa y recreándose en flojos momentos emocionales, pero con excelentes explosiones de acción hipercinética, brillantemente coreografiada, y generosas dosis de violencia gore que mantienen al espectador al borde del asiento.

En resumidas cuentas, Estamos muertos es una serie autoconsciente, que hace intenta hacer un verdadero esfuerzo para hacer reflexionar a la audiencia y horripilar, al mismo tiempo. Cuya historia resulta bastante convincente en términos de carga emocional y visualmente resulta magnífica, con zombies que se mueven rápido y se contorsionan de manera espeluznante. Quizás su mayor problema a la hora de resultar una serie más elevada sea su extensión y es que la docena de episodios se siente alargada y éstos terminan por volverse repetitivos y, más allá del esfuerzo por sobrevivir, no llevan realmente a ningún destino.




terrorbit
terrorbit
Escritor y amante de cine de terror. Superfan de las películas de zombies, cuantos más zombies, mejor. Desde mis ojos, cuatro décadas viendo cine de terror os contemplan.