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Imagen por cortesía de © IFC Films / Filmin

#CriticadeMiedo

El último late night

Inteligente y sólida película de terror sobrenatural que adopta el estilo del mockumentary o falso documental, recreando un programa de entrevistas nocturno de los años setenta que persigue demostrar en vivo una posesión demoníaca. El resultado es un divertido pastiche que amalgama conceptos e ideas de otros filmes y funciona, sobre todo, por su fiel representación del medio televisivo de la época y la brillante interpretación del actor David Dastmalchian.

Título original: Late Night with the Devil (AUS/USA, 2023) Color y B/N, 93 mins.
Director: Cameron Cairnes, Colin Cairnes
Reparto: David Dastmalchian, Laura Gordon, Ian Bliss, Ingrid Torelli

★★★✰✰ Late Night with the Devil (2023) on IMDb


En la década de los noventa, la cadena británica BBC emitió un especial televisivo durante la noche de Halloween, que llevaba por título Ghostwatch (1992) . Este programa, que se presentaba como una transmisión en vivo, mostraba a un equipo de expertos paranormales investigando una casa embrujada. Durante la emisión, los espectadores podían llamar para compartir sus propias experiencias paranormales o comentar lo que estaban viendo en el programa.

En realidad, toda la producción fue un elaborado proyecto concebido como una serie de televisión por el director Lesley Manning y el guionista Stephen Volk, quien por aquel entonces ya había escrito un par de películas de cierto prestigio en el género, como Gothic (1986) de Ken Russell o La tutora (The Guardian, 1990) de William Friedkin. Ghostwatch fue muy probablemente la fuente de inspiración del subgénero del metraje encontrado, que se popularizó siete años más tarde con El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project, 1999) y su equipo de investigación corriendo cámara en mano y filmando incidentes paranormales que nunca llegan a ser vistos por completo.

Por otra parte, Ghostwatch añadió también un grado adicional de realismo al utilizar rostros televisivos de fama internacional, como el presentador Michael Parkinson, y al incluir a varias personas reales junto con actores profesionales, que desconocían que estaban siendo filmadas para una película. Además, algunas de las llamadas de los televidentes durante la retransmisión eran reales y se incluyeron entremezcladas con otras llamadas pregrabadas.

Galardonada en la pasada edición del Festival de Sitges con el Premio al Mejor Guion y adquirida por Filmin para su distribución en nuestro país, aunque con un estreno en salas muy limitado y casi testimonial, El último late night de los hermanos Cameron y Colin Cairnes se inspira abiertamente en el telefilm de Lesley Manning. Presentada bajo la apariencia de un falso documental, narrado por el actor Michael Ironside, la historia sigue a Jack Delroy (David Dastmalchian), el presentador de un programa de entrevistas nocturno norteamericano en decadencia. En un intento por recuperar su audiencia, durante una emisión en directo en la noche de Halloween de 1977, Delroy entrevista a la autora de un libro sobre el Diablo (Laura Gordon) y a su acompañante (Ingrid Torelli), una adolescente que sobrevivió al suicidio colectivo de un culto satánico y que supuestamente está poseída por un demonio.

En términos de trama, El último late night no difiere mucho de la mencionada Ghostwatch. Los directores y guionistas Cameron y Colin Cairnes logran extraer muchas de las inteligentes premisas narrativas del telefilm y trasladarlas a una década de los setenta marcada por la crispación social e ideológica post-Vietnam y del llamado «Satanic Panic», una falsa y exagerada oleada de pánico moral hacia las sectas ocultistas y el satanismo, alimentada por los medios de comunicación norteamericanos. Para relatar una historia de posesiones demoníacas que funciona de manera brillante y, sobre todo, tremendamente divertida.

Al mismo tiempo, los hermanos Cairnes exploran de manera tangencial una más que evidente crítica social sobre los peligros de la exposición personal en el medio televisivo y su capacidad para hipnotizar al espectador, haciéndole creer lo que más conviene a los intereses editoriales de las cadenas. Esto contrasta con las críticas recibidas por la película en torno a la utilización de imágenes recreadas con Inteligencia Artificial en su prólogo, destinadas a contextualizar la turbulenta y nihilista época en la que se sitúa la trama. Los Cairnes utilizan el formato de un show televisivo para insinuar que lo que vemos en el escenario (es decir, el desarrollo del programa y las entrevistas) no es todo lo que existe y que, efectivamente, algo más se oculta detrás de las cámaras. Una mujer entre el público que lleva un pañuelo en la cabeza similar al de la difunta esposa de Delroy (Georgina Haig), otro espectador disfrazado de Diablo y uno de esqueleto, que curiosamente se enmarca en varios fotogramas a lo largo de la película. Todo ello apoyaría la sugerencia de la presencia de una especie de actor en la sombra que no vemos, pero que estaría moviendo los hilos de lo que sucede. Esto es similar a lo que ocurre en la vida real, donde nuestra forma de pensar y de consumir suele estar dirigida por intereses políticos y económicos que escapan a nuestro control.

Con una impecable puesta en escena que recrea una atmósfera opresiva, contenida sobre todo en el plató del programa pero también en todo aquello que se intuye detrás del escenario, donde las escenas se suceden con distintos focos de atención, provocando intriga en el espectador y llevándole a cuestionarse lo que está viendo. Miradas furtivas que espían conversaciones en primer plano, superposiciones y reflejos en espejos que sugieren una presencia sobrenatural, son algunos de los recursos utilizados. El último late night es un thriller sobrenatural que combina sátira y suspense, manteniendo la tensión en una historia repetida en innumerables ocasiones, gracias al gimmick o ardid visual de imitar el formato del falso documental, replicando fielmente el estilo cotidiano de la televisión de la época. El formato cuatro tercios, la imagen granulada y desaturada en tonos amarronados, y el vestuario, nos transportan irresistiblemente a un programa televisivo de los años 70. Su eficacia es tan innegable que, aunque nunca se oculta hacia dónde se encamina la historia, el espectador es incapaz de apartar la mirada de la pantalla, sin llegar a aburrirse. Y cuando las cosas comienzan a torcerse, a pesar de ser predecible y muy probablemente no estar a la altura de las expectativas, la película sigue resultando tremendamente inteligente y sólida.

A esto se suma la genial interpretación de David Dastmalchian, un actor norteamericano de orígenes iraníes que no resulta ajeno a los aficionados al género por sus trabajos en The Boogeyman (2023) crítica y El último viaje del Démeter (The Last Voyage of the Demeter, 2023) crítica. Dastmalchian brilla en su papel de showman televisivo sin escrúpulos, capaz de cualquier cosa por subir un punto sus audiencias. A su lado, la joven Ingrid Torelli se convierte en la auténtica estrella de la película con su personificación de la adolescente poseída, elevando el tono de espanto con cada inquietante mirada a la cámara y cada truculenta transformación. El resto de secundarios, que incluye a Laura Gordon, una de las cinco víctimas de Jigsaw en Saw V (2008) , cumplen en sus papeles sin desentonar.

Sin embargo, uno de los puntos más débiles de la película es su caótico desenlace. Aunque la falta de explicaciones autoconclusivas podría considerarse un acierto, resulta extremadamente confuso y desorientador. Después de recorrer los lugares comunes del subgénero de posesiones y algunos jump scares impostados, el caos del clímax pierde gran parte de la capacidad de atrapar la atención que había logrado el ritmo contenido y tenso del resto de la película. Los efectos especiales, con ciertas referencias visuales a Scanners (1981) de David Cronenberg, hacen su aparición y rompen con el tono ambiguo y la atmósfera envolvente cuidadosamente construida a lo largo del metraje, reemplazándolos por una explosión de sangre y truculencia innecesaria que, aunque impactante y catártica, desentona. El problema se agrava con una segunda parte del final, más desquiciada y surrealista, que parece completamente fuera de lugar, a pesar de que los hermanos Cairnes hayan ido dejando pistas al respecto, y socava la sensación de autenticidad conseguida.

Como conclusión, se rumorea, respaldado por la prestigiosa revista Variety, que El último late night recaudó la escalofriante cifra de $666,666 en su primer fin de semana. Sin duda, un astuto truco de marketing diseñado para insertar esta película en la memoria colectiva de los aficionados a lo sobrenatural.




terrorbit
terrorbit
Escritor y amante de cine de terror. Superfan de las películas de zombies, cuantos más zombies, mejor. Desde mis ojos, cuatro décadas viendo cine de terror os contemplan.