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Imagen por cortesía de © Universal Pictures | Universal Pictures España

#CriticadeMiedo

No hables con extraños

Remake de un thriller danés de 2022, convertido en una especie de película de culto por su perturbador desenlace. Dirigida por James Watkins y producida por Blumhouse esta versión hollywoodense resulta más convencional y comercial, aunque intenta conservar la esencia de suspense psicológico y sátira social del original europeo. A destacar el duelo de interpretaciones entre James McAvoy y Mackenzie Davis.

Título original: Speak No Evil (USA/CRO/CAN, 2024) Color, 110 mins.
Director: James Watkins
Reparto: James McAvoy, Mackenzie Davis, Scoot McNairy, Aisling Franciosi

★★★✰✰ Speak No Evil (2024) on IMDb


Hace apenas dos años, la película danesa Speak No Evil (2022) , dirigida por Christian Tafdrup, sorprendió con una peculiar mezcla de thriller psicológico, terror y sátira social. Su historia giraba en torno a una familia que, tras conocer a otra durante unas vacaciones, acepta una invitación para pasar un fin de semana en su casa de campo, lo que termina llevándolos al límite de su resistencia emocional. Speak No Evil se convirtió rápidamente en una película de culto entre los asistentes al Festival de Sitges de ese año, generando además cierta controversia, sobre todo, por lo perturbadora y nihilista que resultó su secuencia final.

Ahora, siguiendo con la exasperante tendencia hollywoodense de reformular éxitos de otras cinematografías para adaptarlos a su propia industria, Blumhouse Productions presenta una versión más convencional y comercial de Speak No Evil, que opta por suavizar la malevolencia opresiva del relato original de Tafdrup, aunque conservando su esencia de suspense social europeo, y cuyo estilo evoca el tono de los thrillers de los años noventa, como La mano que mece la cuna (1992) de Curtis Hanson o De repente, un extraño (1990) de John Schlesinger que presentaban ciudadanos aburguesados a merced de un extraño psicótico al que dejaban entrar en sus vidas.

Dirigida por James Watkins, conocido en el género por el éxito de Eden Lake (2008) , No hables con extraños cuenta la historia de Ben (Scoot McNairy) y Louise (Mackenzie Davis), un matrimonio estadounidense que viaja a Italia para intentar superar una crisis matrimonial y gestionar la sobreprotección hacia su hija preadolescente (Alix West Lefler). Durante sus vacaciones, conocen a otra familia con la que entablan amistad y que los invita a pasar un fin de semana en su casa en Devon, en la campiña inglesa. Lo que comienza como una tranquila escapada campestre pronto se transforma en un juego social incómodo y perturbador, llevando a Ben y Louise a sospechar que sus anfitriones esconden un oscuro secreto relacionado con su hijo pequeño (Dan Hough) y que podrían tener intenciones siniestras hacia ellos.

Con Eden Lake, James Watkins demostró su habilidad para llevar a sus personajes al límite, enfrentándolos a una sociedad deshumanizada y cruel, y culminando en un desenlace demoledor que se sintió como un rodillazo en la boca del estómago. En No hables con extraños, Watkins presenta un sobresaliente ejercicio de suspense psicológico que destaca por su capacidad para combinar horror y crítica social, explorando las dinámicas de poder generadas por las diferencias de clase y cultura. El director juega con la idea de los «buenos modales» y la política de las apariencias y, durante la mayor parte del metraje, construyendo gran parte del conflicto a través del constante enfrentamiento entre Paddy (James McAvoy) y Louise. Mientras el primero encarna un comportamiento anárquico, guiado por impulsos y la ausencia de límites, ella representa el control y el esfuerzo por hacer lo correcto en todo momento. Este choque de personalidades genera una tensión latente y un ritmo inquietante que mantiene al espectador enganchado, esperando ver quién perderá el control primero.

La interpretación de James McAvoy se apodera de la película desde el primer momento, con una actuación intensa y magnética que captura de inmediato la atención, evocando su memorable papel en Múltiple (2016) de M. Night Shyamalan. Mackenzie Davis aporta el contrapunto con su retrato de una mujer excesivamente rígida en su visión de lo correcto e incorrecto, que emascula a su marido por su falta de valentía y lo castiga manteniendo conversaciones íntimas con otro hombre. Ambos personajes son controladores con sus respectivas parejas, interpretadas por McNairy y Aisling Franciosi (quien se ha consolidado en el género desde su impactante actuación en The Nightingale (2018) de Jennifer Kent), determinando la lógica narrativa y dictando en cada momento el rumbo de los acontecimientos venideros. El choque entre sus personalidades opuestas es, sin duda, el aspecto más fascinante de la película.

No obstante, a medida que avanza la trama, No hables con extraños comienza a evidenciar ciertos síntomas de convencionalismo y a perder la sutileza de su discurso. Donde la película danesa mantenía una atmósfera brutal y nihilista, esta nueva versión opta por un enfoque más accesible. Llegando, hacia su último tercio, a abandonar esa atmósfera de suspense opresivo a lo Michael Haneke, donde la amenaza nunca es explícita, pero se presiente que algo terrible está por suceder, en favor de un thriller comercial más genérico. La violencia mercurial de Paddy se vuelve más evidente y la transición del terror psicológico al horror de supervivencia se realiza a través de giros predecibles y escenas de violencia explícita; las cuales, a su vez, coquetean con el subgénero de invasiones domésticas y evocan elementos de Perros de paja (1971) de Sam Peckinpah, con sus forcejeos en puertas atrancadas y sus pueblerinos ingleses armados con rústicas escopetas de caza.

En consecuencia, No hables con extraños es una película que logra mantener al espectador en constante tensión a lo largo del metraje, fundamentalmente gracias a la interpretación de McAvoy y al manejo eficaz del suspense por parte de James Watkins. Sin embargo, pierde gran parte del impacto visceral que caracterizó a su predecesora. Mientras que la versión de Christian Tafdrup ofrecía una reflexión devastadora sobre cómo las conformistas normas sociales pueden anular el instinto de autoprotección, la película de Watkins se muestra menos incisiva en su mensaje. Mostrando finalmente a Ben y Louise enfrentándose a las agresiones psicológicas de Paddy, un cambio que el propio Watkins justificó al señalar que la idiosincrasia estadounidense tiende más hacia la acción, ya sea escapar o defenderse, que al conciliador «vive y deja vivir» europeo. El problema es que, donde el filme original dejaba al espectador con un nudo en el estómago y una sombría reflexión sobre los extremos de perversión y vulnerabilidad humanas, el refrito estadounidense resulta más convencional y, en última instancia, menos sublime y satisfactorio.




terrorbit
terrorbit
Escritor y amante de cine de terror. Superfan de las películas de zombies, cuantos más zombies, mejor. Desde mis ojos, cuatro décadas viendo cine de terror os contemplan.