El hombre invisible

Este nuevo acercamiento al mito de ‘El Hombre Invisible’ de Universal Pictures supone un intento de revitalizar el proyecto de marketing conocido como ‘Dark Universe’. Elisabeth Moss, una actriz muy expresiva ganadora de un premio Emmy por su trabajo en El cuento de la criada (TV-2017), protagoniza esta sobrecogedora historia de suspense psicológico que traslada la imaginería de el científico loco que descubre la fórmula de la invisibilidad al universo más oscuro y cotidiano del maltrato de género.

El compositor Benjamin Wallfisch se ha convertido últimamente en el músico favorito de los grandes estudios para componer las bandas sonoras de sus proyectos más terroríficos. La saga de It (2017), Annabelle: Creation (2017) o Hellboy (2019), son partituras que así lo avalan, composiciones tremendamente efectivas que hacen sentir el sobrecogimiento de las imágenes a quienes las escuchan. El hombre invisible no es una excepción, pero cuidado la experiencia de escucharla fuera del contexto de las imágenes puede ser un desafío difícil de superar.

Wallfisch declaró en una entrevista que el secreto de su trabajo en esta película consistió en usar el silencio de manera rítmica. Aún cuando la música se vuelve más extrema y más estridente, es el silencio el que aterra. Como la presencia, o debería decir la no presencia, de ‘El Hombre Invisible’ en la película.

Existen tres leitmotifs recurrentes en la composición de Wallfisch. El tema de Cecilia, la heroína maltratada pero determinada a seguir hacia delante aunque todo se desmorone a su alrededor, una melodía simpe de violonchelo y cuerdas que tan solo se siente en un par de ocasiones, y un motivo de piano que se repite varias veces, como en los temas «He’s Gone» o «Denoument». La música directamente inspirada en ‘El Hombre Invisible’, está construida a partir de abrasivas notas electrónicas, explosiones de sintetizador que asaltan los sentidos como una tortura psicológica: «Attack» y «He’s Behind You». Finalmente, existe una parte de la composición abiertamente inspirada en Bernard Hermann, no en vano la orquesta se compone fundamentalmente de cuerdas, que no es abiertamente aterradora pero que resulta más inquietante, si cabe, al plantear ese contraste discordante entre las cuerdas y los tonos electrónicos.

En general, la banda sonora de El hombre invisible es una experiencia única, con una ejecución realmente impresionante, repleta de tensiones sutiles que se entrelazan con el terror puro y duro, más estridente, que deja los nervios a flor de piel pero al mismo tiempo te incita a seguir escuchando, sin demasiado respiro. Algo no del gusto de todo el mundo, supongo.

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