Resident Evil (Serie TV 2022)
Resident Evil (Serie de televisión)
julio 14, 2022
From (2022– )
From (Serie de televisión)
septiembre 16, 2022

Imagen por cortesía de © Paramount Pictures

#CriticadeMiedo

Margaux

Rutinario híbrido de ciencia ficción y terror, que debe mucho a películas como Engendro mecánico o Almas de metal, centrado más en la acción y la truculencia de algunas de sus escenas que en tratar de formular algún tipo de comentario social sobre la amenaza de la tecnología, y sin que su etiqueta de serie B logre destacar sus potenciales cualidades.

Título original: Margaux (USA, 2022) Color, 104 mins.
Director: Steven C. Miller
Reparto: Madison Pettis, Vanessa Morgan, Jedidiah Goodacre, Richard Harmon

★✰✰✰ Margaux (2022) on IMDb


Películas sobre casas inteligentes que se salen de cauce y derivan en consecuencias generalmente mortales, hay muchas. El catalizador de ese tipo de relatos, representantes conspicuos del subgénero del terror y la ciencia ficción, suele ser el riesgo que supone la, cada vez mayor, dependencia de la tecnología y la creación de una inteligencia artificial que termine superando y, en última instancia, reemplazando a los seres humanos. Ejemplos como Tau (2018) de Federico D’Alessandro, la televisiva Dream House (1998) de Graeme Campbell o más recientemente Held (2020) de Travis Cluff y Chris Lofing son buena muestra de ello.

En este sentido, la última película dirigida por Steven C. Miller, un cineasta norteamericano especializado en films de serie B conocido entre los aficionados al género de terror por producciones como Noche de paz, noche de muerte (2012) o Under the Bed (2012) , nos ofrece una reinterpretación sobre el fetichismo que padecen las nuevas generaciones hacia la tecnología y esas casas inteligentes que deberían hacernos la vida más fácil y liberarnos de nuestras obligaciones domésticas que terminan significando una amenaza contra sus habitantes, sobre un grupo de universitarios que alquilan una futurista casa domotizada para celebrar su último año juntos antes de su graduación, donde una inteligencia artificial llamada Margaux se encarga de cubrir todas sus necesidades, antes incluso de que las formulen en voz alta, y cuyos servicios se vuelven cada vez más siniestros y mortales.

Margaux es una de esas películas que tienden a centrarse más en la acción que en el comentario social o la profundidad de sus personajes. Los arquetipos de la actual Generación Z que representan parecen un poco idiotizados, desde la friki programadora, la influencer de las redes sociales o el típico fumeta holgazán, y cualquier tipo de potencial que puedan tener se agota rápidamente en cuanto ponen un pie en la casa y son bienvenidos por la asistente virtual. Baste decir que los personajes parecen estar enfocados en divertirse y disfrutar el momento, sin preocuparse por el hecho de que la inteligencia artificial de la casa pueda acceder a sus datos en línea o, tras un desarrollo posterior que permite a la incorpórea Margaux expresarse de una manera tangible, ser capaz de crear cualquier cosa que se les ocurra. Así que, cuando las cosas comienzan a ponerse extrañas, no creo que exista un solo espectador que acabe sorprendido por el giro que toma la trama, ni de que acaben siendo masacrados por la casa.

El mayor problema de Margaux radica en su rutinario guion, poco interesante y poco convincente. Sobre por qué un guion tan manido ha necesitado tres escritores para desarrollarlo, mejor no preguntar. Ni detenerse en las numerosas preguntas sin responder que se quedan por el camino (por ejemplo, ¿quién demonios construyó la casa y para qué?). Es cierto, que Margaux apunta algunos temas provocativos sobre la minería de datos y la sorprendente manera en que la sociedad actual ha rendido tan plácidamente su privacidad en aras de la comodidad y la accesibilidad en Internet y las redes sociales. La exposición a la que nos sometemos cuando todas nuestras vidas se encuentran tan accesibles en el mundo virtual es aterradora. El problema es que nunca lleva estos temas lo suficientemente lejos como para ser realmente dignos de mención.

Lo más decepcionante de todo, sin embargo, se concentra en el tercer acto, cuando Steven C. Miller dota a la inteligencia artificial de una especie de personalidad propia y se revelan sus motivaciones. En este momento, si es que antes no lo había sido, Margaux se vuelve dolorosamente predecible y, aunque se guarda en la manga alguna que otra vuelta de tuerca (y un giro que tiene menos sentido cuanto más lo piensas), nunca termina de atinar en el clavo y sacar lo mejor de sí.

En definitiva, dada la recurrencia con la que los cineastas han utilizado el terror como parábola sobre la amenaza que representa la exposición sin barreras a la tecnología moderna, Margaux le debe mucho a películas como Engendro Mecánico (1977) de Donald Cammell o incluso Almas de metal (1973) de Michael Crichton. Sin embargo, a pesar de contener algunas muertes creativas, la película de Steven C. Miller se siente plana, confusa y, sobre todo, aburrida, sin que su etiqueta de película de serie B logre destacar sus potenciales cualidades y termine diluyéndose antes del bajonero desenlace.




terrorbit
terrorbit
Escritor y amante de cine de terror. Superfan de las películas de zombies, cuantos más zombies, mejor. Desde mis ojos, cuatro décadas viendo cine de terror os contemplan.