Título original: Fantasy Island (USA, 2020) Color 109 mins.
Director: Jeff Wadlow
Reparto: Michael Peña, Maggie Q, Lucy Hale, Portia Doubleday
La modernización de Blumhouse de una de las series de televisión más populares en la década de los 70, convenientemente aderezada con muchos elementos de slasher noventero tipo Leyenda urbana (1998) o Sé lo que hicisteis el último verano (1997) , en la que un grupo de desconocidos son invitados a pasar unas vacaciones paradisíacas en una remota isla donde supuestamente pueden hacer realidad todas sus fantasías. Ya sea disfrutar de esa familia que nunca se tuvo o vengarse de la compañera de instituto que tanto les humilló durante su época adolescente.
Dirigida por Jeff Wadlow, un director conocido por Cry Wolf (2005) y Verdad o reto (2018) , Fantasy Island parte de una premisa faustiana muy reconocible: un siniestro personaje te ofrece tus mayores deseos que terminan volviéndose contra ti. Hasta aquí todo perfecto. Entonces te lleva a una isla que puede hacer realidad tus fantasías, pero siempre de la manera más retorcida y oscura. Empezamos a torcernos.
El problema es que ni Michael Peña parece siniestro lo más mínimo, ni Wadlow se molesta demasiado en esbozar una causa medianamente creíble para explicar de qué manera la isla afecta a las personas para convencerlas de que están viviendo sus fantasías. Y, para colmo, las fantasías tampoco es que sean lo suficientemente interesantes como para tener a la audiencia pegada a sus asientos. Bueno, quizás ese homenaje domesticado al torture porn de Hostel (2005) que protagonizan Portia Doubleday y Lucy Hale sí puede resultar un pelín interesante. Pero, el cirujano torturador con la boca grapada tampoco es que constituya un villano muy original, la verdad.
Como en toda producción Blumhouse que se precie, el ritmo de Fantasy Island es vertiginoso. La acción nunca se detiene lo suficiente como para que los espectadores empiecen a cuestionarse la calidad de lo que están viendo. En la pantalla se les ofrece unos personajes estereotipados, frívolos, tan irreales como sus fantasías, a quienes se va a sacrificar de un modo u otro y lo cierto es que cuanto más dolorosamente posible mejor. Pero, ni siquiera esto está bien gestionado por Wadlow, puesto que la mayoría de las escenas violentas tienen lugar fuera de la pantalla.
En definitiva, Fantasy Island parte de un planteamiento interesante que rápidamente se vuelve un despropósito, un completo disparate con espíritu de ómnibus o antología de historias, cuyo guión está plagado de giros inverosímiles y mal estructurados, que incluso hace spoiler de sí mismo cuando en diferentes ocasiones el personaje de Michael Peña avisa a sus invitados que sus fantasías pueden no ser lo que ellos esperan. Si al menos el tufo de slasher noventero hubiese funcionado, se hubiese podido salvar algo de esta lastimosa reinterpretación de terror edulcorado de la popular serie de homónima de la cadena ABC.