Título original: Things Heard & Seen (USA, 2021) Color, 121 mins.
Director: Shari Springer Berman, Robert Pulcini
Reparto: Amanda Seyfried, James Norton, F. Murray Abraham, Natalia Dyer
Dos directores ajenos al género terrorífico, el matrimonio neoyorquino Shari Springer y Robert Pulcini, son los elegidos por Netflix para dirigir esta adaptación de la exitosa novela de Elizabeth Brundage que recombina los problemas familiares de una pareja en crisis con una convencional historia gótica de fantasmas.
Protagonizada por uno de los repartos más inteligentes de las últimas producciones de Netflix, La apariencia de las cosas cuenta con Amanda Seyfried como una frustrada mujer que deja su vida en Manhattan y su carrera como restauradora de arte para seguir a su marido, el mujeriego y tóxico James Norton, hasta un bucólico paraje al norte del estado de Nueva york para descubrir que su nueva mansión oculta espíritus del pasado que han decidido salir a la luz para saldar deudas pendientes. Junto a estos, el veterano F. Murray Abraham y la joven promesa Natalia Dyer, a quien hemos conocido por su presencia en la serie Stranger Things (USA, TV Series 2016–2022) , ofrecen el contrapunto perfecto para que la presencia de Seyfried y Norton no acaparen por completo los minutos en pantalla.
Al igual que la novela en la que se inspira, La apariencia de las cosas es un drama doméstico disfrazado de thriller fantasmagórico de cocción lenta, que parte de un guión demasiado obvio que introduce varias subtramas para despistar, pero no consigue escapar ni un solo minuto de los convencionalismos del subgénero de casas embrujadas, ni los de esa premisa argumental, tan recurrente últimamente, que presenta a una mujer más o menos desequilibrada que se convierte en el foco de fuerzas sobrenaturales, solo para acercarla aún más al borde de un ataque de nervios, aunque sea el personaje más lúcido de la trama. En este caso, tenemos a una protagonista infeliz con su marido y su situación, que comienza a ver fantasmas en su nueva casa, pero nadie la cree por su historial de problemas psicológicos. Entonces, por obra y gracia de esos convencionalismos que mencionamos anteriormente, la historia da un vuelco y el marido pasa de ser un mujeriego, con pinta de no haber roto un plato, a ser un completo sociópata femicida. Lo peor de todo, es que ni la protagonista lo descubre, ni el supuesto fantasma misándrico que se aparece ante ella para avisarla, hace nada al respecto cuando más cuenta. Todo resulta demasiado retorcido y no muy convincente, aunque de pie a la parte más interesante de la película. Una segunda mitad donde inevitablemente prevalece la sensación de que los horrores terrenales hubieran sido más efectivos que los fantasmales.
Aunque Springer y Pulcini parecen dominar un aspecto estilizado similar al impuesto por James Wan en el género desde el estreno de Expediente Warren (2013) : ángulos de cámara bajos, apariciones espeluznantes en el fondo de los cuadros, simbolismo religioso, etc., la trama va dando tumbos de una escena a otra sin encontrar el tono adecuado y sin explotar todas las oportunidades que ofrecen su intertextualidad de gótico americano, los personajes o esos sustos que no dan miedo. Como si de alguna manera al mismo tiempo que la pareja coquetea con el género, lo rechazase cada vez que tuviese oportunidad.
En resumidas cuentas, La apariencia de las cosas es un film de terror sobrenatural al que le sobran la mayoría de subtramas, que no terminan de afianzarse, como la bulimia de la protagonista o todo ese subtexto sobre el supuesto ocultismo en la obra de George Inness, y que no parece estar demasiado interesado en plantear el miedo de una manera más o menos original. En consecuencia, difícilmente consigue sacarse de encima la apariencia de telefilm de sobremesa con trasfondo feminista, muy en línea con las inquietudes sociales actuales.