Título original: The Night House (USA, 2020) Color, 107 mins.
Director: David Bruckner
Reparto: Rebecca Hall, Sarah Goldberg, Vondie Curtis-Hall, Evan Jonigkeit
El panorama del cine de horror contemporáneo ha ido evolucionando paulatinamente de la representación de la violencia o los miedos elementales de manera más o menos explícita e imaginativa, a una visión elevada de los mismos que intenta hacer hincapié en el simbolismo y la exploración de los conflictos emocionales que llevan a esos terrores elementales mencionados. El realizador norteamericano David Bruckner es uno de los cineastas que se suma a esta corriente. Ya en El ritual (2017) , su presentación en sociedad, por así decirlo, se caracterizó por buscar conexiones entre el relato principal, un grupo de amigos que se topan con un culto pagano en un apartado paisaje nórdico, y el secundario, un estudio concienzudo sobre la culpa y la redención masculinas. The Night House no es una excepción.
Presentada en el Festival de Cine de Sundance, antes de que la pandemia afectase a su distribución, y partiendo de un guión de Ben Collins y Luke Piotrowski que pretende sentar las bases de una especie de metáfora del duelo y la desolación que deja atrás la pérdida de un ser querido bajo el aspecto de un convencional film de casa encantada, The Night House (o La casa oscura, su título de estreno en Latinoamérica) toma prestados los mismos elementos sobrenaturales que ya se plantearan en un film como El ente (1982) de Sidney J. Furie, para añadirle pinceladas de un terror efectista a esta historia sobre una profesora de instituto que, tras quedarse viuda por el inesperado suicidio de su marido, comienza a sospechar que su espíritu aún permanece en su casa, tratando de manifestarse para desvelar el terrible secreto que le condujo a la muerte.
Elegantemente filmada y excepcionalmente construida, The Night House no se caracteriza sin embargo por presentar un guión robusto y equilibrado, sino todo lo contrario. A lo largo de sus más de cien minutos, la trama se retuerce y se convulsiona entrelazando sus premisas de manera confusa: la esposa amenazada por un secreto del marido, la casa encantada, el espíritu vengativo, etc., sin innovar demasiado en ninguna de ellas, ni tampoco en su puesta en escena. Aunque, evidentemente, Bruckner trata por todos los medios de construir algo más profundo y atmosférico que un film de fantasmas, jugando con todos los trucos de manual a su alcance: objetos inanimados que parecen otra cosa, huellas misteriosas, sobresaltos inesperados, la duplicada casa a la inversa, todo resulta narrativamente hablando fallido y absolutamente desaprovechado.
Con todo, cabe destacar la compleja interpretación de la actriz británica Rebecca Hall, muy cercana a su registro en la inferior La maldición de Rookford (2011) de Nick Murphy, encargada de cargar con el peso interpretativo de toda la película, pues el resto del reparto resulta cuanto menos superfluo e intrascendente, centrándose todo principalmente en su personaje central y en el elemento incorpóreo sobrenatural que la amenaza. Algo similar a lo que ya construyeron previamente Leigh Whannell y Elisabeth Moss en El hombre invisible (2020) crítica.
En conclusión, The Night House se percibe como una decepción, una excursión al corazón del suspense de mujer acosada, que nunca consigue alcanzar la tensión que promete, pues ni existe una sensación de horror real, como sí sucediera en los films de Furie o de Whannell, ni se siente una verdadera amenaza de peligro. Toda la meticulosidad con la que Bruckner construye la elaborada e inquietante atmósfera, se tambalea progresivamente en el rebuscado laberinto narrativo para terminar por desmoronarse completamente en la última parte, donde Collins y Piotrowski intentan ofrecer una explicación plausible a la enrevesada trama, sin conseguirlo. El segundo largometraje del británico confirma sus posibilidades pero es un ejemplo convencional y poco imaginativo de horror elevado y un evidente paso atrás con respecto a su anterior trabajo.