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Imagen por cortesía de © Universal Pictures | Universal Spain

#CriticadeMiedo

Abigail

Reimaginación irreverente y extremadamente violenta del poco recordado clásico de 1936, «La hija de Drácula», que se enmarca dentro del Universo Oscuro de Universal Pictures y confirma, de manera brillantemente sangrienta, que secuestrar a la hija de Drácula no es una buena idea. El ritmo ágil que imprimen Bettinelli-Olpin y Gillett, junto con su estética de Grand-Guignol que combina comedia splatstick y terror, es lo suficientemente dinámico y autoconsciente como para mantener el interés del espectador de manera aceptable hasta el final.

Título original: Abigail (USA/IRL, 2024) Color, 109 mins.
Director: Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett
Reparto: Melissa Barrera, Dan Stevens, Alisha Weir, Kathryn Newton

★★★✰✰ Abigail (2024) on IMDb


La génesis del «Dark Universe» (Universo Oscuro), un proyecto de Universal Pictures creado con la intención de rendir homenaje y volver a explotar los monstruos clásicos que durante las décadas de los 30 y 40 proporcionaron numerosos éxitos a la compañía y centrarlos en un ficticio universo cinematográfico, similar al Universo Cinematográfico de Marvel (UCM), pero con los monstruos más famosos del cine de terror, se remonta oficialmente a 2017 con el estreno de la película La momia (The Mummy, 2017) , protagonizada por Tom Cruise y considerada el punto de inicio del proyecto. Por un momento, los espectadores tuvieron una oportunidad de disfrutar de un universo cinematográfico cohesivo, repleto de estrellas en papeles icónicos. Sin embargo, el estrepitoso fracaso en taquilla de la película destruyó casi por completo las expectativas del Universo Oscuro, obligando a Universal a replantear el concepto y casi llevarlo a la obsolescencia un año más tarde.

Con el Universo Oscuro puesto en pausa, el éxito de crítica de El hombre invisible (The Invisible Man, 2020) crítica de Leigh Whannell dio un nuevo impulso a la idea de unir varias películas de monstruos dispares en una continuidad expansiva. Este concepto más fresco e imaginativo se puso en práctica en Renfield (2023) crítica y consistió en vincular explícitamente la trama a las películas de los años 30 y 40. Para lograr esto, se añadieron digitalmente a sus protagonistas en el metraje original de la película Drácula (Dracula, 1931) de Tod Browning, sugiriendo una sensación de continuidad casi imposible.

Con el Universo Oscuro casi extinto, sin embargo, continuaron sin cesar las reinvenciones de las figuras de los monstruos clásicos y sus viejas películas. A la película de Chris McKay le siguieron El último viaje del Démeter (The Last Voyage of the Demeter, 2023) crítica, que expande una secuencia específica de la película de Browning sobre el viaje del Conde Drácula a Londres a bordo de la goleta Démeter (aunque, curiosamente, Browning le cambió el nombre a Vesta) y, por último, Lisa Frankenstein (2024) , pendiente aún de estrenarse en nuestro país, que reimagina el personaje de La novia de Frankenstein (The Bride of Frankenstein, 1939) . Ahora parece que le ha llegado el turno a La hija de Drácula (Dracula’s Daughter, 1936) , de la mano del colectivo conocido como Radio Silence, liderado por los directores Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett. Dos cineastas conocidos por sus trabajos en Noche de bodas (Ready or Not, 2019) crítica y las dos últimas entregas de la saga Scream: Scream (2022) crítica y Scream VI (2023) crítica y empeñados, junto al productor Chad Villella, en convertir a Radio Silence en un nuevo referente del cine de terror más fresco y entretenido.

La trama de Abigail no podría ser más sencilla y contundente al mismo tiempo. Un grupo variopinto de delincuentes profesionales es contratado para secuestrar a una niña de seis años y custodiarla en una vieja mansión abandonada durante veincuatro horas antes de poder cobrar su parte del rescate. Lo que los secuestradores desconocen, pero los espectadores sí saben porque el tráiler oficial lo deja bien claro, es que la niña en realidad es una vampira y la hija de un señor del crimen omnipotente y especialmente sanguinario. Y, antes de que pase mucho tiempo, el grupo se encontrará encerrado en la mansión y convertido en presa de un juego del gato y el ratón con una vampira sedienta de sangre.

Si bien, desde el punto de vista de la originalidad, Abigail no propone nada nuevo, la premisa inicial del grupo de peligrosos delincuentes que se encuentra atrapado en una casa o recinto cerrado a merced de un propietario que es más letal que ellos mismos ya ha sido explorada en películas como El sótano del miedo (The People Under the Stairs, 1991) de Wes Craven, Nadie vive (No One Lives, 2012) de Ryûhei Kitamura, No respires (Don’t Breathe, 2016) de Fede Álvarez, The Owners (Los propietarios) (The Owners, 2020) crítica de Julius Berg. Sin embargo, la realización de Bettinelli-Olpin y Gillett es lo suficientemente agil y autoconsciente para mantener el interés del espectador durante casi todo el metraje. Los directores aciertan al mantener el foco de atención en la acción dentro de la mansión, sin desviar la trama innecesariamente con una historia de fondo que, por otro lado, no aportaría gran cosa.

Bettinelli-Olpin y Gillett, como ya hicieran en Noche de bodas, saben muy bien cómo captar la atención del espectador y su nivel de creatividad se aprecia cuando comienzan a sucederse la muertes. La actriz irlandesa Alisha Weir destaca con su exagerada interpretación de la joven vampira, inspirada, cómo no podía ser de otra manera, en la Claudia de Entrevista con el vampiro (Interview with the Vampire, 1994) , interpretada por Kirsten Dunst y a quien Lestat amonestaba por «jugar con su comida» y por «matar dentro de la casa», exactamente lo mismo que hace Abigail. Por otra lado, Weir no es la única que sobresale por su actuación. La mexicana Melissa Barrera, acertada «Scream Queen» del reinicio de la icónica saga Scream, también realiza un trabajo brillante como antiheroína, al igual que Kathryn Newton, otro rostro muy familiar para los amantes del terror. Ambas actrices se ganan rápidamente la empatía de los espectadores y la sostienen sin muchas zozobras. No sucede lo mismo con el resto del reparto, en especial Dan Stevens y Kevin Durand, quienes se muestran demasiado encorsetados en sus propios clichés.

En Abigail, se pueden percibir muchas influencias de las películas de serie B de los años 80, como Noche de miedo (Fright Night, 1985) o Jóvenes Ocultos (The Lost Boys, 1987) , donde la comedia granguiñolesca y la sangre se convierten en los elementos más destacados. Sin embargo, a pesar de plantear una historia tan delirante, su propuesta visual es impecable. Desgraciadamente, los giros del guión resultan predecibles, ya que la mayor sorpresa, que ocurre casi pasada la hora de proyección, ya ha sido revelada sin tapujos en el material promocional de la película. Lo cual puede considerarse como un desacierto o un acierto según se mire, dado que, aunque resta suspense a la historia (algo que la mayoría de las películas mencionadas anteriormente mantienen en mayor o menor medida), no desvía el foco de lo que realmente quieren ver los espectadores en este tipo de producciones: los momentos metarreferenciales que parodian los convencionalismos del cine de vampiros, los sobresaltos o jump-scares, la sucesión de chistes ingeniosos (algunos más acertados que otros, como usar los nombres del popular «Rat Pack» de Las Vegas para identificar a los secuestradores), y gore, mucho gore. Sus mejores escenas son, sin duda, todas aquellas que contienen litros de sangre y unos efectos prácticos muy logrados, en detrimento de los cansinos CGI que abundan en el género estos días.

En definitiva, a pesar de todos sus defectos, Abigail es principalmente una película de vampiros entretenida, que toma prestados numerosos estereotipos de otras películas del género y no tiene reparos en burlarse de cada uno de ellos. La mayoría de sus escenas resultan exageradas pero hilarantes, aunque van perdiendo fuerza a medida que avanza la trama y se vuelven un tanto repetitivas. Aún así, mantiene un buen ritmo de ejecución y su estética de Grand-Guignol, que combina comedia splatstick y terror, funciona de manera aceptable hasta el final. Lo malo es que deja una curiosa sensación y la impresión de que la participación de Matthew Goode, como el padre de Abigail, resulta extrañamente breve cuando podría haber sido estelar. Sobre todo, después de que el guión se haya esforzado notablemente en presentar al personaje como un súper villano que nunca llega a materializarse.

Como curiosidad, cabe añadir que el fragmento del ballet «El lago de los cisnes» de Tchaikovsky, que sirve de leitmotiv musical en Abigail, es el mismo que se escucha al principio de Drácula en 1931.




terrorbit
terrorbit
Escritor y amante de cine de terror. Superfan de las películas de zombies, cuantos más zombies, mejor. Desde mis ojos, cuatro décadas viendo cine de terror os contemplan.